Mayito es un personaje de ciencia ficción que se vuelve real en Arroyo de Piedra, corregimiento del departamento de Bolívar, cuando acompañó a 20 mujeres afrodescendientes en su camino hacia la reconciliación y el empoderamiento con base en la fe cristiana.
Amas de casa, mucamas y vendedoras algunas de ellas, otras estudiando en el SENA, acogieron el llamado de investigadores javerianos de la Facultad de Teología que les mostró “cómo la fe en Dios las podía sacar adelante”, según relata la profesora Paula Andrea García, doctora en Teología, experta en la Biblia, especialmente en el evangelio de San Marcos. “Que el solo hecho de ser conscientes de la fuerza de la fe, ellas pudieran decir ‘somos hijas de Dios y eso nos hace salir adelante’”. Fue un proceso de saneamiento en el que Mayito, la protagonista, jugó un papel clave.
¿Qué decía Mayito?
Mayito fue un recurso narrativo propuesto por los investigadores para que fuera la interlocutora entre el equipo de la Pontificia Universidad Javeriana (blancos, citadinos, del interior, creyentes) y el grupo de las 20 mujeres (negras, caribeñas), que han vivido la violencia, la discriminación y la desigualdad en sus hogares, en su pueblo y en su entorno en general. Pero fueron ellas, las mujeres, las que le dieron vida a Mayito. Le pusieron rostro, personalidad y la nombraron su líder. Así, lograron tener un diálogo fluido con estas mujeres de Arroyo de Piedra.
El proyecto tuvo tres ejes cronológicos que recorrieron paso a paso durante dos años: el Bíblico-teológico, algo así como el marco teórico; el de la reconciliación y el del empoderamiento. Cada uno de ellos consistió en innumerables actividades que les dieron herramientas para mejorar su vida diaria.
A partir de allí cada una fue armando su relato contando la evolución de su aprendizaje y la transformación de los caminos recorridos y por recorrer: ¿cómo llegaron y cómo terminaron luego del trabajo con la Javeriana?

Mayito se encargó de presentarles a cuatro mujeres bíblicas con quienes pudieron identificarse y las fueron inspirando paulatinamente:
La mujer encorvada (Lucas 13:10-17), una mujer enferma que Jesús sana. En el contexto del proyecto, mujeres que llegaron dobladas, agachadas, que se sentían menos, excluidas por la sociedad. “El encuentro con Jesús hace que esta mujer se enderece y comience a alabar a Dios, porque es una mujer de fe; es un saneamiento para poder entablar una relación directa con Dios, sin ninguna mediación”, explica García, haciendo referencia al contexto masculino de la sinagoga en la que está presentado el relato. Así empezó el proceso de reconciliación consigo mismas y con su historia.
La mujer de la unción (Lucas 7,36-50), esa mujer pecadora que lava los pies de Jesús con sus lágrimas, los enjuga con su cabello y los unge con perfume, lleva el mensaje de la valentía. “¿Cómo esta mujer valiente, irrumpe en la casa del fariseo por encima de las reglas sociales, para poder tener un encuentro con Jesús?”, continúa García. Las 20 mujeres traen a su memoria fronteras que les han sido vedadas, los límites que sienten les ha impuesto el territorio donde se mueven. Y empiezan a romper esas ataduras y a la luz de la fe se van sintiendo más libres.
La tercera mujer es la Samaritana (Juan 4:1-26) aquella que intercambia agua con Jesús, luego de un encuentro en el que establecen un diálogo revelador. “Jesús es el que habla contigo”, es la lección. “Fue un proceso muy interior de cómo estamos viviendo de acuerdo con la fe, el encuentro con Jesús, una mirada hacia adentro de cómo nosotros estamos viviendo nuestra vida cristiana y cómo nos volvemos testigos al ir a contar a otros lo que el Señor ha hecho con nosotros”.
El empoderamiento lo enseñó Mayito con María Magdalena, testigo de la resurrección. “Es una mujer empoderada, siempre aparece en un papel protagonista y de liderazgo, entonces, cómo ellas ya podían ejercer también ese papel”, concluye García.

Las jornadas eran de análisis y diálogo permanente. ¿Qué le hubieran preguntado a Jesús? ¿Qué le habrían contado? ¿Cómo cambiarían el relato de acuerdo con sus propias experiencias? Y así escribieron sus libros autobiográficos, llenos de colores, donde plasmaban su esencia y su ser. Eso, con la guía de Adela Ortega, politóloga y narradora, y Mauricio Montoya, también narrador.
La importancia del enfoque de género
Hoy son mujeres altivas, seguras de sí mismas, con una autoestima alta que recorren su camino en la fe, y transfieren el proceso a sus hijas y a sus comadres de su pueblo y de los pueblos vecinos a través de sus relatos.
Financiado por ACT Iglesia Sueca, las 20 mujeres entre los 20 y los 65 años, se vincularon desde que era solo una idea. Hasta Arroyo de Piedra llegaron los teólogos e investigadores javerianos Adriana Alejandra Hoyos, Yaneth Valero y Oscar Arango, liderados por Paula García, y con la asesoría de la trabajadora social Luisa Castaño. Convocaron y empezaron a trabajar con base en los intereses de estas mujeres de fe, catequistas, todas vinculadas a la parroquia. “Ellas no son víctimas de la violencia sistemática, ni desplazadas, pero sí se detectaba otro tipo de violencias y exclusiones”, describe la líder. Así, armaron el proyecto conjuntamente con Mayito como mediación literaria.
La teología va al campo
“Este proyecto demuestra que la teología va mucho más allá de publicar un libro y que es capaz de salir del escritorio y hacer mucho trabajo de campo”, dice García con énfasis. “Yo siento que tocamos muchas vidas de personas en regiones alejadas”.
Y aquí algunos de los testimonios de las mujeres afro participantes:
“Yo les confieso que antes que llegaran ustedes los de la Javeriana, yo me quería morir … Yo no me quería levantar de la cama, no le encontraba sentido a mi vida… Pero cuando me enteré que un proyecto, para la comunidad, que iban a escoger a unas mujeres, yo inmediatamente dije que sí, que yo participaba y eso me salvó la vida. (…) Y por ejemplo estar aquí, en un auditorio, frente a ustedes, jamás me lo hubiera imaginado, yo soy muy tímida, pero el estar aquí, empoderada, se lo debo a Mayito, a la encorvada, al proyecto”.
“Este proyecto quedará a nuestros hijos. Ellos serán los primeros que van a aprender de nosotros. Los más cercanos a nuestro entorno (esposo, amigos, otras personas de la comunidad) se darán cuenta de lo distintas que seremos”.
“Yo siento que el empoderamiento de las mujeres está en que, a pesar de las dificultades, saben que hacer; no se quedan quietas. Las mujeres no son empoderadas porque tengan dinero o no”.
Como resultado, además se publicaron tres cartillas en las que Mayito es la narradora, una por cada eje del proyecto y se organizó la Exposición itinerante de la memoria con fotografías y un video que recogen momentos significativos del proyecto.
Se espera que ellas, como animadoras de fe, diplomadas así por la Javeriana, puedan seguir levantando a otras mujeres de su comunidad y de su entorno.