En respuesta a las altas tasas de violencia basada en género y de embarazo en la adolescencia en las zonas rurales del Valle del Cauca, un equipo de investigadoras de Javeriana Cali desarrolló un proyecto de investigación-acción para promover los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres rurales. A través de procesos de cocreación, las investigadoras y las mujeres participantes crearon el juego de mesa ‘Rumores’, una herramienta educativa poderosa que fortalece a las mujeres en el ejercicio de sus derechos.
En las zonas rurales del Valle del Cauca, 83 de cada 1.000 adolescentes son madres, una cifra que supera ampliamente el promedio nacional (57,8 de cada 1.000), según datos del DANE (2020). Esto ocurre en un contexto marcado también por altas tasas de violencias basadas en género (VBG). En 2015, en las zonas rurales de Colombia se registraron 4.385 casos de violencia intrafamiliar, de los cuales 3.414 (el 77,9%) correspondieron a VBG. Entre 2015 y 2018, los casos aumentaron un 40,9%, reflejando la persistencia de entornos que vulneran los derechos de las mujeres y dificultan su acceso pleno a la salud sexual y reproductiva, según datos de la Dirección de la Mujer Rural del Ministerio de Agricultura.
Es allí donde entra el proyecto de investigación-acción-participativa (IAP) de la Pontificia Universidad Javeriana, seccional Cali, que se propuso analizar los desafíos y oportunidades para la promoción y garantía de los derechos sexuales y derechos reproductivos (DSDR) en mujeres de contextos rurales de cuatro municipios del Valle del Cauca. El proyecto fomentó la participación de las mujeres rurales en la generación y difusión del conocimiento, a través de grupos de discusión, debates, actividades y la cocreación del juego de mesa ‘Rumores’ sobre DSDR, adaptado al contexto rural.
El proyecto contó con la financiación del Fondo de Investigación Fundación WWB y el apoyo de la Gobernación del Valle del Cauca, y tuvo incidencia en los municipios de Cali, Palmira, Yumbo y Buga. La investigadora principal fue Linda Teresa Orcasita, psicóloga, magíster en Familia, candidata a doctora en Estudios de Familia y profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la Javeriana Cali. Además, el proyecto contó con la participación de Paula Andrea Hoyos, doctora en Psicología y profesora del Departamento de Ciencias Sociales, y Olga Lucía Orozco Cruz, investigadora local del proyecto, entre otras investigadoras, voluntarias y estudiantes.

El juego de mesa ‘Rumores’ como proceso de cocreación con mujeres
El juego de mesa ‘Rumores’ tiene en su esencia trabajar la prevención de violencias basadas en género y fomentar el cuidado colectivo entre mujeres abordando los derechos sexuales y reproductivos, que históricamente han sido tabú. El juego se fue construyendo con el grupo de mujeres y con el apoyo del Centro de Juegos y Experiencias Interactivas de Javeriana Cali. Las investigadoras realizaron una revisión exhaustiva de la literatura de más de 100 artículos científicos y afirman que Rumores es el primer juego de mesa en Colombia dirigido a mujeres en zonas rurales y orientado a esta temática desde una perspectiva de género.
La profesora Orcasita decidió trabajar en esto porque estaba conmovida por las altas cifras de violencias basadas en género y embarazos entre los 10 a 14 años en zonas rurales. Sabía que era una prioridad y que debían hacer algo. “Hemos identificado la importancia que tiene conocer y exigir los derechos sexuales y derechos reproductivos. Si no los conocemos y apropiamos, hay más probabilidades de que sean vulnerados”, comparte la profesora.
Estas realidades motivaron a las investigadoras a pensar un proyecto que no solo analizara datos, sino que se involucrara directamente con las mujeres rurales para construir soluciones conjuntamente. “Queríamos escuchar a las mujeres, reconocer sus voces, sus necesidades y construir con ellas herramientas que les sirvieran en sus contextos”, explica la profesora.
Realizaron una convocatoria de 120 mujeres de los cuatro municipios para que participaran en el proyecto y desarrollaran, de la mano del equipo de de investigación, una metodología mixta. Esta incluyó un componente cuantitativo, con encuestas para identificar la prevalencia de violencia y barreras en el acceso a derechos. Además, un abordaje cualitativo con grupos de discusión y entrevistas en profundidad. Y finalmente, una etapa de co-creación con talleres participativos para diseñar el producto educativo: el juego de mesa ‘Rumores’.

