En la carrera 13 con calle 36, en Bogotá, se gestó un laboratorio de reconciliación, o mejor, un museo de la memoria: el centro cultural La Trocha, La Casa de la Paz. Es más que una cervecería artesanal, más que un escenario artístico o una tienda de productos hechos por reincorporados y víctimas del conflicto. Es un ejemplo entre los proyectos productivos fundados por antiguos integrantes de las extintas FARC-EP que dejaron las armas en 2016. Y ahora, también es protagonista de un documental, fruto de un proyecto de investigación, que visibiliza la exclusión y discriminación que viven sus miembros luego de su retorno a la vida civil.
Mientras se cuentan 459 firmantes asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz, según cifras de Indepaz a junio de 2025, los cinco fundadores del centro cultural han insistido en su búsqueda por la reconciliación, con los retos siempre presentes. De allí que entablaran una relación con profesores de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana, quienes se vincularon colaborativamente con este proyecto a través del fortalecimiento de su identidad pedagógica y, con base en ello, la producción de un documental que registrara sus experiencias de marginalidad, exclusión y discriminación, así como de su insistencia en la construcción de paz.

Todo inició como un ejercicio de clase en el año 2022. Reconciliación, perdón y exclusión pueden ser temas comunes en una clase de teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Pero hace varios años, el profesor Juan Esteban Santamaría Rodríguez, doctor en Educación, comenzó a llevar a sus estudiantes a La Casa de la Paz para que experimentaran, con sus cinco sentidos, cómo se ven estos procesos sociales. De manera especial para que, “el discurso que proponemos sobre la paz cobre sentido”, explica Santamaría. Después de las visitas, escuchaba de sus estudiantes que la experiencia los había confrontado y que habían conocido una realidad que no era común en los círculos sociales de los que provienen.
Estas experiencias las ha consignado el profesor Santamaría en artículos académicos en los que resalta la importancia de La Casa de la Paz como un espacio pedagógico de construcción de paz. En el camino de esta propuesta, se sumaron el profesor Edgar López, quien encontró en la iniciativa una herramienta quizás más poderosa que algunos textos o videos que trataban en el aula, y la profesora Emilse Galvis, quien ha visto de primera mano cómo visitar esa casa transforma a los estudiantes. Entre los tres le dieron forma a la idea de traducir este ejercicio de clase en una investigación académica.
La Trocha: espacio pedagógico y de investigación, más allá del Acuerdo de Paz
En su diálogo con los firmantes que trabajan y frecuentan La Casa de la Paz, los profesores fueron dándose cuenta de lo expuestos que están. “Es una población que, para gran parte de la sociedad colombiana no debería estar en libertad. Entonces nos propusimos visibilizar la condición de vulnerabilidad y de estigmatización de la que son objeto”, explica el profesor López. Con esa propuesta ganaron una convocatoria de la Organización de Universidades Católicas de América Latina (ODUCAL), y del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM), centrada en desarrollar investigaciones sobre poblaciones descartadas, invisibilizadas y silenciadas.
“Este es un ejercicio que está contenido en una base teológica, que es el magisterio del papa Francisco, en su encíclica Fratelli Tutti”, explica el profesor Santamaría, “detrás de ello hay una mirada a la justicia social, a la reconciliación, a la reparación del tejido humano y social, a la construcción de la fraternidad”. En el mismo sentido, la profesora Galvis complementa que el proyecto tomó el enfoque que tienen las investigaciones de la Facultad de Teología: “es una teología contextual, es decir, que tiene que responder a las problemáticas que se dan en el país, y nosotros estábamos muy interesados en contribuir desde la academia a la construcción de paz”.

