Con cinco días de diferencia se presentaron dos propuestas relacionadas con el uso de animales en actividades de investigación científica, educación y estudios biológicos para su debate en Senado y Cámara de Representantes.
Las organizaciones en defensa de los animales las aplauden, mientras quienes están en laboratorios y trabajo de campo, las vicerrectorías de investigación de las universidades, los centros de investigación científica, y asociaciones de ciencias biológicas prenden las alarmas.
Justamente por esa razón el representante a la cámara Juan Carlos Lozada, retiró su propuesta la semana pasada. Presentada el 20 de julio, tenía por objeto “limitar y regular el uso de animales en investigación, educación y estudios biológicos con el fin de establecer parámetros de protección y bienestar animal”. La defiende diciendo que su propuesta no prohíbe la investigación científica, sino invita a usar otros métodos para obtener medicamentos.
El 25 de julio, la senadora animalista Andrea Padilla Villarraga, por su parte, presentó otro proyecto de ley que “tiene por objeto regular las actividades de investigación académica y científica, las pruebas de toxicidad, los estudios biológicos y las actividades de educación en las que se utilicen animales vivos, con el fin de garantizarles a los animales un trato respetuoso y digno, en razón de su sintiencia”.
En comunicado del 17 de agosto, las vicerrectorías de ocho universidades proponen suspender los dos proyectos de ley “con la intención de construir un solo proyecto consensuado con las comunidades interesadas del país”.
Encuentran en la iniciativa de los legisladores “una oportunidad para fortalecer el sistema de experimentación con animales en Colombia”, pero hacen un llamado urgente no solo para ser parte de la construcción de la ley, lo que incluye múltiples miradas, sino que se reconozca a la comunidad científica del país como “asesores por excelencia del Estado colombiano” y se promueva la generación de conocimiento pertinente, el perfeccionamiento de tratamientos para mejorar la salud humana, y la toma de decisiones dirigidas a la protección y la conservación de la fauna silvestre.
Para los biólogos y científicos de otras áreas, resulta sorprende que limiten su actividad científica en un país que puntea en los rankings de mayor biodiversidad, que tiene el mandato de parte de la Misión de Ciencia de 2019 de promover la bioeconomía (economía basada en su biodiversidad), pero sobre todo, que aún tiene enormes vacíos de conocimiento en cuanto a las especies y sus características.
Un grupo de investigadores javerianos de las Facultades de Ciencias y de Estudios Ambientales y Rurales se suma a la comunidad científica colombiana: “que se retiren las dos propuestas hasta que realmente se deriven de un proceso que tenga en cuenta las apreciaciones y argumentos de toda la comunidad científica involucrada en el tema de fauna”, dijo Carlos Rivera, director del departamento de Biología a Pesquisa Javeriana.
“Está claro que esta propuesta de ley [refiriéndose a la del representante Lozada] estuvo bastante influenciada por animalistas, pero hay temas biológicos que quedan mal explicados, así como definiciones erradas que le quitan solidez”.
La discusión no solamente se centra en los animales usados en laboratorio con fines médicos, sino en el conocimiento general que surge del trabajo de los investigadores de fauna, por ejemplo, cuando estudian el estado de las poblaciones de las diferentes especies silvestres para poner en marcha estrategias de conservación, o al describir aquellas nuevas para la ciencia, o al estudiar cómo las afecta la pérdida de su hábitat.
O, como en el caso de la pandemia por coronavirus, la necesidad de estudiar los tipos de virus que se encuentran en un murciélago y su capacidad de transmitir al humano una enfermedad que se convirtió en pandemia. “Para entender si un murciélago puede ser vector de enfermedades es necesario obtener muestras de él, y en algunos casos sacrificar al animal, de tal manera que se puedan estudiar estos problemas de tipo biológico”.
“Eliminar la experimentación con fauna, su colecta y manipulación, simplemente no es viable”.
Carlos Rivera, director de Biología, Facultad de Ciencias, PUJ
Hay que colectar mariposas, insectos o aves para conocer la función que cumplen en el ecosistema que habitan. Es necesario colectar peces en los ríos, por ejemplo, para establecer cuánto afecta la construcción de represas.

En uno de sus apartes, el proyecto de ley de Lozada manifestaba que, si bien “en ningún caso podrán usarse animales silvestres en educación o estudios biológicos”, más adelante aclaraba que podría considerarse su uso “en caso de una emergencia ambiental que ponga en riesgo la supervivencia de la especie o una emergencia de salud pública que tenga conexión con dicha especie, siempre y cuando cuente con la autorización correspondiente”.
El biólogo e investigador javeriano Germán Jiménez, experto en manejo y conservación de fauna silvestre, dice que la propuesta refleja un desconocimiento del ejercicio de investigación con fauna. Para él, las excepciones “se viven todos los días en el país, porque todos los días hay riesgos para la supervivencia de la fauna silvestre”. Por ejemplo, conocer las relaciones de causa efecto asociadas a cambios en los hábitats y respuestas de la fauna, dice, garantiza escenarios de prevención de futuras zoonosis y pandemias, reduciendo los riegos para la fauna y los humanos.
Así, “la propuesta prohíbe tocar cualquier fauna silvestre… Eso incluye desde insectos hasta ballenas”, dice Rivera, y añade que ese artículo 11 es un problema porque no distingue entre animales vertebrados o invertebrados, lo que sí sucede en los Comités Institucionales de Cuidado y Uso de Animales, CICUA, que tienen las universidades nacionales con facultades de ciencia.
Estos organismos se encargan de evaluar y avalar los procedimientos de los proyectos que involucran el uso de fauna silvestre y definen, por ejemplo, el número máximo de especímenes que se requieren para hacer la investigación (sea experimentación o captura de ejemplares), o también, para implementar procedimientos que minimicen el dolor o angustia en los animales. Por su parte la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, ANLA, tiene normas de colecta.
Finalmente, Jairo Pérez, experto en ecología funcional aplicada a la conservación de mamíferos neotropicales, explicó a Pesquisa Javeriana: “Los animales participan en muchos procesos ecológicos (por ejemplo, dispersión de semillas, polinización, control de insectos transmisores de enfermedades o que plagas de cultivos) que redundan en el bienestar de las personas en el campo y las ciudades. Contribuyen a la estabilidad económica, de salud pública y social de las regiones. Mantienen el equilibrio de los ecosistemas que proveen servicios vitales a las personas”.
Rivera lamenta que los congresistas no hayan consultado a toda la comunidad científica antes de dar a conocer los textos de sus propuestas de ley. Pesquisa Javeriana conoció que Lozada se reunió con representantes del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y propusieron conjuntamente convocar a una audiencia pública en el Congreso de la República.