Pasando una a una las páginas del periódico quincenal caleño El Correo del Valle, la socióloga Alexandra Martínez fue descubriendo lo que había detrás de cada uno de los retratos de damas de la élite caleña, casadas y solteras, publicados bajo el título Belleza colombiana.
Al analizar no solamente la serie fotográfica sino algunos de los textos publicados en el periódico, ella y sus colaboradores fueron evidenciando los posibles significados de las imágenes, el papel de la mujer de la primera década del siglo XX y el concepto de belleza que priorizaba sus cualidades morales, estéticas e intelectuales de sus personalidades. Luego la imagen física empieza a tener importancia.
En artículo publicado en la revista Maguaré de la Universidad Nacional de Colombia y titulado Retratos de mujer: imágenes en la prensa caleña a comienzos del siglo XX (1907 y 1908), la investigadora javeriana explica cómo la imagen de la belleza femenina representa a una ciudadanía con necesidades sociales, el auge de la industrialización y la modernización, y cómo se va fundiendo con la publicidad.

“La intención era darle identidad a la región, aportar a la construcción de región que en ese entonces buscaba constituir a Cali como la ciudad capital”, explica Martínez, mostrando algunas de las imágenes en la pantalla de su computador.
Esta indagación forma parte de una base de datos más amplia, elaborada como parte de la investigación Imágenes e impresos. Los usos y la circulación de las imágenes en la construcción de ciudadanía y de la diferencia. Colombia, 1900-1930, realizada en nueve ciudades del país, que compiló más de 14.000 fotografías, grabados, fotograbados y dibujos publicitarios. El álbum Belleza colombiana publica 53 fotografías, de las cuales 39 son de mujeres de las familias acomodadas de la ciudad.
En el cambio de siglo (XIX a XX), las fotografías femeninas pasan de un ámbito local, íntimo, de los álbumes familiares, a un espacio regional que sugiere posicionar una identidad local en un entorno de progreso. El sentido social de lo femenino representa a la esposa y madre, bella en su interior, símbolo de una ciudadanía pujante.
Los retratos, dice el artículo, “demuestran una tensión visual entre las características que mantienen a la mujer en la austeridad, la espiritualidad, la ausencia de lo terrenal, provista de su belleza interior, vocacionalmente dada al servicio, y la nueva figura emergente de la mujer joven, como una figura pública femenina, burguesa, cuya belleza, protegida por el mundo masculino, garantiza su lugar socialmente reconocido, y el lujo proporciona marcas de prestigio familiar y económico. Este último aspecto delimita una frontera que diferencia el mundo femenino que hace a la mujer de la élite, visible en un mundo social, abierto al público y con condiciones claramente establecidas de inclusión”.
El retrato fotográfico expresa tres aspectos significativos de interés para pensar los retratos de las mujeres de la élite caleña, de acuerdo con Martínez:
- Las relaciones domésticas y cotidianas como una forma de fortalecer los lazos emocionales, en especial los familiares, donde se destaca el lugar de la tradición, el apellido heredado y el reconocimiento social.
- La profesionalización, que se fue definiendo con el dominio de la técnica fotográfica y, con ello, la firma del fotógrafo comienza a constituirse en garante de la calidad del retrato.
- El álbum que aparece como lugar en el que se representa esta doble exhibición: la intimidad de la vida privada, un poco amenazada por su exposición al público.
El tema de la inclusión femenina está presente desde la inauguración de El Correo del Valle, cuya publicación incluía poesía, cuentos cortos, breves ensayos, crónicas, noticias locales, crítica literaria, biografías de hombres notables, consejos para las mujeres, informes de interés municipal y departamental, concursos y publicidad. Además, la imagen fotográfica y grabada constituyó un aspecto interesante para el periódico.

