Cuando pensamos en la biología como actividad profesional, tendemos a imaginar a personas estudiando grandes animales, pájaros, insectos, plantas, hongos e, incluso, observando microorganismos a través de un microscopio. Pero la biología también se puede ejercer enfrentando complejos modelos matemáticos y plataformas computacionales.
Esto es lo que hace María Camila Castrillón, bióloga de la Pontificia Universidad Javeriana, quien se ha dedicado a la biología de sistemas, una rama que estudia los organismos en cuanto procesos biológicos compuestos por interacciones entre los elementos de un sistema, como un reloj antiguo que depende del funcionamiento y relacionamiento de sus partes para dar la hora.
Sentada en una esquina del Laboratorio de Bioquímica Computacional y Bioinformática de la Javeriana ―en el que las únicas herramientas que se encuentran son, precisamente, potentes computadores―, María Camila explica que la biología de sistemas trabaja con modelos matemáticos y algoritmos computacionales que representan el entramado de relaciones de un sistema biológico.
“La biología tiene muchos campos interesantes, pero cuando vi la materia de biología computacional supe que eso era lo que quería hacer, porque se puede aplicar a todas las áreas: a la botánica, a la zoología, a la medicina. Para mí, el componente computacional es el futuro”, dice con entusiasmo.
En 2021, María Camila ganó la convocatoria Jóvenes Investigadores e Innovadores en el marco de la Reactivación Económica, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, y trabajó entre 2022 y 2023 como joven investigadora en el proyecto javeriano “Actualización de los servicios de Ansep (Astrocyte-Neuron Simulation Environment Platform) bajo el estudio integrativo de enfermedades neurodegenerativas”, con la dirección de la profesora Janneth González Santos, de la Facultad de Ciencias de la Javeriana.
La plataforma Ansep cuenta con un modelo matemático de unas células del sistema nervioso llamadas ―por su forma estrellada― astrocitos, las cuales interactúan estrechamente con las neuronas. Se sabe que el funcionamiento metabólico de los astrocitos puede incidir en enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer o el párkinson.
Entonces, al modificar y estudiar el modelo del astrocito, los investigadores pueden ver la reacción de la célula y comprender mejor su papel en la ocurrencia de estas enfermedades. “Para hacerlo tuve que aprender los métodos matemáticos utilizados en biología de sistemas, y luego lenguajes de programación como R, Python o Matlab”, cuenta María Camila.
De la biología a la ilustración científica
Para sorpresa de quien escribe estas líneas, esta investigadora tan aparente analítica goza también de un espíritu profundamente humanista, pues la divulgación y la ilustración científica en acuarela son otras de sus pasiones. “Vi las ilustraciones de Mutis a los 10 años y me impactaron demasiado”, recuerda, y sospecha que tal vez esas imágenes son las causantes de que haya estudiado biología.
Además de sus funciones como joven investigadora en Ansep en lo tocante a la divulgación del proyecto, es cocreadora de un podcast sobre biodiversidad llamado Biorelatos, de 12 capítulos, dedicado a los animales.
Gracias a una biología ampliada por las matemáticas, y a su interés por la divulgación y la ilustración, María Camila promete un futuro profesional caracterizado por una rica interdisciplinariedad, como aquella que manifestaban los primeros grandes botánicos que trabajaron en el Nuevo Reino de Granada, como su admirado José Celestino Mutis.