La confianza en la ciencia ha sido golpeada por el movimiento antivacunas, las teorías de conspiración alrededor de la pandemia del COVID-19 y los ataques sistemáticos de políticos, como Donald Trump, hacia prestigiosas universidades y centros de pensamiento. En medio de esta crisis de credibilidad, un campo de la economía sostiene que, estudiando la integridad de los científicos, la forma en la que compiten entre sí y la transparencia con la que asumen su rol, puede mejorar su rol en la sociedad.
Un ponente de esta economía de la ciencia es Zacharias Maniadis, titular de la Cátedra Europea en Política y Estudios de Ciencia e Innovación en la Universidad de Chipre, y quien estará en la Pontificia Universidad Javeriana como profesor invitado. El próximo 5 de agosto, Maniadis se sentará a conversar con el profesor César Mantilla, director del Departamento de Economía de la Javeriana, sobre la manera en que la economía puede ayudarnos a tener una ciencia más íntegra y, así, mejorar la confianza de la ciudadanía en el conocimiento que se produce en la academia.
La confianza en la ciencia
Un estudio publicado en enero en Nature Human Behaviour, encontró que la confianza de los ciudadanos en la ciencia continúa siendo alta. En promedio, los encuestados de 68 países calificaron como moderada–alta su confianza en la ciencia, con un promedio 3.64 (la calificación iba de 1 a 5). En Colombia, el promedio fue de 3.65.
A su vez, los autores encontraron correlaciones preocupantes. Por ejemplo, ser hombre o conservador está conectado con declarar bajos niveles de confianza en la ciencia. De otro lado, hallaron que el posible vínculo entre confianza y posición política varía según el país.
Así, en Estados Unidos confiar en la ciencia está relacionado con ser liberal. En ese país, ya en noviembre de 2024, una encuesta del centro Pew mostraba cómo el 76% de los estadounidenses tiene un “buen grado” de confianza en los científicos. Si bien la cifra es un aumento respecto del 73% que se había registrado un año antes, sigue siendo un nivel de confianza menor al que se registraba en 2019, antes de la pandemia, cuando estaba por encima del 80%.
“La teoría económica es potencialmente útil como indicador para el trabajo empírico, pero también para diseñar reglas del juego bajo las cuales se desarrolla la ciencia”, escribió Maniadis en un artículo publicado junto a Thomas Gall, y John P. A. Ioannidis en 2017. En este documento, reconocieron que, “puede haber una brecha considerable entre los postulados económicos sobre la mejor manera de organizar la producción de nuevos conocimientos y el discurso en otras disciplinas sobre cómo abordar el problema de la credibilidad”, y aseguraron que es necesario cerrar esa brecha.
La economía y la credibilidad de la ciencia
¿Qué podrían hacer los científicos para mejorar estas cifras? ¿Cómo puede la ciencia continuar siendo de las instituciones con mayor legitimidad entre los ciudadanos en las encuestas de opinión? Mientras suenan llamados a la sanción, el profesor Zacharias Maniadis sostiene que la ciencia puede mejorarse con más ciencia: una que se aferre a buenas prácticas, a métodos de ciencia abierta y que promueva la meta-investigación.
Su posición la defendió en marzo de 2017, cuando Maniadis, también profesor de Economía en la Universidad de Southampton (Reino Unido), intervino ante el Parlamento británico en medio de un debate sobre integridad científica. El académico sostuvo que criminalizar los casos extremos de mala conducta de los científicos no solo es innecesario, sino que no traería los resultados deseados.
En contraste, Maniadis aseguró que las autoridades no deberían concentrarse en los casos que claramente son mala conducta, como la falsificación de datos, sino en acabar aquellos que caen en una “zona gris” moral. Citó un artículo publicado por él, basado en aportes de la teoría de juegos ampliamente usados en política criminal, donde asegura que la mala conducta tiene un gran costo para los científicos, por las consecuencias que enfrentan si son detectados, a la vez que trae grandes beneficios si en efecto sus investigaciones mal habidas son publicadas. Mientras tanto, las prácticas investigativas cuestionables tienen costos menores y generan beneficios menores, pero si se convierten en la regla, pueden ser un gran problema.
Maniadis sostuvo ante el Parlamento: “La idea es la siguiente: si una nueva política dificulta que todos obtengan una ‘pequeña’ ventaja en la publicación, el investigador promedio percibirá un campo de juego relativamente nivelado (aparte de la mala conducta, que tiene un alto costo). Esto significa que la mala conducta ya no es necesaria para no caer en una posición desventajosa y, por lo tanto, sus altos costos la hacen menos atractiva”. En ese sentido, medidas tan simples como “listas de comprobación” con pasos claros que los científicos deban seguir para adherirse a estándares consistentes, podrían reducir los casos extremos de mala conducta.
El rol de la meta-investigación
Zacharias Maniadis es un defensor de la transparencia en la investigación y de incorporar métodos de ciencia abierta a su labor. Su trabajo entra en lo que se conoce como meta-ciencia o meta-investigación, que se ha definido como la disciplina que investiga la investigación misma para determinar las prácticas, incentivos e instituciones que caracterizan la producción de conocimiento.
Al utilizar herramientas de la economía en su análisis, su investigación analiza los incentivos que tienen los científicos en su labor. Por ejemplo, para escalar el conocimiento a intervenciones sociales como políticas públicas, un paso necesario es la replicación de los estudios, que, en otras palabras, significa repetir el experimento en otros contextos y por otros investigadores, para determinar que los hallazgos se sostienen y tener certeza sobre los hallazgos iniciales.
Maniadis también ha escrito sobre cómo los científicos tienen incentivos para evitar la replicación. Algunos de estos incluyen que en el entorno académico hacer réplicas no es percibido como un aporte relevante y original al conocimiento, que toma mucho tiempo y puede tener efectos adversos en el colegaje e influenciar decisiones sobre la estabilidad laboral de los implicados. Mientras todos estos factores implican un alto costo para replicar estudios, los estímulos para hacerlo son escasos poniendo en riesgo uno de los principios fundamentales de la investigación pues permite entre otras cosas hacer más confiables los datos que se producen.
Entonces, ¿Cómo incentivar mayores réplicas?, ¿qué otros elementos sobre la ciencia nos revelan el campo de la meta-investigación? ¿Cómo la mirada de la economía le aporta a la construcción de la confianza en la ciencia? Estas son algunas de las preguntas que se resolverán en el Café Pesquisa del próximo 5 de agosto, a las 5:00 p.m. en el auditorio Carlos Corredor del edificio de Ciencias de la Universidad Javeriana.