El laboratorio está en silencio. Marcela Pinilla observa a través de un microscopio para cortar con mayor precisión. Tiene cuidado quirúrgico. Con una pinza retira diminutos tejidos de una planta de papa hasta llegar a los meristemos, grupos de células responsables del crecimiento vegetal. Una voz emocionada inunda la habitación: “¡Es ahí donde empieza todo!”, dice la profesora María del Pilar Márquez, del Departamento de Biología de la Pontificia Universidad Javeriana.
La emoción se debe a que, desde hace tres años, Márquez y sus compañeros Adriana Sáenz y Wilson Terán, también docentes javerianos, lideran un proyecto (financiado por Fontagro) en busca de rescatar las variedades de papas nativas que se han dejado de producir masivamente porque las papas más comerciales, como la criolla, la sabanera y la pastusa, dominan el mercado.
¿Cómo lo hacen? Para lograr semillas de mejor calidad retiran los meristemos de las plantas de papa y los desinfectan para luego proceder con la propagación in vitro, o sea cultivarlas dentro de frascos de vidrio en un ambiente artificial. Así se eliminan posibles enfermedades y plagas que afectarían los cultivos.
Todo esto ocurre en un laboratorio muy particular. Uno con vistas privilegiadas a las montañas de Carmen de Carupa, en Cundinamarca, que es manejado por Marcela Pinilla y Diana Rincón, dos campesinas que han vivido siempre en la vereda y que a pesar de que no conocían sobre biotecnología o propagación in vitro, hoy son unas expertas en el manejo de las semillas nativas.
Pesquisa Javeriana viajó hasta Carmen de Carupa para conocer el laboratorio y registrar cómo se producen más de 27 variedades de papas nativas. En este video se lo contamos: