Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, fue el primer latinoamericano en dirigir la Iglesia católica a nivel mundial. “Su elección fue una sorpresa muy agradable para la Iglesia, para la humanidad, y por supuesto para nosotros los jesuitas también”, aseguró Antonio José Sarmiento, S. J., secretario asistente del provincial de los Jesuitas en Colombia. Su muerte este 21 de abril de 2025 ha llevado a momentos de reflexión en la Compañía de Jesús y, también, en la comunidad católica en general sobre cuál es su legado y cómo va a ser recordado el argentino formado inicialmente como técnico químico.
Para el padre Sarmiento, el papado de Francisco se caracterizó por haber puesto el foco en temas que los expertos religiosos llaman de ‘frontera’. “Francisco se preocupó por unas poblaciones tradicionalmente excluidas de la Iglesia como la población Lgbti, de los divorciados vueltos a casar, los que él llama los ‘descartados’ de la sociedad y del sistema, excluidos por una poderosa máquina económica que genera pobreza, miseria y marginalidad en varios miles de millones de seres humanos. También hizo llamados muy importantes para la inclusión activa de las mujeres en la vida de la Iglesia católica”, añadió el sacerdote.

Según explica, Francisco entró en diálogo con la política, la economía, las ciencias sociales y humanas y con los medios de comunicación. Todo esto para reflexionar sobre el mundo real y las condiciones en que viven millones de personas en el planeta, con el fin de que el mensaje de la Iglesia sea significativo para muchos y acorde a los contextos de la realidad humana.
“Francisco era un Papa de apertura, que promovió el diálogo democrático enfocado particularmente en los más vulnerables. Eso es un mensaje potente en momentos en que gobiernos autoritarios de izquierda y de derecha llegan permanecen en el poder en países como Alemania, Estados Unidos, Rusia, Hungría, o con dictaduras que se pretenden de izquierda en América Latina como ocurre en Venezuela y Nicaragua”, sostuvo Sarmiento.
Una Iglesia católica con aprendizajes de Latinoamérica
Para Sarmiento, quien también fue profesor y directivo de la Pontificia Universidad Javeriana, las prioridades del papado de Francisco, y su apertura, son producto de décadas de trabajo de la Iglesia católica en Latinoamérica. La historia se remonta a mediados de la década de los 60, cuando se realizó el Concilio Vaticano II, una gran asamblea de obispos de todo el mundo para poner a la Iglesia Católica a dialogar con el mundo moderno.
“Era una época muy convulsionada en América Latina y dentro de la Iglesia se generó una gran sensibilidad social hacia una teología que se preocupara por insertarse en la realidad de los más pobres y trabajara para que el anuncio del evangelio tuviera una incidencia directa en el cambio de la sociedad”, explica el padre Sarmiento. A partir de ello, Jorge Mario Bergoglio acogió la teología del pueblo.
Esta perspectiva teórica es una rama de la teología de la liberación que se identifica con la cultura popular. Es decir, con los más vulnerables, los movimientos sociales que lideran y organizaciones representativas en las que aúnan esfuerzos. Es la teología que pone en el centro la religiosidad del pueblo, sus valores de hospitalidad, solidaridad y sentido comunitario.
“En lugar de dar limosnas ocasionales, como para calmar la conciencia, anunciamos el evangelio para que el ser humano, sobre todo el que experimenta grandes necesidades emocionales, económicas, afectivas espirituales y éticas, se sienta acogido por esa evangelización. También para que los valores esenciales del Evangelio penetren las realidades sociales, políticas, económicas”, afirmó el teólogo colombiano.
Por ello, su pontificado no se redujo a asuntos exclusivamente eclesiales o católicos. Francisco se pronunció constantemente sobre las problemáticas contemporáneas, los desafíos más sensibles que enfrenta la humanidad. Por ejemplo, en marzo de 2023, Francisco respondió al semanario católico-belga Tertio: “El mundo necesita tener el coraje de imaginar una economía que no sea puramente liberal, sino que esté al servicio de la sociedad, al servicio del ser humano, con justicia y equidad”.
“Una nueva economía, inspirada en Francisco de Asís, hoy puede y debe ser una economía amiga de la tierra y una economía de paz”.
Papa Francisco

