Una ética de la investigación que parta de la responsabilidad de la academia frente sus estudiantes, la sociedad, los animales y la naturaleza no es un tema novedoso. Esta discusión es el resultado de experiencias acumuladas que han ido evolucionando en función de sus contextos y de la diversidad presente en las diferentes disciplinas que integran la actividad científica y académica en nuestro país. Lo que sí representa un nuevo desafío es lograr dar una mirada transversal a los retos y oportunidades que enfrenta la reflexión ética de la investigación en la Pontificia Universidad Javeriana y en el ecosistema académico del país.
Este fue el tema abordado en el conversatorio Ética en la generación y transferencia de conocimiento: aproximaciones y experiencias desde diversas áreas realizado en la tercera jornada del XVII Congreso La Investigación en la Pontificia Universidad Javeriana Conocimientos para un mundo en transformación.
El espacio fue moderado por Eduardo Diaz Amado, director del Instituto de Bioética de la Javeriana y contó con la presencia de 5 expertos quienes desde sus miradas disciplinares aportaron a esta discusión. Pesquisa Javeriana le cuenta las principales conclusiones de este encuentro.
Las éticas de la investigación
Una investigación ética se asume de manera diferente en función del campo desde el que se explore su definición. Para Juanita Ángel, asesora del Comité Institucional de Cuidado y Uso de Animales de la PUJ, la ética de una investigación se define por la justificación que le otorgue el comité al uso de animales no humanos para responder una pregunta de investigación. Esta justificación se basa en la promesa de aportar al conocimiento y de generar salud y bienestar tanto para humanos como para no humanos.
Desde las humanidades, la ética implica tener ciudadanos capaces de hacer preguntas y de trabajar sobre estas lógicas. Así lo explica Diego Agudelo, profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de Javeriana Cali. En este punto coincide Juliana Flórez, profesora del Instituto Pensar para quien el vínculo entre la investigación y la ética es indisociable y quien desde las ciencias sociales resalta la necesidad de construir un vínculo transdisciplinar para revisar los principios articuladores de la ética de la investigación.
Además de la claridad y la transparencia con la manera de formular, diseñar y adquirir los datos también es necesario no causar daño. Esto es especialmente clave para Rodrigo Mena, profesor de Erasmus University cuyo trabajo de investigación se desarrolla en contextos de desastres y ayuda humanitaria, donde las poblaciones son muy vulnerables y es clave realizar prácticas que no causen daño adicional, lo que incluye a la población, pero también a quienes hacen parte de equipos de investigadores y de gestores de esa investigación.
El paradigma de la ética puede asumir una forma adicional y es en la dimensión del arte. Elsa Beltrán, profesora de la Facultad de Creación y Comunicación de la Universidad El Bosque presenta esta postura, considerando en su intervención el hecho de que el arte busca visibilizar realidades ocultas y muchas veces cruzar las fronteras que en las demás perspectivas presentes en el conversatorio implicarían un compromiso ético y una fuente de conflicto. Estos conflictos pueden ser generados por los compromisos que se enfrentan al cuidar de la experiencia estética o creativa y que ponen en la mesa la reflexión sobre la responsabilidad por ejemplo del artista respecto a su obra y a los efectos que esta puede generar.
Formar en ética de la investigación
Durante el conversatorio, los expertos coinciden en que es clave tener docentes que tengan vocación para formar en ética de la investigación, pues las buenas prácticas se enseñan con el ejemplo. Para Diego Agudelo es fundamental que la universidad desarrolle estrategias para fomentar estas prácticas en los actores que hacen parte de la academia. Estas prácticas suelen tener como referencia estándares internacionales, afirma Juliana Flórez, en especial del norte global, que pueden hacer perder de vista el pensamiento crítico latinoamericano que tanto puede aportar a la compresión de nuestras realidades y que puede darle un lugar a la intelectualidad no académica dentro del ejercicio de generación de nuevo conocimiento.
Para compaginar estas miradas de la investigación en el mundo es necesario generar procesos de diálogo que permitan pensar la ética como un elemento transversal a la investigación y no como un paso de obligatorio cumplimiento. Rodrigo Mena, añade a esta idea la perspectiva de un comité de ética presente en todo el proceso de la investigación, acompañando y apoyando a quien investiga a lidiar con las transformaciones con las que se va encontrando cualquier ejercicio de responder una pregunta.
Ya en el arte estas buenas prácticas deben considerar la autonomía del artista que hace investigación y encontrar un balance entre el ejercicio del comité y, por ejemplo, los valores estéticos y corporales que se involucran en la investigación desde esta mirada. En contraparte, en la investigación biomédica esta autonomía la representa el comité de ética, órgano que avala el uso de animales en investigación y arbitra sobre las responsabilidades y consecuencias en escenarios donde se compromete el bienestar y la seguridad de los sujetos utilizados.
Una ética que evoluciona con la sociedad
La transformación de nuestras sociedades también permea la práctica académica y ha permitido avanzar en la forma como investigadores e investigadoras se aproximan a la ética y al actuar de los comités. Esto se refleja en la disposición a recibir la crítica, las voluntades de mejora y la disposición a interactuar y construir a partir de las consideraciones del comité de ética, comenta Juanita Ángel.
Aunque hay mucho por construir en cuanto al ejercicio de la ética en la academia, los espacios negociados que incluyen diferentes actores garantizan las prácticas adecuadas de investigación; ayudan a asegurarse que las preguntas de investigación justifiquen los recursos humanos y no humanos que se invierten, a que se articulen los diferentes saberes para avanzar hacia una mejor comprensión de la realidad, a que se den acuerdos de voluntades y tejidos de confianza entre la academia y la sociedad, para así lograr que la ética sea un ejercicio reflexivo más allá de los comités que cada uno de los invitados representan.