Durante el XVII Congreso de Investigación en la Pontificia Universidad Javeriana Conocimientos para un mundo en transformación, se vivió un estallido de ideas en el conversatorio “Ecología integral y generación de conocimientos para un mundo en transformación”. Allí, voces desde la ingeniería, electrónica, ecología, biología y diseño dialogaron al son de las preguntas de Johana Herrera Arango, moderadora del espacio.
Pesquisa le cuenta por qué la ecología integral debe estar en el centro del debate público en este momento.
Empecemos… ¿Qué es la ecología integral?
Este concepto fue ampliamente acogido por el Papa Francisco en su encíclica del 2015: el revolucionario Laudato si. Este texto recoge las reflexiones del sumo pontífice alrededor de lo que él denomina “la casa común”, es decir, el planeta Tierra, donde la especie humana coexiste con millones de otras formas de vida.
En este contexto surge la ecología integral como un acercamiento novedoso y concienzudo del ser humano y la naturaleza. Enlaza los fenómenos sociales con los ecológicos y reconoce la retroalimentación entre estos dos sistemas.
“No hay dos crisis separadas (…). Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”
Papa Francisco
La ecología integral sienta un punto de partida para construir un camino hacia la sostenibilidad, la cual representa nuestra capacidad para atender las necesidades de la sociedad sin menoscabar la habilidad de las generaciones venideras para hacer lo mismo.
La interdisciplinariedad hace la fuerza
“¿Quién eres y de dónde vienes?”, esa fue la pregunta que dio inicio a la conversación entre los panelistas. Uno a uno, fueron contando sus historias que, como anudadas por un hilo invisible, convergieron en un instante de entendimiento. Mientras hablaban se percataron de que la única forma de generar soluciones era hablar con quien se dedicaba a caminar la vida desde una disciplina distinta.
Así, las disciplinas comenzaron su diálogo, la biología se dio cuenta de que necesitaba a las ciencias sociales, el diseño se tomó un café con la ecología, y así se formó un círculo de disciplinas con un solo objetivo en mente: apuntarle a la sostenibilidad.
Como explica Ricardo Rugeles, director del Departamento de Diseño de la Javeriana: “La sostenibilidad no es un conocimiento que podamos decir ´Este me lo guardo yo, ya tengo el título, entonces ahora es mío y gano más plata con esto´ sino que, si realmente queremos un mundo sostenible debemos preguntarnos cómo estamos aplicando esos temas”.
Educación, generación de conocimiento y sostenibilidad van de la mano
La educación y la generación de conocimiento son las semillas que cultivan un futuro sostenible, y para lograrlo es fundamental reconocer y construir soluciones a partir del conocimiento generado en las comunidades.
En ese sentido, se debe formar investigadores capaces de identificar las relaciones de poder en las dinámicas sociales, ecológicas y académicas, además de forjar diálogos interculturales e intergeneracionales que tengan en cuenta las subjetividades de cada actor y enriquezcan los frutos del proceso investigativo.
“La clave está en aprender a escuchar, no creer que se tiene la verdad absoluta, tener una ética del cuidado y aprender de las comunidades” propone Diego Alejandro Patiño, director de Departamento de Electrónica en la Javeriana.
Es crucial adherirse a estos criterios, pues las soluciones efectivas a los retos que plantea la sostenibilidad no nacen desde ciudades que dictan a los territorios qué hacer; por el contrario, son aquellas en las que las comunidades tienen un rol protagónico en su planteamiento y ejecución.

La acción requiere un cambio de lentes
Nuestros abuelos no mentían al decir “del dicho al hecho hay mucho trecho”, por ello es preciso preguntarnos ¿Cómo implementamos todo lo que discutimos?
La respuesta de los panelistas fue concisa: necesitamos un cambio de paradigma. La perspectiva antropocéntrica nos ha llevado como sociedad a un punto de deterioro ecológico y vulnerabilidad social sin precedentes.
A la fecha hemos traspasado 7 de los 8 límites justos y seguros de nuestro planeta, que representan las fronteras máximas en donde el impacto de las actividades antrópicas no pone en riesgo el bienestar de las poblaciones humanas, ni el funcionamiento de los sistemas del planeta tierra.
Las luces rojas están encendidas, es hora de caminar por otra senda. Nuestra misión es mudarnos del antropocentrismo, que coloca a ser humano por encima de todos los otros elementos del universo, hacia el ecocentrismo, que reconoce la importancia e interconexión de todas las formas de vida y los elementos del entorno.
Estos lentes ecocentristas pueden implementarse en todas las disciplinas, tal como lo demostró Mónica Ramos, directora del Departamento de Administración de la Javeriana “Hoy es evidente que nuestro sistema económico es insostenible porque el motor de crecimiento económico está basado en el consumismo.”
“Esto es de persistencia, no es de eventos chiquitos y de momentos, sino que es todo un proceso. La invitación es a ser persistentes y yo creo que ahí está la esperanza”
María Adelaida Farah, vicerrectora Académica y vicerrectora de Extensión y Relaciones Interinstitucionales, PUJ.
Estas reflexiones resaltan la necesidad de pensarnos como una humanidad profundamente diversa que fluye y se entreteje con los procesos ecológicos de nuestra tierra. Puede que observar la realidad desde la ecología integral sea el tirón que, por fin, nos permita desenredar poco a poco la madeja de los conflictos sociales y ecológicos que hemos causado.