Todos venimos con un manual de instrucciones. Cada una de nuestras células tiene aproximadamente dos metros de una molécula con forma de escalera de caracol que alberga el código que nos hace lo que somos: el ADN.
Pero para armar a un ser humano no basta con leer el manual de principio a fin. Hacer un ojo requiere omitir las partes que hablan de piernas, pulmones y todo lo demás. Lo mismo ocurre para el resto del cuerpo. Y, así, en el transcurso de nuestras vidas, también los distintos factores externos pueden afectar qué se lee, o se expresa, de nuestros genes.
Al estudio de estos mecanismos se le llama epigenética, y Gisella Bermúdez, bacterióloga y estudiante del Doctorado en Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Javeriana en cotutela con la Universidad de Córdoba (España), investiga cómo puede utilizarse para la detección temprana del cáncer de pulmón, uno de los más comunes y letales del mundo.
Bermúdez recuerda cómo se preguntaba, desde pequeña, por todo lo que la rodeaba. “¿Por qué se mueven las nubes?, ¿cómo funcionan los autos?, y esas preguntas no solían ser atendidas por la familia. Bueno, a veces me decían, pero ¿por qué se está preguntando eso?”, cuenta. Interrogando una cosa tras otra fue como encontró la ciencia y, eventualmente, la que se convertiría en su carrera: la bacteriología.
Dice que su curiosidad por saber cómo funcionan el cuerpo humano y las enfermedades que lo afligen, junto con la rigurosidad del trabajo de laboratorio, fueron los motivos que la llevaron a casarse con esta disciplina.
Sin embargo, el camino para llegar a la Universidad Javeriana no fue fácil. Para Gisella, que estaba terminando su bachillerato en Cúcuta, estudiar la carrera de sus sueños en una universidad privada en Bogotá era casi inimaginable. Afortunadamente, a través del programa Ser Pilo Paga, pudo conseguir una beca y a los 16 años tuvo que irse a vivir sola a la capital. “De repente me dijeron que tenía una semana para viajar a Bogotá a presentarme a la universidad. Lo tomaba o lo dejaba, era así la decisión”, recuerda. De allí en adelante, ha continuado sus estudios becada.

Su característica ‘preguntadera’ la llevó al Semillero de Epigenética y Cáncer de Pulmón del Instituto de Genética Humana de la Javeriana, donde conocería a su mayor mentora e inspiración, la profesora Adriana Rojas Moreno, quien fue coordinadora de este instituto. “Ella siempre impulsa a los científicos a ir más allá, yo creo que por eso se dedica a la epigenética, que es como ir más allá de los genes”, asegura la bacterióloga.
En la maestría comenzó la investigación que continúa desarrollando en su doctorado, casi cuatro años después. “Lo que hacemos es identificar marcadores que se asocian a fumar o vivir en áreas contaminadas, para detectar el cáncer de pulmón a tiempo. Todo ese material particulado se deposita en los pulmones y altera los mecanismos epigenéticos. Por lo tanto, el ADN ya no se puede leer correctamente”, explica. Este daño acaba favoreciendo la aparición de tumores y, eventualmente, el cáncer de pulmón.
Detectar estos marcadores químicos podría avisar del riesgo de cáncer antes de que sea demasiado tarde: “Es una enfermedad muy silenciosa y la idea con esto es poder tener un seguimiento oportuno”, añade Bermúdez.
A sus 26 años, bajo la mentoría de Rojas y por la calidad de su investigación, pudo hacer su doctorado en simultáneo con la Universidad de Córdoba, en España, donde estuvo viviendo a finales de 2024 e inicios de 2025. Además, su trayectoria académica le permitió descubrir una nueva vocación: la enseñanza. Ser profesora es una de sus mayores metas.
Para Gisella, la vida, al igual que la epigenética, se trata de ir más allá. A fin de cuentas, armar a un ser humano a partir de un código genético no es tan simple como seguir un manual de instrucciones, y todo lo que va después, aún menos.