En Colombia, la investigación sobre la enfermedad del Alzheimer tiene un antes y un después, gracias al trabajo de Francisco Lopera Restrepo y el descubrimiento de la llamada mutación paisa, una variante genética única de la enfermedad que afecta, especialmente, a familias antioqueñas oriundas del municipio de Yarumal.
Lopera Restrepo, médico, neurocientífico y referente en la investigación del Alzheimer, falleció el 10 de septiembre de 2024 en Medellín, Colombia. Hace casi 40 años, inició la construcción de la genealogía familiar de un grupo de personas en el norte de Antioquia que tenían señales tempranas de demencia. Así, identificó la mutación G280A y su relación con la aparición temprana de la enfermedad.
Pablo Reyes, profesor de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana y presidente del Colegio Colombiano de Neurociencias, comenta que el profesor Lopera siempre tuvo como norte encontrar la cura para el Alzheimer; “estudiar la enfermedad es difícil, te reta como investigador porque sabes que los grandes cambios no van a llegar rápido, pero el profesor Lopera entendió esto y siempre tuvo la esperanza de que vamos a encontrar la cura y la forma de proteger a las familias”, explica.
Hace décadas, cuando Francisco Lopera inició su investigación sobre el Alzheimer, enfrentó no solo la complejidad de la enfermedad, sino el reto de encontrar los pacientes que la padecían. Sin embargo, su búsqueda trajo sus frutos, al hallazgo de la mutación se le sumó también la oportunidad de reconocer las señales tempranas de esta enfermedad, aquellas que aparecen antes de los síntomas visibles.
“El hallazgo de este gen sirve de base para entender la enfermedad de Alzheimer, y si bien es una mutación específica para una comunidad en una región antioqueña, se convierte en un ejemplo paradigmático sobre posibles tratamientos y curas de la enfermedad”, afirma el profesor Reyes
Reyes resalta cómo este descubrimiento no solo ha impactado a las familias de Antioquia, sino que también ha llamado la atención de la comunidad científica internacional, con quienes Francisco Lopera logró consolidar una red de cooperación académica para el estudio y tratamiento de la enfermedad.
Fue esa misma red, la que le permitió al profesor Lopera iniciar en 2013 uno de los ensayos clínicos más grandes para la búsqueda de un tratamiento de esta enfermedad, a través de la iniciativa API Colombia —Alzheimer Prevention Initiative. En 2022 su grupo anunció los resultados, y aunque el medicamento probado en pacientes con la mutación genética no mostró efectividad, no se menguaron los ánimos de Francisco Lopera ni del Grupo Neurociencias de Antioquia para continuar estudiando la enfermedad.
Su tenacidad y su aporte a las neurociencias fue reconocido en abril de este año, con el Potamkin Prize for Research in Pick’s, Alzheimer’s, and Related Diseases, otorgado por la Academia Americana de Neurología y la Fundación Americana del Cerebro, en Estados Unidos. Lopera se convirtió en el primer latinoamericano en recibir este reconocimiento, que algunos llaman el “nobel” de la investigación sobre enfermedades neurodegenerativas.
Nadie puede solo
Francisco Lopera no se limitó a los laboratorios. Su enfoque en la investigación siempre fue multidisciplinario y profundamente humano, pues para él las familias afectadas por la enfermedad no eran solo objetos de estudio, sino participantes en el proceso científico.
Reyes recuerda que “el profesor Lopera repetía mucho que las familias solas no van a encontrar la cura para la enfermedad y los científicos solos tampoco, pero juntos es posible. De hecho, por eso el lema del grupo Neurociencias de Antioquia es precisamente Juntos podemos”.
Para el investigador javeriano, uno de los legados más significativos de Francisco Lopera es esa mirada sobre cómo hacer ciencia en el área de la salud, pues este enfoque ha permitido que las comunidades afectadas por la mutación paisa se beneficien de diagnósticos más tempranos y de una mejor comprensión de los síntomas que experimentan sus miembros.
Además, Lopera impulsó el trabajo colaborativo entre disciplinas. La neurología, la genética, la psicología, la antropología y otras áreas del conocimiento han jugado un papel fundamental en la investigación desarrollada por el grupo Neurociencias de Antioquia, que lideró hasta agosto, antes de anunciar su retiro.
Francisco Lopera: un ejemplo de ciencia colaborativa para transformar la salud en Colombia
El legado de Francisco Lopera no se limita a sus descubrimientos y la mirada integral que le dio a la enfermedad del Alzheimer. También ha dejado una huella profunda en la forma en que la ciencia debería hacerse en Colombia.
Según Reyes, Lopera se caracterizó por sostener una relación colaborativa con sus colegas y estudiantes, “la horizontalidad en investigación es bastante valiosa porque nos permite escuchar a aquellos que a veces no tienen voz”.
Esta actitud de cooperación ha permitido que su grupo de investigación se fortalezca y crezca de manera exponencial. Los estudiantes que han pasado por su laboratorio han adoptado ese mismo enfoque colaborativo, lo que ha llevado a una mayor difusión de sus descubrimientos y al desarrollo de nuevas investigaciones.
Lopera también mostró que la responsabilidad de un científico no terminaba con la publicación de un artículo, sino que iba más allá, abarcando el impacto que su trabajo tendría en la vida de las personas. “Como científicos y científicas tenemos responsabilidades altas con la sociedad, al decidir hacer ciencia, asumimos unos valores y esas responsabilidades, y Francisco Lopera es un buen ejemplo de un científico que decidió asumirlos”, señala Reyes.
Su capacidad para trabajar en equipo, su dedicación a la ciencia de largo plazo y su compromiso con las comunidades afectadas por el Alzheimer son lecciones invaluables para las futuras generaciones de científicos. “Ojalá él pueda seguir siendo faro para hacer otro tipo de ciencia en salud”, concluye Reyes.