Para llegar a la Antártica desde Nueva Zelanda nos demoramos alrededor de ocho días y navegamos aproximadamente 1700 millas náuticas (3149 km). Experimentamos diferentes tipos de oleaje, un mar fuerte y uno calmo, baja y buena visibilidad. Además de la nieve, ver nevar sobre el mar fue una nueva experiencia para mí, un poco extraña, ya que hasta ahora he trabajado la mayoría del tiempo en mares tropicales. La temperatura disminuye a medida que comenzamos nuestra ruta hacia el sur. Cuando salimos de Lyttelton (Nueva Zelanda) la temperatura estaba en 9°C y en la Antártica hemos estado hasta -7.6°C.

También tuve la oportunidad de observar el cambio en la presencia de las diferentes especies de aves, hasta ahora he visto 15 especies. Algunas tienen un rango de distribución Subantártico y otras Antártico, es decir, las primeras están en latitudes más bajas que las segundas. En el recorrido hacia la Antártica, por ejemplo, tuve la oportunidad de ver el petrel de pico fino (Pachyptila belcheri), desde que zarpamos hasta la latitud 67° Sur. Esta especie la pude observar durante cuatro días seguidos, sobrevolando y alimentándose cerca de la embarcación, en grupos desde dos hasta veinte individuos. Así como el albatros de ceja negra (Thalassarche melanophris), que también observé desde los 52° hasta los 62° Sur. Esta especie no la vi en grupos grandes, solo un individuo y máximo tres sobrevolando el buque o descansando sobre el agua.


Finalmente, llegamos a la Antártica, un lugar de muchos contrastes y diferentes paisajes. No me alcanzan las palabras para describir este espectáculo de la naturaleza: es realmente un lugar muy especial, lleno de vida, de agua, de hielo, de nieve, de blanco.

En muchas ocasiones, cuando estoy trabajando, observando el mar para registrar un mamífero acuático o ave, me encuentro maravillada observando el paisaje y una vez más me doy cuenta que estoy en uno de los lugares más hermosos del planeta Tierra.

Y así llega el día de mi primer avistamiento de un mamífero marino en la Antártica, una ballena Minke. Era un muy buen día, con condiciones climáticas muy favorables para mi trabajo. El mar estaba tranquilo, no hacía mucho sol y nos encontrábamos navegando, cuando de repente vi un soplo a unos 1.000 metros de la proa de la embarcación –un soplo es el vapor de agua que se forma sobre los nostriles (orificios nasales) cuando la ballena exhala aire–. También logré ver su aleta dorsal, con la cual identifiqué su especie. En la Antártica se encuentran siete especies de ballenas, las cuales se pueden diferenciar por medio de sus aletas dorsales, pectorales, cola o forma de la cabeza.

Esta especie es la más pequeña de todas las ballenas, un adulto puede llegar a medir alrededor de 10 metros de largo. Ningún individuo se ha acercado mucho a la embarcación hasta el momento, siempre los he visto de lejos, cuando están exponiendo su aleta dorsal o cuando están respirando. Sin embargo, no es fácil, ya que su soplo se desvanece muy rápido con el viento. Solamente una vez cuando estábamos en un punto de muestreo con la embarcación casi inmóvil, una ballena Minke paso bajo el agua por la proa y logré verla respirando al mismo tiempo que oía su exhalación. Este mamífero es el que he registrado en más oportunidades con ocho avistamientos, por lo general, sólo uno o máximo dos individuos.
Además, he visto durante tres oportunidades orcas (Orcinus orca). Comúnmente se les llama ballenas asesinas, sin embargo, no son ballenas, pertenecen a la familia de los delfines, pero son las más grandes de este grupo. Tampoco se han aproximado mucho a la embarcación, lo más cerca que han estado ha sido alrededor de 500 metros. Pero vi un grupo grande, de 30 animales aproximadamente, donde pude observar machos, hembras y juveniles. Los otros dos avistamientos han sido grupos más pequeños, de cuatro y cinco individuos. Un adulto de esta especie puede llegar a medir alrededor de 9 metros de largo y los machos se caracterizan por tener una aleta dorsal que puede llegar a medir dos metros de altura.

En la siguiente columna les seguiré contando sobre los animales antárticos que he tenido la oportunidad de observar hasta el momento.
* La participación de la egresada javeriana en biología Nohelia Farías Curtidor a esta expedición cuenta con la financiación de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana.
1 comentario
Felicitaciones para Nohelia!!! Hija de una gran maestra mi amiga Esperanza Curtidor, quien con su esposo, han Sido unos grandes ejemplos de responsabilidad y lucha!! Me gusta ver cómo disfrutas lo que haces!!! Que orgullo para la familia, la universidad y el pais, contar con investigadores apasionados como Tú. Dios te cuide siempre.