Las imágenes publicadas de mujeres representan una serie de valores de la mujer perteneciente a una élite social. Susana Palau de Velásquez, cuyo retrato fue publicado el 2 de julio de 1907, pertenecía a una familia que hizo parte de la clase industrial y política de Cali. “El retrato de esta mujer la presenta reclinada en el espaldar de una silla, en un plano entero, posando de perfil. Por la proporción de su cuerpo parece de rodillas, y la silla aparece sobre una línea de horizonte más elevada. Lleva un vestido dividido en dos partes, la superior es un corpiño que cierra en un cuello alto con encaje, de mangas largas, y la inferior es una falda con enagua al estilo de la moda burguesa del siglo XIX. El marco es rectangular, ornamentado a cada lado. La imagen va acompañada, en la parte inferior, por el poema Pétalos de Ezequiel Gamboa (seudónimo Mario del Mar), quien fue alcalde municipal del Distrito de Cali en 1907; además de la referencia a las flores en el título del breve poema, la referencia a la blancura tanto en la imagen saturada por el velo de su vestido blanco (¿de novia?) que se proyecta por todo el espacio como en las líneas del poema, “De todo lo blanco, de todo lo tenue, de todo lo suave / En vuestra belleza, señora, palpita un resumen […]”.
La escuela, el hogar y la prensa configuran el lugar social de la mujer como educadora moral y cuidadora. “La belleza de la mujer que aparece en los retratos indica la presencia de la familia como elemento central que permite la visibilidad de lo femenino en el mundo de las imágenes, y lo ensancha a una serie de virtudes que deben cultivarse en las mujeres jóvenes que serán preparadas para el matrimonio”.
Las fotografías, en blanco y negro, aparecen en la portada y en las páginas interiores del periódico, generalmente acompañadas de un verso o poema corto.

El retrato de la señorita Leonor López, del 30 de mayo de 1907, muestra una imagen austera en su composición, de una mujer que posa de pie en un plano americano, el cabello recogido por una cinta que se anuda en la parte posterior de su cuello, luciendo un vestido de media manga que deja al descubierto uno de los brazos. La expresión de su rostro y su mirada son de apariencia relajada, pero la imagen en general tiene una expresión menos pasiva que las del siglo anterior. El marco de la foto es rectangular y está adornado a ambos lados con diseños heráldicos que se proyectan hacia arriba, terminando en flor de lis. La imagen va acompañada con un verso anónimo titulado Ofrenda: “Ornada con las galas de noble gentileza / Te aprestas a la vida. Tus ojos, la alegría / Serán de muchas almas. (Tú ignoras todavía / Que hay almas ¡pobres almas! Enfermas de tristeza)”.
El retrato de la señorita Mercedes Navia muestra a una mujer joven de pie al lado de un arreglo floral. El vestido le cubre completamente los brazos y el cuello; lleva el cabello recogido y dirige su mirada a la cámara directamente, aunque en una expresión reposada. El óvalo dentro del marco rectangular ya es usual en el siglo XIX. La mujer tiene un aspecto sutil, provocado por un mayor movimiento en la posición de los brazos y las manos, la coquetería inocente en el gesto del cuerpo, la mirada enigmática hacia la cámara y las orquídeas. Una pose que sugiere una composición intencional –probablemente del fotógrafo– evoca la imagen de la belleza como ausencia. En los cuadros literarios que aparecen en el periódico podríamos usar las palabras de Alberto Carvajal en su composición sobre las muchachas del Valle del Cauca: “¿En qué pensará esa muchacha? –me he preguntado muchas veces mientras seguía mi camino silencioso pensando en la vida” (pp. 3624).
El 11 de junio de 1908 se publican los resultados del Concurso de bellezas, realizado un año y medio después de la publicación de los retratos de bellezas colombianas. El jurado seleccionó a cinco señoritas. “Reconocidas como dotadas de gracia y distinción, fueron publicados los resultados en una página completa del periódico”.

Emma Giraldo, hija de Julio Giraldo, cofundador del Banco Giraldo & Cía., y Leonor Navia fueron unas de las ganadoras. La primera aparece en la imagen fotográfica con un movimiento de los brazos que expresa cierta sensualidad y gracia. La imagen está representada en un espacio íntimo, donde la presencia de la silla le da un ambiente familiar, tal vez destinado a la alimentación. Vestida de blanco y adornada con pulseras y un anillo en su mano izquierda, significaría un compromiso matrimonial. Es una imagen urbana y burguesa de una futura ama de casa.
En la imagen de Leonor Navia su nombre aparece escrito en el centro y en tamaño mayor que el nombre del resto de las cinco ganadoras. Se diferencia por el efecto que causa la técnica fotográfica de oscurecer el fondo. Es una imagen que flota en el espacio, más cercana a la representación de la ausencia, tanto por su mirada como porque no se ubica en un lugar determinado. Esta ausencia, tal vez dolorosa y, por ello, sublime, se ve neutralizada por la opulencia de las joyas, la belleza y el prestigio que ellas exhiben; es también una novedad que contrasta con la austeridad decimonónica.
Martínez concluye que las imágenes de mujer publicadas en la prensa implica que “la ciudadanía ya no es entendida simplemente como ciudadanía política y como forma de participación política, sino que se convierte en un plural: en ciudadanías, y en distintas formas de ciudadanías. Las mujeres, de alguna manera, asumen un rol activo en la medida que permiten ser fotografiadas y aparecen en un escenario, tienen un nombre”.