La música estimula nuestro cerebro, afecta nuestros sentidos y modifica la percepción de la realidad; puede usarse como vehículo para resignificar situaciones negativas, para superar el dolor, perdonar y reconciliar.
Categoría: Columnistas
Circulan por estos días dos documentos generados por la comunidad científica colombiana con propuestas y recomendaciones para fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación. Candidatos a la Presidencia de la República, por favor tómense una hora de su tiempo y léanlos.
La financiación de proyectos de investigación a largo plazo es vital para encontrar respuestas a fondo de fenómenos ambientales complejos, como el cambio climático.
Escuchar música es una actividad que estimula nuestro cerebro y lo afecta positivamente; sin embargo, en Colombia, el apoyo a la formación y el fomento musical está rezagado frente a los esfuerzos latinoamericanos.
Nosotros, los que nos hacemos llamar científicos o que estamos aprendiendo a serlo, tenemos gran parte de la culpa en la crisis de la ciencia en Colombia.
La declaratoria de insubsistencia del director de Colciencias, César Ocampo, es una evidencia más del caos en el que están sumidos el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y Colciencias, que, según la Ley 1286 de 2009, actúa como ‘rector del sector’.
Las nuevas formas de presentar la ciencia y el aumento en la interacción con las audiencias, buenos síntomas del mañana de este oficio.
El foro “Conflictos de Interés en la Práctica Médica: ¿Qué se puede hacer?” busca promover una práctica médica libre de conflictos de interés e independiente de los efectos del mercadeo de la industria farmacéutica.
El Gobierno propone una reducción del 40% en el presupuesto de ciencia y tecnología para 2018. ¿Se podría esperar un escenario diferente?