Se cumplen dos meses desde la muerte de José Mujica, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015 y uno de los referentes más reconocidos de la izquierda en América Latina. Su partida ha motivado numerosos homenajes y una cobertura mediática mayoritariamente positiva, con titulares como: “el audaz político uruguayo que asombró al mundo como ‘el presidente más pobre’” (BBC), “adiós al ícono de la austeridad” (DW), “el exguerrillero que llegó a ser símbolo mundial de la democracia” (El Mostrador). Incluso, el secretario general de la ONU, António Guterres, lo describió como un “líder humilde comprometido con la justicia social”.
Ahora que se discute su legado, surgen preguntas sobre la construcción discursiva de los líderes políticos. ¿Comparten los líderes de izquierda en América Latina una misma forma de comunicarse? ¿Tienen discursos tan similares como su filiación política sugeriría? Pesquisa Javeriana habló con Daniel Valencia —profesor del Departamento de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana y doctor en Estudios Políticos—, quien utilizó el análisis del discurso para evaluar fragmentos de intervenciones públicas de Mujica y del presidente Gustavo Petro.
Ambos líderes comparten un pasado guerrillero, llegaron a la presidencia por la vía democrática y se ubican en un espectro ideológico similar. Sin embargo, sus formas de hablar, interpelar al público y ejercer el liderazgo son bastante diferentes.
¿Qué es el análisis del discurso?
De acuerdo con el lingüista neerlandés Teun A. van Dijk, uno de los teóricos más influyentes en el campo, el análisis del discurso implica identificar no solo lo que se dice, sino cómo se dice, quién lo dice, en qué contexto y con qué fines, para así comprender cómo el discurso produce y transforma la realidad social. Por su parte, el profesor Valencia explica que esta metodología exige, ante todo, “identificar la idea central que se quiere exponer y, a partir de ahí, desglosar las ideas secundarias, las formas lingüísticas, los giros, desvíos y la coherencia narrativa”.
Esto implica, añade Valencia, observar tanto la estructura interna del relato como las manifestaciones físicas y visuales: el comportamiento corporal, los gestos, la postura y, en el caso de lo audiovisual, los enfoques de cámara y las decisiones técnicas detrás y delante de escena. Para este ejercicio, Valencia analizó dos fragmentos audiovisuales de 2024, donde Petro y Mujica se dirigen a jóvenes. Ambos materiales fueron evaluados en términos de estructura, tono, forma de interpelar a la audiencia y coherencia ideológica.
Además, se contextualizó a cada líder dentro de su trayectoria política y el entorno sociocultural en que se produce su discurso. La comparación parte del hecho de que ambos pertenecen a corrientes de izquierda, pero representan formas muy distintas de ejercer el liderazgo.
Análisis del discurso del presidente Gustavo Petro
Según Valencia, Gustavo Petro conserva un estilo discursivo que se asemeja más al de un candidato en campaña que al de un jefe de Estado. “Sigue actuando desde la lógica proselitista, electorera. Su discurso busca adhesiones más que consensos”, afirma. Su estrategia —dice— está basada en la polarización: ricos contra pobres, pueblo contra élite.
Uno de los elementos dominantes es el lugar central que ocupa la figura del orador. “Lo embarga un ego muy grande. Quiere pasar a la historia como el gran hombre de la izquierda, como el gran caudillo”, señala Valencia. Esta construcción del “yo histórico” no es nueva. El profesor explica que la ha mantenido como militante, senador y ahora como presidente, lo que lo conduce a autorreferenciarse de manera constante y a un tono desafiante, que incluso en escenarios institucionales apela a la confrontación.
Es este mismo “ego” lo que según el analista lo lleva a olvidarse de que está hablando con jóvenes. Esto es lo que lo lleva a dispersarse y, en vez de hablarles, por ejemplo, sobre los desafíos para ser jóvenes con poder en Colombia, el experto explica que se limita a dar un discurso “vociferante”. En términos de forma, Valencia identifica que esta dispersión temática a menudo diluye el mensaje principal. “Se dispersa. Mezcla elementos técnicos, referencias históricas y proclamas políticas sin una estructura clara”.
Además, dice que hay otro sector que hay que tener en el radar para analizar el discurso de Petro: los medios de comunicación. “Es un presidente que tiene todos los días una pelea con el sistema mediático colombiano. No ha podido sintonizarse con ellos, ni ellos con él. Eso también moldea el discurso”, asegura.
