Juana Muñoz todavía no sabe bien por qué terminó estudiando bacteriología. Durante su infancia soñaba con hacer ciencia e impactar en la salud humana encontrando nuevas alternativas para combatir enfermedades
Cuando empezó a estudiar bacteriología en la Pontificia Universidad Javeriana no pasó mucho tiempo para que se convenciera de que eso era lo que la apasionaba. “Para la materia de Introducción a la bacteriología vinieron varias profesoras que nos contaron sus investigaciones, había una que ya había patentado un medicamento en la universidad. Otras investigaban el cáncer, enfermedades infecciosas y neurodegenerativas. Ahí vi un mundo de oportunidades y muchísimos problemas por resolver”, relata.
Tan emocionada estaba, que desde segundo semestre se vinculó al Semillero de investigación en Diabetes y obesidad, de la Facultad de Medicina, y al de Enfermedades Infecciosas, de la Facultad de Ciencias. Allí comenzó a escribir documentos científicos, a estructurar investigaciones e incluso participó en una investigación con ratones de laboratorio.

Este último trabajo le aumentó la capacidad de asombro y le sirvió para cuestionar e intentar entender fenómenos y procesos de la salud. “Recién entré al grupo, la profesora Janet González, líder del grupo de investigación en Bioquímica Experimental y Computacional, me hablaba de que no había tantas mujeres trabajando con datos y computadores”, cuenta. Por esta recomendación se especializó en el análisis de proteínas a partir de su estructura.
Su tesis de pregrado fue un proyecto que usaba enfoques computacionales de análisis de datos con el fin de priorizar algunas proteínas para el diagnóstico de teniasis, una infección parasitaria causada por la tenia.
Este proyecto de grado lo realizó con el Instituto Nacional de Salud y fue evaluado por la profesora González, quien valoró el trabajo de Juana y además de darle mención de honor, la invitó a trabajar en otro proyecto.
Así, desde hace dos años esta bacterióloga hace parte de una investigación colaborativa entre expertos de la Universidad Javeriana de Colombia y la Universidad de Concepción de Chile. “Mi proyecto básicamente consiste en buscar moléculas a nivel computacional que sean prometedoras para diseñar fármacos que puedan tratar el alzhéimer”, explica.
Hoy en día los métodos para saber qué fármacos se pueden sintetizar en el laboratorio y validar para el tratamiento de una enfermedad se buscan mediante programas de computador que filtran información ya reportada en otras investigaciones. Esto permite reducir costos, y el tiempo invertido en la búsqueda.

“Lo que nosotros hacemos es implementar metodologías, como los flujos de trabajo o redes de interacción, para buscar en todas las bases de datos disponibles y de lo que se ha reportado, qué moléculas podríamos empezar a trabajar en el laboratorio para buscar una terapia para el alzhéimer”, sostiene.
Esta enfermedad neurodegenerativa es multifactorial y este tipo de estudios ayudan a proponer nuevos fármacos que ataquen las causas de la enfermedad de manera más integral.
Actualmente, el equipo intenta estandarizar este modelo investigativo para aplicarlo a enfermedades como el Párkinson, el Huntington o la Esclerosis Lateral Amiotrófica – ELA.
Juana Muñoz apenas tiene 22 años. Hace unos meses se graduó del pregrado y mediante la modalidad de coterminales que ofrece la facultad, pudo adelantar la mitad de la Maestría en Ciencias Biológicas usando esta investigación como su tesis. Espera recibir su nuevo título en marzo de 2023 y está trabajando en el artículo que una revista científica ya está interesada en publicar.
Suele ser la menor en este grupo interdisciplinar y aunque trabaja con personas con muy altos perfiles académicos, ha aceptado el reto con decisión.
“Siempre ha sido trabajo colaborativo y eso hace que todo el mundo tenga la intención de ayudar. Yo creo que la edad no ha sido algo preocupante porque sentía como si todos estuviésemos aprendiendo. Claro, me esforzaba por aprender, pero nunca sentí el susto de que soy muy pequeña o que me falta preparación”, manifiesta Juana.
Su participación en esta investigación es financiada por la convocatoria de Jóvenes talento en salud, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Una de las motivaciones que ha encontrado en estos años ha sido ver que en los proyectos de investigación en los que ha trabajado y algunos de los que más le gustan, son liderados por mujeres. Aun así, mantiene una visión crítica sobre los énfasis que se eligen en el pregrado.
“Yo creo que a las mujeres nos falta creernos que somos capaces de ser investigadoras. Uno a veces cree que su único papel está en la clínica. Esta es una carrera en la que la mayoría somos mujeres, pero a veces lo que uno se da cuenta es que quienes optan por la investigación son los dos hombres que entraron al pregrado”, argumenta.
Llama a sus compañeras a seguir el ejemplo de otras mujeres que han sobresalido por su actividad científica e invita a aprovechar espacios como los semilleros de investigación desde los primeros semestres. Desde su experiencia, fue muy importante participar en espacios de formación más allá de las clases y cree que fueron fundamentales para consolidarse como investigadora a tan corta edad.
Juana todavía mantiene el sueño de ser doctora y tiene claro que en unos años ese será su objetivo. “Quisiera hacer otra maestría antes de meterme de lleno al doctorado porque siento que todavía me falta profundizar en algunos temas y creo que aún soy joven. Todavía hay tiempo. Mi idea es hacer toda la aplicación para una maestría en bioinformática en Barcelona una vez finalice la maestría de la Javeriana”, dice.
Tiene claro que su futuro será la investigación porque es lo que le gusta. Su sueño, después del doctorado, es tener su propio laboratorio de investigación y poder motivar a más mujeres a elegir ese camino, así como un día la inspiraron a ella.