Por lo general, la Historia, con H mayúscula, podría sentirse distante y fría, y generar temor frente a aquello que se desconoce —por lo menos, las primeras veces que se indaga por ella―. Sin embargo, si este acercamiento se hace desde la reflexión, la pregunta por esta disciplina se torna en una experiencia que invita a profundizar sobre sus sentidos, sus estructuras y su propia temporalidad, además de evocar la indagación en el oficio del historiador.
Este entender nace también de un acercamiento epistemológico a la historia, es decir, de una perspectiva que indaga sobre dicho conocimiento. En ese sentido, este tipo de aproximaciones requieren de vivencias que den cuenta de múltiples lecturas de la disciplina histórica, unas más académicas y otras, tal vez, un poco más personales.
Esto sucede, justamente, en una de las más recientes publicaciones de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Pensar la historia: notas para un debate epistemológico, del profesor y director del Departamento de Historia Eduard Esteban Moreno Trujillo.
Esteban Moreno Trujillo. En la obra, el autor propone un diálogo entre el campo histórico, los estudiantes y su experiencia, de modo que el tejido que crea se expande hasta llegar a aquellos puntos de contacto con el quehacer del historiador. Esto le permite crear nuevas consideraciones, siempre inciertas y de ningún modo absolutas, que invitan a preguntarse constantemente por la importancia de las fuentes y la memoria.
Para llegar a ello, Moreno propone cinco entradas que dan paso a una profunda ponderación sobre la historia. En el primer acápite, “Epistemología”, se despliega el significado del término, con el fin de establecer el vínculo entre poder y verdad, así como una crítica de la cientificidad de lo que se conoce como historia.
Lo anterior da paso a la segunda entrada, en la que se pregunta ¿“Qué es la historia”?. Allí, el autor invita a “incomodarse”, pues cuestiona la manera en la que se han pensado tanto el oficio del historiador como los usos que se han hecho de esta disciplina.
La tercera entrada, “Los conceptos”, se encarga de vincular los múltiples términos que giran alrededor de esta disciplina, como memoria, poder, verdad, tiempo… Estas nociones permiten establecer puentes entre el lugar de la historia y sus epistemologías, para develar su fragilidad epistemológica, aquella que pone en jaque el lugar del historiador, ya que implica un compromiso con el presente, a saber, una toma de postura frente a la realidad sociopolítica del mundo.
En el cuarto capítulo, “La historia en la historia”, el autor, a través de un recorrido desde la Antigüedad hasta la Modernidad, navega por estos laberintos historiográficos para entender las diferentes epistemes que han atravesado la disciplina y que la siguen acompañando hoy en día.
En la quinta entrada, “La crítica en la historia”, Moreno se remonta a la ruptura epistemológica de la historia a mediados del siglo XX, particularmente con las dos generaciones de la Escuela de Frankfurt.
Según el investigador, esta ruptura implicó la apertura a un mundo más complejo, pues se establecieron nuevas relaciones y nuevos diálogos con otras disciplinas de las ciencias sociales, se develó el compromiso social de la historia con la realidad, y se estableció una crítica que se apartó de la razón instrumental y que es capaz de transitar por los intersticios de la historia.
La obra se cierra con una reflexión acerca del lugar de enunciación de los historiadores en la actualidad ―y sus implicaciones políticas y sociales―, y sobre la consciencia de lo imposible que resulta conocer en su totalidad la historia, junto con lo que ello involucra. No obstante, esto no significa que quienes se dedican a este oficio no puedan emplear una metodología que cuestione los archivos, las fuentes y la memoria.