La mañana del 17 de febrero de 2021, en el Hospital Universitario de Sincelejo, se abría una puerta de esperanza para Colombia. Justo hace un año se aplicó la primera vacuna contra la covid-19 en el país. En su momento se pensó que estos biológicos marcarían el fin de la pandemia, pero la evidencia científica mostró una realidad diferente.
Aparecieron nuevas variantes del virus en muchas partes del planeta, algunas no tan preocupantes pero otras más contagiosas (como delta y ómicron), y fueron necesarios nuevos estudios para comprobar la eficacia de las vacunas ya creadas. A pesar de esto, la respuesta siguió siendo buena y en su inmensa mayoría, evitaron casos graves de la enfermedad.
Pero los científicos del mundo descubrieron que con el paso del tiempo la efectividad de las vacunas se podría reducir ante las variantes, aunque con las dosis de refuerzo, especialmente en poblaciones vulnerables, la protección volvería a niveles mucho más seguros
La eficacia de las vacunas
Para Zulma Cucunubá, profesora del Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística de la Pontificia Universidad Javeriana, las vacunas han tenido un excelente impacto en el contexto en que se han desarrollado.
“Esta pandemia ha causado más de seis millones de muertes en todo el mundo, según cifras oficiales. Aun así, no es la pandemia más terrible que hemos tenido en la historia y en gran parte, es debido a todas las intervenciones científicas que hemos podido tener en tiempo real”, dice.
La Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido hace seguimiento semanal a la efectividad de las vacunas de Astrazeneca, Pfizer y Moderna. Su quinto reporte de este año demuestra que luego de 25 semanas, la efectividad contra enfermedad sintomática se puede reducir hasta por debajo del 20 %, pero que la aplicación de la tercera dosis, vuelve a elevarla por encima del 60 %. Estos datos aplican para ómicron, actual variante predominante en el mundo.
La agencia detalla también que las dosis de refuerzo de las vacunas mencionadas aumentan la protección contra hospitalización al 90 % y su efectividad contra la muerte al 95 %.
nubá, la eficacia de los biológicos frente hospitalización y muerte es muy alta, se aumenta de forma importante con los refuerzos, y esto justifica la aplicación de estas vacunas y sus refuerzos.

¿Por qué siguen muriendo personas por covid-19 incluso ya vacunadas?
Cada vez que se anuncia algún deceso a causa de la covid-19, en redes sociales es recurrente la pregunta del porqué sucedió si la persona ya tenía su esquema completo e incluso refuerzo.
Cucunubá explica que se trata de un tema de probabilidad. “Aunque la efectividad de las vacunas es muy alta, siempre hay una proporción pequeña de personas para quienes, a pesar de tener su tercera dosis, va a existir el riesgo de muerte”, señala.
También explica que estos casos se dan principalmente en poblaciones de edades avanzadas, que tienen algún tipo de comorbilidad o inmunosupresión (defensas bajas) por alguna enfermedad grave de base. Para estas personas, una infección, sea de coronavirus o cualquier otro patógeno, genera alto riesgo de desenlaces graves.
Cifras de la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido muestran que hay un 95 % de probabilidad de que la vacuna proteja el evento de muerte.
La epidemióloga es enfática en que las vacunas están protegiendo la vida, así pueda existir reinfección. “La mayoría de personas que fallecen en esta cuarta ola, por variante ómicron, no están vacunadas y las pocas personas que fallecen estando vacunadas tienen una vulnerabilidad previa alta por otras enfermedades o edad avanzada”, sostiene
En el mismo sentido, el estudio Cohorte esperanza, del Ministerio de Salud y Protección Social, revela que las personas sin vacuna tienen entre 4 y 9 veces más riesgo de morir a causa del virus. El análisis de datos se realizó entre noviembre y enero y concluye que, en todos los grupos de edades registrados, los desenlaces graves de la enfermedad por lo menos se duplican en población no vacunada.
Gráfica de Cohorte Esperanza de @MinSaludCol muestra las diferencias en tasas de hospitalización y muertes según estatus vacunal por grupos de edad en Colombia durante diciembre y primera semana de enero. Vacunarse hace toda la diferencia! @infopresidencia pic.twitter.com/vRRRauuuu7
— Fernando Ruiz (@Fruizgomez) January 16, 2022
¿Por qué no hay una vacuna definitiva?
Hablar del futuro a mediano y largo plazo es muy complicado con este virus. La ciencia ha enfrentado un reto muy significativo, ha tenido que desarrollarse en tiempo real. Explica la epidemióloga Cucunubá que la capacidad que tiene para mutar y evadir el sistema inmune hace que proyectar escenarios futuros con certeza sea imposible.
Hay microorganismos que generan una respuesta inmune de por vida y frente a esos, producir una vacuna que tenga esas mismas propiedades, es más fácil, por ejemplo patógenos como sarampión o fiebre amarilla. Pero, algunos patógenos como el SARS-CoV-2, o como el virus de la influenza, tienden a tener mutaciones y a cambiar en el tiempo.
Por eso no tenemos vacunas contra todos los patógenos, porque hay algunos que son más desafiantes que otros y este coronavirus es uno de ellos, dice la profesora Cucunubá.
Algunos movimientos antivacunas utilizan este tema de los refuerzos en contra de las campañas mundiales de vacunación. Si fuera verdadera, dice equivocadamente uno de los tantos videos que circulan por redes, “la mal llamada vacuna, no es más que un experimento genético. Si fuera verdadera, con una sola se acabaría la enfermedad”.