El cuidado de la casa común, una insignia del Papa Francisco
En la misma línea de buscar mejores condiciones para la vida, en 2015 publicó su Carta Encíclica Laudato si’, una reflexión teológica y pastoral sobre la relación de la vida humana con el ambiente, la contaminación y deterioro del planeta y cómo buscar alternativas humanistas, espirituales, éticas, técnicas, para proteger y conservar el ambiente.
“Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos. (…) El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”, dice el documento.
“Es un tema que no interesa solamente a los católicos, sino a todo ser humano de buena voluntad”, afirmó el padre Sarmiento, quien considera este texto como el documento ecológico más importante de las últimas décadas. Según explicó, la encíclica reflexiona sobre problemáticas ambientales causadas por el frenesí de la producción industrial descontrolada.
Hacia una Iglesia ‘de frontera’
La guía de Francisco ha sido llevar la Iglesia a “la frontera”, es decir, buscar a las poblaciones y temas que tradicionalmente han sido olvidados desde la dirección del catolicismo. “El evangelio de Mateo tiene una mirada hacia dentro de la Iglesia. En el de Lucas es diferente: la orden es salir a evangelizar hasta los confines de la tierra. Ese fue el camino que eligió el papa Francisco”, señaló Paula Andrea García, profesora de teología de la Pontificia Universidad Javeriana.
Además, añadió que, con Benedicto XVI, la reflexión se centró en lo clerical y doctrinal. “Históricamente se pensó que quienes salían eran los misioneros y que el clero se quedaba custodiando la fe. Pero la invitación fue a salir, a oler a pueblo y eso significa cambiar la lógica. Es desacomodarnos, desinstalarnos y en cierta forma arriesgarnos a lo que hay afuera”, agrega la académica.
Esos temas en los que Francisco fijó la mirada van en línea con las problemáticas sociales y económicas que vive el planeta: la pobreza, la migración, las diversidades sexuales, otras creencias religiosas. “La teología de la frontera implica encontrarnos con el que no es como nosotros. Es ser conscientes del otro en su diversidad, en su alteridad. Es tener conciencia de lo que nos rodea, de las personas y de la naturaleza, y saber que, si no están bien, nosotros tampoco lo estaremos”, explicó García.
De allí que los viajes del Papa estaban cargados de simbolismo y buscaban reconocer la diversidad y las comunidades alejadas y olvidadas. “Él prefirió las periferias, los sitios de mayor marginalidad, migración, zonas donde hay mucha pobreza, las barriadas. Para viajar, eligió países donde la Iglesia católica es minoritaria. También se reunió con líderes de otras tradiciones religiosas, pensando siempre en cómo las religiones deben contribuir a la paz del mundo, a la reconciliación, a la vida fraterna”, contó el padre Sarmiento.

“El mal no puede ser escondido, debe ponerse al descubierto”
Precisamente, durante su papado, se puso del lado de otros excluidos en la Iglesia católica: las víctimas de los abusos sexuales por parte de sacerdotes. En 2019, Francisco reconoció estos delitos y ordenó investigaciones. “El mal no puede ser escondido. El mal debe ser puesto al descubierto, hacer que se conozca y que el abusador sea juzgado, aunque se trate de un laico o un obispo”, dijo en una visita a Bélgica.
Antes de reunirse con 17 víctimas de pederastia en Bruselas, dijo: “Es en la Iglesia donde se han producido esos crímenes y la Iglesia debe sentir vergüenza y pedir perdón, y buscar cómo resolver esta situación con humildad cristiana, además de hacer todo lo posible para que esto no vuelva a suceder”.
Para el jesuita Sarmiento es importante resaltar que, si bien la Iglesia lleva el mensaje de Jesucristo, es una institución liderada por humanos. “Hay que tener en cuenta ese aspecto de la fragilidad humana y asumir los errores. Una opción es negarlo y esconderse, pero la actitud correcta y madura, es hacerle frente. Francisco le metió el hombro a esos temas”, explicó el sacerdote y añadió: “Todavía falta mucho, pero él puso la cara y no tuvo miedo de afrontarlo. Esos no son temas que se deban ocultar para cuidar la imagen de la Iglesia”.
La apertura de la Iglesia durante el papado de Francisco
Para Sarmiento, el gran aporte teológico del papado de Francisco es la sinodalidad, es decir, ‘caminar juntos’ según su etimología griega. Una Iglesia sinodal busca ponerse al servicio de toda la comunidad cristiana en clave de la diversidad de ministerios.
“Hay diversidad de culturas, laicos, población homosexual, divorciados vueltos a casar, gente con ideas políticas de izquierda a derecha, pero son creyentes en Jesucristo. Ellos son de la Iglesia, entonces, ¿cómo los vamos a integrar y cómo vamos a trabajar todos juntos?”, explicó. Son los aportes de estos sectores los que permiten dar el salto cualitativo de una Iglesia prioritariamente clerical a una Iglesia prioritariamente comunitaria.
Para ambos expertos javerianos el paso del papa Francisco por el Vaticano permitió otra lectura y praxis del cristianismo católico. Es volver a la originalidad del mensaje de Jesús, siempre abierto a todos los seres humanos, en misericordia y compasión.
El impacto de Francisco en la Iglesia se verá en varias décadas, opinó García, pues los sacerdotes que crecieron con su mensaje llegarán a posiciones de decisión en los próximos años. “Así como su llegada al papado fue resultado de la teología del pueblo de los años 60, habrá que esperar unas décadas para sentir un impacto mucho más palpable de las enseñanzas del Papa Francisco”, afirmó.
Por ahora, tras su fallecimiento, García dijo que espera que las enseñanzas de Francisco se asienten, más allá de una dirigencia que pudiera ser más conservadora: “Seguiremos sirviendo, con el pueblo, con la gente, haciendo nuestras propias reflexiones. La Iglesia latinoamericana ha ganado lo que tiene a pulso y es muy resiliente, y la teología del pueblo seguirá siendo la misma”.
Para conocer más proyectos de investigación de la Pontificia Universidad Javeriana en temas relacionados con las problemáticas identificadas en la Encíclica Laudato Si, siga este enlace.
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