La nieve que había sido una compañera constante, se ha ido y tengo que confesar que extraño su belleza; sin embargo, los diferentes colores como el café, el amarillo, el verde claro, el verde oscuro, un rojizo, que empiezan a surgir en las hojas de los árboles retoñando, también es algo muy hermoso de contemplar.
Además, se empieza a observar otro tipo de fauna que va llegando, a medida que el frío va cediendo. Como es el caso de la culebra rayada común (Thamnophis sirtalis), una especie de reptil diurno e inofensivo que habita en Estados Unidos y Canadá, de más o menos 60 centímetros de largo, tiene una cantidad muy baja de veneno que puede ser tóxica para anfibios, ratones y otros animales pequeños, pero no es peligrosa para el hombre. Estos reptiles salen de su periodo de brumación (disminución de actividad y alimentación durante el invierno) al inicio de la primavera.

Tuve la oportunidad de ir a remar al bello lago Grafton, un cuerpo de agua de alrededor de 1.3 km2 situado dentro de una reserva, ya que es un sitio activo de anidación de un ave que llega en primavera a los lagos de Norteamérica y Canadá. El colimbo grande (Gavia immer), es un animal realmente imponente. Observar sus colores verde, blanco y negro, que con los reflejos del sol se tornan a índigo, es ciertamente un espectáculo. Esta especie es un ave acuática buceadora y migratoria, que se encuentra en Norte América y Europa, mide entre 60 y 100 centímetros de largo, siendo más grande que los patos y llegando a pesar entre dos y seis kilogramos; además es piscívora (se alimenta de peces), a los cuales atrapa buceando. Puede llegar a profundidades de hasta 60 metros y durar sumergida por un periodo de tiempo de hasta tres minutos.

Otra especie de ave que logré ver en el lago Grafton, fue el ganso de Canadá (Branta canadensis) (fotografía del banner). Esta especie es monógama y por lo general sus individuos permanecen juntos, con su pareja, desde el segundo año de sus vidas hasta cuando mueren. A finales del invierno y principios de la primavera tienen sus polluelos, a los que vimos nadando en fila, permanentemente protegidos por cada uno de sus padres, ubicados al inicio y al final de la línea. Si se sienten bajo algún tipo de amenaza, el macho empieza a desplegar comportamientos agonísticos, como vocalizaciones frecuentes, apertura de sus alas y persecución. Pueden llegar a medir entre 80 y 110 centímetros y a pesar entre tres y ocho kilogramos. Son principalmente herbívoros, pero también pueden consumir insectos y peces.
Otra especie que observé al comienzo de la primavera fue una ranita muy particular, en realidad muchas personas dicen que ella es la que avisa con su canto el comienzo de esta estación. La rana de la primavera peeper (Pseudacris crucifer), mide tan solo entre 25 y 40 milímetros y pesa de tres a cinco gramos. La verdad es sorprendente como un animal tan pequeño puede llegar a vocalizar tan fuerte. Estar a pocos pasos de ellas era un poco aturdidor, pero aunque se oyen muy fuerte y claro, podrán imaginarse que no fue fácil encontrar un ejemplar en medio de la noche. Además de su pequeño tamaño, se camuflan muy bien entre las ramas de las orillas de los cuerpos de agua.

Me encantó el invierno en el Norte de Estados Unidos y la primavera también ha traído su magia, y bueno, tal como están las cosas, lo más probable es que también pueda ver las sorpresas del verano.