A su juicio, Gustavo Petro es el presidente que en la historia reciente mejor ha sintonizado con los sectores populares gracias a su discurso. “Ha hecho que tomen parte los sin parte y ha hecho visibles a las comunidades que siempre estuvieron por fuera”, añade. De ahí su discurso pausado, pues quiere hablarles a esos a los que siempre les ha hablado durante su actividad política. “En eso acierta su cálculo”, puntualiza el analista.
Análisis del discurso del expresidente José Mujica
Para Valencia, el discurso de José Mujica, en contraste, se caracteriza por la sobriedad, la coherencia personal y la apelación ética. Su vida incluyó años de cárcel, militancia y presidencia, pero según el experto, “es un hombre sereno, que no necesita imponer ideología. No está en la lógica de la belicosidad ni de la lucha de clases, sino en una invitación a ser mejores seres humanos. Interpela desde la sabiduría popular, desde lo sensible. En lugar de confrontar, Mujica convoca”.
En el discurso analizado, Mujica habla ante una multitud de jóvenes y enfatiza la urgencia de garantizar el derecho a la educación. “Los jóvenes que están ahí, cuando tengan mi edad, van a vivir un mundo que no perdona”, dijo. Para Valencia, esa frase sintetiza una ética del cuidado intergeneracional y una alerta política sin caer en el alarmismo.
A nivel formal, destaca su lenguaje sencillo, su cercanía emocional y su coherencia discursiva. “No utiliza tecnicismos. No dramatiza. No moraliza. Habla desde la vida cotidiana, sin afán de figurar”, dice. Además, la credibilidad se refuerza con su trayectoria vital. “Conocí su casa. Modesta, sin lujos. Coherente con su discurso”. Agrega que incluso cuando era presidente, Mujica decía que no necesitaba tener un buen carro ni vivir en una casa presidencial. No quería lujos, solo lo necesario. Y esa coherencia con su discurso también comunica.
Según Valencia, Mujica demuestra un entendimiento por posicionarse más allá de Latinoamérica y dar un mensaje al mundo sobre la crisis humana y cómo en el afán de poseer y acumular se extravía cualquier proyecto político. Además, explica que el uruguayo supo aprovechar la oportunidad histórica que tuvo para gobernar sin necesidad de imponer su figura. Esa falta de protagonismo forzado le permitió posicionarse, con el tiempo, como una figura respetada incluso por sectores ideológicos distintos. “Desde todas las vertientes políticas lo ven, lo escuchan, y se dan cuenta de que tenía la sabiduría de un viejo”, añade el profesor.
Aunque en su lucha como guerrillero buscaba alcanzar los espacios donde se toman decisiones, una vez allí, Valencia apunta que ejerció con sobriedad. “Nunca se le vio extasiado en el poder, ni en el papel del líder solitario que quiere trascender a toda costa”, apunta. Y esa coherencia —entre lo que decía y lo que hacía— también se reflejó en su estilo de gobierno: sus decisiones y reformas buscaron el bienestar colectivo sin necesidad de recurrir a la confrontación o al antagonismo ideológico.
Contexto: el entorno también modela el discurso
Aunque el análisis destaca diferencias individuales claras, también reconoce la influencia del contexto sociopolítico. Según Valencia, aunque Uruguay ha pasado por muchos problemas sociales, una dictadura y luchas de derechos humanos, su situación no es comparable con Colombia. “Mujica gobernó en Uruguay, una sociedad con instituciones más estables y sin una élite mezquina y exclusionista como la colombiana, que se ha acostumbrado al despojo y al asesinato”, explica Valencia.
Y explica que Petro, en cambio, debe enfrentarse a poderes fácticos históricamente resistentes al cambio, lo cual influye en el tono de sus intervenciones. Aun así, el contexto no justifica todos los recursos discursivos. “El problema no es ser beligerante, sino no saber cuándo dejar de serlo”, advierte Valencia.
Tanto Petro como Mujica apelan a las “masas” excluidas, lo que el profesor Daniel Valencia identifica como un elemento transversal del discurso político en América Latina. De hecho, dice, ese contexto “popular” no solo aparece en el discurso de la izquierda, sino también en el centro y en la derecha. “El discurso político encuentra en sí mismo muchos elementos para sintonizarse con esas masas, con el fin de sacarles lo que sea: rabia, odio, optimismo, pesimismo”, puntualiza.