En el proceso hallaron, por ejemplo, que además de las amenazas a su vida, los firmantes del Acuerdo de Paz se enfrentan a que los créditos que les ha entregado el Estado son incipientes, que el sector financiero les pone barreras para acceder a financiación y que sufren de estigmatizaciones verbales y simbólicas de manera sistemática. Además de que “el sector financiero no les presta, incluso si les llegan ayudas internacionales, no se las entregan. Los bancos prefieren devolverlas a los donantes antes de entregárselas sencillamente porque fueron parte de las Farc”, añade López.
Ahora bien, la convocatoria que se ganaron era un poco distinta a otras pues les pedía que el producto final fuera un documental en el que se registraran las experiencias de marginalidad que vivían en el centro cultural. Los profesores se aliaron con el director Anónimo Nadie y la productora Fundación Indyon.TV y sacaron adelante una pieza audiovisual que reúne los testimonios de los fundadores de La Casa de la Paz quienes cuentan, de su propia voz, las violencias que viven a diario.
El resultado final es el documental ‘La Trocha. La Casa de la Paz. Nuestras voces y experiencias de reincorporación’, cuyo fin principal es recuperar y visibilidad la dignidad que le es propia a estos firmantes de paz. En las entrevistas cuentan que dejar las armas no significó dejar atrás su ideología y que, al contrario, se reconocen como una familia alrededor de la identidad ‘fariana’. Asimismo, muestran cómo su proyecto, que comenzó con la hoy popular cerveza artesanal La Trocha, se ha convertido en un referente, que ya ayuda a comercializar productos de otros 35 proyectos productivos de excombatientes, así como de 21 comunidades afrodescendientes, campesinas e indígenas de diferentes territorios.
Así como La Casa de la Paz le ha abierto las puertas a proyectos y productos de las regiones, también han sido recibidos en varios lugares de Colombia. Los investigadores han mostrado el documental, junto con algunos firmantes, en Popayán, Cali y Medellín, ciudades donde también hay esfuerzos importantes de reincorporación. Así han podido reconocer que este proyecto de paz es un referente para muchos de ellos y compartir los desafíos de otros firmantes en alrededor del país.
“Nosotros no solo llevamos la experiencia de La Casa de la Paz, sino que allí encontramos experiencias análogas y la idea es que fortalezcan sinergias entre ellos y cooperen”, comenta el profesor López. Por su parte, Santamaría asegura que las muestras del documental fueron espacios para dar a conocer otros proyectos productivos de excombatientes: “Así como La Casa de La Paz es hoy por hoy un caso de éxito, y es muy visible a nivel nacional, hay otros procesos que también son exitosos y que gracias al documental pudimos visibilizarlos”.
La profesora Emilse Galvis plantea dos conclusiones de estos encuentros: “Primero, en todos los espacios de socialización que hemos tenido coinciden en que es una preocupación muy seria cómo tras ocho años de la firma del Acuerdo, siguen asesinando líderes sociales y firmantes de paz. Y, lo segundo, es que todavía los firmantes siguen viviendo estas condiciones de estigmatización”.
Precisamente porque continúa esa marginalización, los profesores han decidido que continuarán trabajando con La Casa de la Paz. “Hemos entrado en una fase de repensarnos y resignificar lo que hemos hecho, buscando encontrar nuevas apuestas hacia futuro para seguir trabajando con ellos”, explica Santamaría.
Aquí puede ver el documental:
Además de la convocatoria de investigación y de los artículos académicos ya publicados, ganaron en 2024 la Convocatoria San Francisco Javier para proyectos sociales de la Oficina para el Fomento de la Responsabilidad Social, adscrita a la rectoría de Universidad Javeriana. Gracias a este proyecto, han contribuido al fortalecimiento de los procesos comunicativos y pedagógicos que tienen lugar en el centro cultural y esperan tener noticias positivas de otros procesos a los que ya se postularon. Como dice el profesor Santamaría: “no es que llegamos hasta el documental y se acabó la historia. Todo lo contrario”. Quieren continuar colaborando con La Casa de la Paz, entendiendo lo que pasa ahí y aportando a su apuesta de construcción de paz.