En 2018, un equipo de investigadoras decidió iniciar un proyecto extraordinario e innovador en el Pacífico colombiano. Su objetivo era nada menos que estudiar los sonidos del fondo del mar para conocer la biodiversidad del Golfo de Tribugá, uno de los rincones más prístinos del Planeta en el departamento de Chocó. Al mismo tiempo aportaban información científica para evitar la construcción de un puerto en la región.
Así surgió el proyecto PHySIC (que en inglés significa Ports, Humpbasck and Sound in Colombia, o Puertos, Ballenas Jorobadas y Sonido en Colombia), respaldado por la Fundación Macuáticos Colombia, la Pontificia Universidad Javeriana y la Comisión Fulbright Colombia. Sin planearlo, se convirtieron en un referente para la comunidad científica nacional e internacional sobre cómo hacer ciencia de impacto.
En 2020, gracias a los datos e información que aportó este proyecto y otras iniciativas civiles y organizaciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) negó la construcción de un puerto en la zona a la Sociedad Portuaria Arquímedes.
Sin embargo, este equipo de investigadoras teme que la discusión sobre la construcción de este puerto se reactive por el inicio del proyecto vial Las Ánimas – Nuquí, una carretera que atraviesa la Serranía del Baudó y conecta las cuencas de los ríos Atrato y San Juan con el Pacifico Norte del Chocó.
Además de sus preocupaciones, recientemente, publicaron sus últimos descubrimientos en la revista científica The Effects of Noise on Aquatic Life. En ellos entregaron datos importantes sobre el comportamiento de las ballenas migratorias y otras especies que dependen del sonido para su subsistencia, y que podrían verse fuertemente afectadas por la construcción de megaproyectos en la zona.
“El sonido es fundamental para el desarrollo de la vida marina. Gracias a él, los animales se desplazan, cazan, y realizan muchas actividades”, menciona María Paula Rey, investigadora del Instituto Javeriano del Agua. “Por ejemplo, las ballenas jorobadas dependen del sonido para muchas de sus interacciones”.
Escuchar uno de los lugares mejor conservados del mundo
Los sonidos del océano poco tienen que ver con los que escuchamos en una caracola. Por el contrario, en un paisaje acústico marino, como el del Golfo de Tribugá, abundan los murmullos de los peces, el crujido de los camarones, los cantos de las ballenas y una que otra embarcación pequeña que navega por el sector.
“Las características acústicas de Tribugá son prácticamente únicas por su grado de conservación”, recalca Rey. Esto se sabe gracias a las colaboraciones que este equipo de científicas ha desarrollado con otras universidades en el mundo, como en Bélgica o Estados Unidos. Mientras que en esos lugares predomina el ruido de los barcos, en Tribugá aún es posible escuchar biodiversidad gracias a los esfuerzos de conservación y a lo aislado que ha estado del resto del país.
El Golfo de Tribugá se encuentra en el Chocó biogeográfico, una región de gran importancia por el número de especies únicas, conocidas como endemismos, que se extiende desde el norte de Ecuador hasta Panamá. En 2019 fue designada como un ‘Hope Spot’, o Punto de Esperanza, por su importancia ecosistémica, según la Organización Internacional Mission Blue. Se encuentra entre los 25 ‘hotspots’, o puntos críticos, de biodiversidad más importantes del mundo.

En Tribugá coexisten al menos 35.000 especies de plantas, 970 de reptiles, 390 de aves y 125 de mamíferos. Sus bosques desempeñan un papel crucial en la regulación del clima global y en la mitigación del cambio climático. Además, sirve como corredor migratorio de las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), las tortugas carey (Eretmochelys imbricata) y los tiburones martillo (Sphyrna mokarran), entre otros cientos de especies.
Los últimos descubrimientos en Tribugá
Kerri Seger, doctora en Oceanografía Biológica de la Universidad de California en San Diego y líder de PHySIC, asegura que la acústica, o el estudio de los sonidos, es una herramienta útil y poco invasiva para conocer la biodiversidad de lugares como Tribugá. Por eso, desde hace más de seis años este equipo de científicas se sumerge a 25 metros bajo el mar y ancla varios hidrófonos para escuchar los secretos del Pacífico colombiano.
