“Cuando una persona estudia derecho se piensa que quiere ser presidente o salvar el mundo. Yo quería esto último”, dice Carolina Moreno López, una joven abogada de la Pontificia Universidad Javeriana que ha cambiado los tribunales por las aulas y el trabajo comunitario, y se ha dedicado a la investigación sobre los derechos humanos de las víctimas del conflicto armado colombiano.
Carolina es una bogotana de 26 años dulce, inteligente y sensata. Ama los libros, el cine, la música y el teatro. En su rostro se dibuja una sonrisa cuando recuerda que desde niña piensa que un mundo mejor es posible, si se basa en la libertad y el respeto. La Carrera de Derecho (2003 a 2009) significó para ella un escenario propicio para el aprendizaje de un lenguaje de poder, desde el cual se podrían engendrar cambios sociales reales que establecieran equilibrios en la sociedad.
Las cátedras de derecho fueron combinadas con seminarios de ciencias humanas, por ejemplo de sociología y de antropología. La curiosidad y el deseo de conocimiento llevaron a Carolina a vincularse en 2007 al Instituto Pensar de la Javeriana, donde amplió su panorama académico, pues “la investigación era una forma de reflexionar y responderme preguntas que mi carrera no me resolvía”.
Una de las reflexiones claves que merodearon su cabeza fue la inequidad en el campo jurídico y en las relaciones de género, punto central de su trabajo investigativo en el reconocido centro, que dio un lugar especial a este tema en medio de su actividad enfocada en el fortalecimiento de la investigación interdisciplinar. Así, en el marco del trabajo del grupo de investigación Pensar (en) Género, comenzó su travesía, mientras que trabajaba con la Clínica Jurídica de la Facultad de Derecho de la Universidad Javeriana en el acompañamiento a comunidades en el Magdalena Medio.
De la mano del programa “Vidas móviles”, liderado por la profesora Amelia Fernández, de la Facultad de Medicina de la misma universidad, y con la financiación de Colciencias, desarrolló una serie de investigaciones entre 2010 y 2013, a título personal y con el equipo, junto a cincuenta víctimas de desplazamiento forzado ubicadas en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá.
“Encontré que el género se ha usado de manera obscena para llenar una categoría demográfica, especialmente en el sistema de salud. No tenerlo en cuenta, como un aspecto transversal, hace más vulnerable a la víctima”, puntualiza la investigadora, quien añade que el sistema colombiano no considera las particularidades de las víctimas del conflicto armado que requieren un modelo específico acorde con sus intereses, necesidades y oportunidades.
La inclusión de la perspectiva de género en la atención de población víctima permitiría entender los movimientos conceptuales requeridos para responder sus demandas. Según señala la abogada, el análisis sobre la forma en que se está creando el “derecho” en este contexto es determinante para que estas personas accedan a lo que merecen como ciudadanas, lo que permitiría una mejor distribución de los recursos disponibles para propiciar escenarios de justicia social.
La doctora Fernández, como tutora y testigo del desarrollo de los proyectos, asegura que estos abrieron prometedores caminos. “Carolina es una mujer excepcional, con una amplia capacidad de establecer alianzas conceptuales y prácticas muy sólidas. Fue generosa con su conocimiento y resultó excelente miembro de equipo”, explica la docente.
Moreno se encuentra a la espera de que las puertas de la investigación se sigan abriendo a su paso, pese a las barreras existentes en un país como Colombia. Acaba de regresar de Inglaterra tras la búsqueda de un programa de posgrado enfocado en derechos humanos con perspectiva de género. Entretanto, enseña en las aulas de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana y sigue abogando por víctimas, como una manera de evocar justicia y “salvar” un fragmento del mundo.