Sin embargo, es importante aclarar que estas vacunas para covid-19 han tenido el mismo proceso científico que la mayoría de las vacunas que ya conocíamos, es decir, han superado las fases clínicas y preclínicas. Como en los casos de vacunas anteriores, inicialmente se prueba si una o dos dosis son suficientes, pero meses o años después, los estudios clínicos podrían indicar que es necesario aplicar más dosis para combatir efectivamente la transmisión o los impactos de la enfermedad.
Así pasa con otras enfermedades: el esquema de vacunación regular de todos los países, incluido Colombia, dirigido a niños menores de 5 años, incluye por ejemplo 4 dosis contra la Hepatitis B, tres dosis y dos refuerzos contra la polio, tres dosis y dos refuerzos contra la tosferina, entre otras, relata Cucunubá.
“Ojalá se pueda desarrollar una vacuna con actividad persistente contra la infección por todas las variantes actuales y futuras de SARS-CoV-2, pero es difícil saber si eso se va a lograr en poco o mucho tiempo”, Zulma Cucunubá
Cuarta dosis para vacunas de covid-19
Actualmente en Colombia está autorizada hasta la tercera dosis o refuerzo para mayores de 18 años y el 25 de marzo el ministro de Salud, Fernando Ruiz, anunció que los menores de edad desde los 12 años también podrían ponerse la dosis de refuerzo con Pfizer. La tercera dosis se aplica a partir del cuarto mes de haber completado el esquema inicial de una o dos dosis.
A nivel internacional, el panorama de aplicación de cuartas dosis es variado. Israel y Hungría autorizaron el segundo refuerzo a la población general. Chile ha autorizado la cuarta dosis para mayores de 55 años y trabajadores de la salud. Argentina está reforzando esquemas de mayores de 50 años y población con inmunosupresión por tratamiento de cáncer o trasplante de órgano sólido, entre otros.
A pesar de esto, hay discusiones científicas sobre su aplicación. Marco Cavaleri, jefe de estrategia de vacunas de la Agencia Europea de Medicamentos dijo a inicio de año, en rueda de prensa, que por ahora no hay datos que respalden la eficacia de la cuarta dosis. Para la investigadora javeriana Cucunubá, todavía es muy temprano para tomar la decisión de la cuarta dosis en Colombia que debe estar basada en información científica sólida que la respalde.
Suramérica es la región con mayor proporción de personas vacunadas en el mundo, el 81 % de su población ya recibió al menos una dosis. Asia, Norteamérica y la Unión Europea están por encima del 70 %. Sin embargo, África apenas llega al 17 %. La situación es aún más crítica en países como Sudán del sur o Haití, en donde solo están vacunados el 3 % y 1 % de sus poblaciones, respectivamente. Esto según datos de Our World In Data.
Esta situación abre de nuevo la discusión sobre la desigualdad en el acceso a los biológicos, que sigue teniendo brechas enormes. El llamado de la OMS desde hace meses es priorizar los países con menos población vacunada antes de autorizar dosis de refuerzo de forma masiva.
El futuro de la pandemia
Para poder entender hacia dónde ir, la experta señala tres etapas que ha vivido esta pandemia. La apuesta del primer año fue contener o retrasar el avance del contagio hasta cuando se tuviera preparados los sistemas de salud y disponibilidad de vacunas. Para la investigadora, algunos países lo hicieron mejor que otros, pero en términos generales se intentó desacelerar la propagación de la infección para dar tiempo a las investigaciones sobre las vacunas y fortalecer los servicios de atención médica.
Una segunda etapa, que está finalizando, se desarrolla con el inicio de la vacunación masiva. Allí se reducen los casos de desenlaces graves como hospitalización o muerte y progresivamente se inicia la reactivación de muchas actividades hasta ese momento restringidas.
En las últimas semanas ha iniciado la tercera etapa, que da pistas sobre el futuro. En esta, la normalidad se acerca bastante a lo que era antes de la pandemia. Hay altas tasas de vacunación, eventos masivos, muy pocas restricciones. Algunos países europeos como Italia, Países Bajos, España, Portugal y Suecia, Dinamarca entre otros, han flexibilizado o eliminado el uso de tapabocas (por lo menos en espacios abiertos).
Para la experta, no se trata simplemente de suspender las medidas, sino de crear unos planes claros, con indicadores y mediciones sobre la transmisión y efectos de las nuevas variantes que circulen.
Sostiene, además, que es importante disminuir al máximo las restricciones y otras medidas porque a lo largo de dos años claramente han causado fatiga en la población. Pero esto debe ir acompañado de un sistema de alertas tempranas y planes de contingencia que orienten cuando sea necesario implementar una respuesta rápida, por ejemplo frente a una variante peligrosa en el futuro.
Pero, para responder a amenazas futuras es fundamental recuperar la confianza de la población y que las medidas que potencialmente se tomen en el futuro logren alta aceptación. Esto significa que cualquier medida debe durar lo mínimo posible y lo necesario para generar un impacto significativo. Una vez la medida no produce impactos importantes debe suspenderse, justamente para evitar esa fatiga y lograr mayor aceptación.
Sobre el fin de la pandemia opina que hay dos consideraciones. Una es biológica, y esa la ve lejana. Afirma que el virus y sus variantes van a seguir existiendo. La evidencia hasta el momento indica que seguirán presentándose olas de infección en el futuro. En este sentido, no se puede hablar de un final claro.
La segunda consideración es administrativa y aclara que es una decisión política de los gobiernos y de la Organización Mundial de la Salud. Está relacionada con terminar la fase aguda del manejo de la emergencia de salud pública y pasar a una etapa de planes y medidas sostenibles a largo plazo, con información clara sobre las condiciones y circunstancias en las que habría que retomar algunas medidas temporalmente por alto número de contagios o aumento en la peligrosidad de la enfermedad.