En su primer trabajo como investigadora del Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander Von Humboldt, a Luisa Fernanda Sánchez le encargaron hacer una caracterización de las poblaciones rurales de la Orinoquía colombiana. En su trabajo de campo se dio cuenta de la amplia diversidad de grupos humanos que habitaban ese vasto territorio y así lo expuso en sus informes y en las conferencias en las que debía presentar sus conclusiones. En una de esas presentaciones, del público le hicieron un reclamo: Sánchez había incluido a ‘vegueros’ o ‘conuqueros’ y otras poblaciones migrantes que habitaban esta región, y no podía ser así, pues en los Llanos Orientales de Colombia solo vivían ‘llaneros’.
En esa oportunidad, la antropóloga y profesora de la Pontificia Universidad Javeriana comprendió una vez más el valor de su disciplina. “Desde entonces, entendí que la antropología permite, en todos los niveles, abrir discusiones sobre hechos que se dan por sentados y, con ello, hacer visibles las realidades de tantas personas y tantas formas de vida que se ven negadas”, le dijo a Pesquisa Javeriana a propósito del día de la Antropología, que se celebra este 20 de febrero.
Sánchez dirige hoy la carrera de Antropología en la Javeriana y agrega: “la antropología me ha ayudado siempre a ponerles carne, experiencia, agencia y afecto a dichos fenómenos globales que, de manera tan diferencial, determinan nuestro presente”. Lo dice, por ejemplo, en contraste con otras disciplinas sociales, pues también es doctora en Sociología, casi por accidente, pues al llegar a formarse en la Universidad de París, fue remitida a este programa por su tema de investigación: los procesos de migración indígena hacia las ciudades.
“Cuando llegó mi primer boletín de notas, me percaté de que me habían inscrito en el programa de sociología. Cuando fui a reclamar por el equívoco, me explicaron que mi tema era sociológico y no antropológico, de acuerdo con las férreas distinciones de origen colonial que aún persisten en la formación europea”, explica.
Y añade: “Dado que mi trabajo ocurría principalmente en la ciudad con poblaciones migrantes, mi objeto de análisis sobrepasaba la tradición antropológica clásica de estudiar comunidades cerradas en espacios delimitados. Durante esa formación comprendí que la antropología colombiana tenía una mirada mucho más compleja; que no solo exigía una comprensión histórica y contextual muy profunda, sino que también requería un diálogo permanente con fenómenos globales como la movilidad, la urbanización y el capitalismo”, explica.
Precisamente, cuestionar los contextos de estudio convencionales es, para Carlos del Cairo —director del Departamento de Antropología de la Javeriana — uno de los distintivos de este campo de conocimiento. “Cuestionamientos de este tipo permiten generar comprensiones originales que abren nuevas posibilidades para transformar situaciones conflictivas o de exclusión, siempre respondiendo a las singularidades contextuales y situadas”, asegura del Cairo.
Por ejemplo, las herramientas de la Antropología le permitieron a del Cairo poner en perspectiva su propia vida y otorgarle nuevos sentidos. “Por ejemplo, me ayudó a comprender por qué un salón de clases, durante mis años de bachillerato en una zona de colonización al sur del país, podía ser simultáneamente un espacio de amistad y compañerismo, pero también podía ser un escenario de tensiones simbólicas relacionadas con las identidades regionales de quienes estudiábamos allí”, asegura el profesor.
Y añade: “A diferencia de otras regiones donde había estudiado en las que los criterios de clasificación que operaban eran otros, en ese lugar nuestro origen regional (el pueblo o la ciudad de dónde veníamos y si nos identificábamos o no como indígenas) resultaba ser un argumento muy importante para marcar un sentido de pertenencia y de diferencia”. Hoy del Cairo se dedica a investigar temas como políticas de la diferencia y dinámicas de campesinos e indígenas en la Amazonía.
¿Qué es la Antropología?
Paula Bak Cely, antropóloga javeriana, que hoy hace parte de la Dirección de Asuntos Internacionales de la Universidad, dice que la gente del común no suele conocer muy bien lo que hacen los antropólogos, pero hoy tienen posibilidades de ejercer profesionalmente en diversos campos. Y es que, en su experiencia, fue en la práctica, en el contacto con comunidades a través de la observación etnográfica, que entendió el valor de su disciplina.
“La Antropología es lo que hacen los antropólogos”, recuerda el investigador del Instituto Pensar Julio Andrés Arias Vanegas que dijo el pensador haitiano Michel-Rolph Trouillot, refiriéndose a dos cuestiones fundamentales. Por un lado, que esta disciplina es tremendamente práctica y, por otro, que ha cambiado históricamente en sus definiciones.
Este 20 de febrero, declarado por la Asociación Norteamericana de la Antropología (AAA) como un día de celebración de su campo, y mientras se reconfigura globalmente el poder y se redefinen principios que se creían innegociables, del Cairo invita a pensar en el valor de la disciplina para “desentrañar las tensiones, contradicciones y paradojas de la vida social, revelando, sobre todo, los matices complejos que la configuran y que la hacen profundamente interesante”.