El enfoque participativo fue transversal en el proyecto con las mujeres
El enfoque participativo se evidencia, no solo en la metodología, sino en la composición misma del equipo de trabajo. Por ejemplo, Olga Lucía Orozco, una lideresa comunitaria, fue coinvestigadora del proyecto y garantizó que la investigación y sus resultados fueran un fiel testimonio de lo que necesitaban las mujeres. El proyecto convocó también a estudiantes y egresadas voluntarias. “Fue inesperado, pero al final tuve 20 personas colaborando en el proyecto. Ellas fueron la semilla del proyecto”, asegura la investigadora.
Además, desde la logística misma de las actividades garantizaron la participación de madres en el estudio, mediante un rubro especial para el cuidado y recreación de los niños en las jornadas de trabajo. “Eso permitió que muchas mujeres dijeran: sentimos que esto era un espacio necesario que pensaron en nosotras”, comparte la profesora Orcasita. Además, reconocieron su rol en el proyecto con diplomas de ‘Guardianas de los derechos sexuales y reproductivos’ y con incentivos que permitieran la participación constante en el proceso. Para la investigadora, esto fue clave, pues “toda la labor que hacen las mujeres es no remunerada, quisimos reconocer su tiempo y compromiso”.
La metodología buscó que las mujeres reconocieran su papel como sujetas de derechos. En el proceso de co-creación construyeron un producto educativo innovador, atractivo y útil para las comunidades, pues como dice la investigadora: “queríamos que fuera algo cercano, divertido y transformador. Así surgió la idea de construir un juego de mesa, porque nos dimos cuenta de que aprender jugando podía ser una estrategia poderosa”.
Desde el manual de instrucciones el juego está pensado para conectar con las jugadoras a partir del reconocimiento de su rol como mujeres rurales, pues, por ejemplo, la primera instrucción dice: “respira antes de empezar y tómate un momento para ti”. Esto resonó muy bien con las participantes, quienes sintieron que el juego conectaba con su cotidianidad, sobrecargada por responsabilidades asociadas a labores del cuidado. Además, el juego está compuesto por casos reales de diferentes categorías, como violencias basadas en género, entorno y realidades, derechos sexuales y reproductivos, erotismo y vínculos, género y diversidades.

El juego ‘Rumores’ cuenta adicionalmente con premios y retos, que están contextualizados a las zonas rurales de Colombia, y que son asequibles para las experiencias percibidas por las mujeres. Por ejemplo, un premio es preparar platos saludables y aprender sobre alimentación con el grupo, o realizar una jornada de juegos de mesa, o una tarde para compartir café mientras se reflexiona sobre experiencias personales y consejos de vida. Los retos están orientados de la misma forma, buscando explorar las autopercepciones de las mujeres y promover la introspección y sororidad entre ellas.
Con este proyecto, las participantes no solo aprendieron, sino que fortalecieron su autoimagen y comprendieron de forma integral sus derechos sexuales y reproductivos, sin miedos ni tabús. Ahora son mujeres con mayor agencia y apropiación para la exigibilidad de sus derechos y reconocimiento de rutas de atención.
Las investigadoras son conscientes de que las problemáticas que están estudiando persisten en otras mujeres de contextos rurales y urbanos y están planeando nuevas acciones. Según sus hallazgos, en los municipios participantes se evidencian altos niveles de violencia basada en género muchas veces normalizada. Entre ellas, la violencia sexual, física, psicológica, económica, patrimonial y estructural. Además, continúan las barreras para denunciar por miedo, vergüenza o desconocimiento. Y hay mucha desinformación sobre métodos anticonceptivos y sus efectos, lo que genera desconfianza y embarazos no planeados.
Con esto en mente, además del desarrollo del juego, las investigadoras analizaron las políticas públicas de los municipios sobre temas de género. Después de su lectura analítica elaboraron una serie de recomendaciones de cómo incluir las necesidades de las mujeres de zonas rurales, con un enfoque diferencial, territorial y considerando las diferencias de edades.
El sueño de las investigadoras es llevar el proyecto y el juego ‘Rumores’ a otros municipios del país. Además, uno de los temas que derivan de esta investigación y que les gustaría explorar a futuro es el de las masculinidades en contextos rurales, y cómo entre hombres y mujeres pueden construir soluciones sólidas a los problemas que los afligen. “Queremos hacer un ‘Rumores’ para hombres, porque si no hacemos trabajo con los hombres, lamentablemente esta problemática no se va a transformar”, concluye la investigadora.