Gracias a su trabajo científico, el Golfo de Tribugá ahora tiene un mapa o línea base de los sonidos que existen bajo el mar. “Ahora queremos ampliarlo. Estamos empezando a descifrar qué especies emiten qué sonidos, incluso de los peces. Cuando más buceamos y más grabamos, más oportunidades tenemos de construir este gran rompecabezas”, menciona la directora de PHySIC.
En sus nuevos aportes explican, por ejemplo, que entre mejor conservador esté un ecosistema marino en términos acústicos, mejores condiciones de desplazamiento y movimiento tendrán la mayoría de organismos. “Si aumenta el ruido, por la construcción de un puerto o cualquier obra, por ejemplo, los animales se ven obligados a cambiar sus rutas y su comportamiento”, Puntualiza Rey, quién además es magíster en Conservación y Uso de la Biodiversidad.
De acuerdo con este equipo de científicas, las posibilidades de aportar información son infinitas. “También descubrimos que las ballenas que migran por el Pacífico colombiano cantan más en el día, algo poco usual en los reportes que se tienen hasta el momento en el mundo sobre el canto de las ballenas. Normalmente, cantan en la noche”, asegura Rey.
Astarte Brown, estudiante de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de California en Santa Cruz y reciente aliada en el proyecto PHySIC, también aportó datos sobre el impacto del ruido en el canto de las ballenas. Su investigación reveló información sobre los posibles efectos y cambios en la estructura de sus canciones por el enmascaramiento -cuando un sonido cubre a otro- producido por las embarcaciones.
Algo en lo que están de acuerdo varias expertas es que el trabajo en Tribugá ha sido posible gracias al apoyo de universidades, organizaciones, la comunidad y, especialmente, de mujeres. “La historia de la investigación en acústica, así como la investigación de mamíferos marinos en Chocó, simplemente existe por un esfuerzo liderado por mujeres”, menciona Seger.
Se trata de una larga lista de científicas que han desarrollado múltiples investigaciones en Tribugá y que aportan diariamente a la conservación de uno de los lugares mejor conservados del mundo, entre ellas está Andrea Luna-Acosta, Cristina Perazio,Cruz Melida Martínez, Dalia Barragán, Isabel Avila, Laura Valentina Huertas, Mar Palanca, María Camila Medina, Natalia Botero, Nadya Ramírez, Nohelia Farías, Susana Caballero,Valentina Ramírez, entre otras, además de las mencionadas en esta nota.
Quince años en el Golfo
La primera vez que este equipo de científicas llegó a Tribugá, no fue hace seis años y tampoco fue con el propósito de escuchar los sonidos del océano. Hace quince años encontraron en informes una región con una estructura excepcional por sus profundidades cercanas a la costa y empezaron un proyecto piloto para construir un inventario de mamíferos marinos.
“El Golfo de Tribugá era mencionado en los estudios para la construcción de un puerto debido a su profundidad cercana a la costa, una excepción en el Pacífico colombiano. Nosotras empezamos con un programa sencillo y poco a poco se agregaron más disciplinas y colaboraciones, como la acústica, la fisiología, genética, la fotogrametría con los drones y el ADN ambiental”, recuerda Natalia Botero, PhD en Comportamiento Animal de la Universidad del Sur de Misisipi (EE.UU.) y directora de la Fundación Macuáticos Colombia.
Recientemente, a este equipo de científicas les preocupa las consecuencias de un proyecto como el de la vía Las Ánimas – Nuquí. “Sin carretera no había puerto, ahora la historia es diferente”, piensa Botero. Además, dicen que es fundamental recordar que Tribugá es un ecosistema vulnerable. “Con cualquier cambio puede transformarse y puede perderse todo lo que tenemos conservado hasta el momento. Seguiremos insistiendo que un puerto o cualquier construcción será un desastre natural”, puntualiza Rey.