A las ya tradicionales formas de organización del trabajo investigativo en Colombia (grupos de investigación e institutos) se suma desde hace tres años –siguiendo el modelo chileno– una nueva: los centros de excelencia. Estos son redes de instituciones y grupos de investigación que concentran sus esfuerzos y actividades investigativas en la solución de una problemática concreta. Sus operadores, públicos y privados, nacionales y extranjeros, con diversos grados de desarrollo investigativo, aúnan esfuerzos en áreas de desarrollo estratégico para el país.
Asignado por Colciencias en convocatorias de 1.7 millones de dólares y con un apoyo económico para cinco años, funcionan en Colombia siete de estos centros en las siguientes temáticas: tuberculosis; agroindustrialización de especies vegetales aromáticas medicinales tropicales; potenciales de los bienes y servicios ecológicos de la biodiversidad; nuevos materiales con aplicaciones tecnológicas; modelamiento y simulación de fenómenos y procesos complejos; desarrollo integral, convivencia ciudadana y fortalecimiento institucional en regiones afectadas por el conflicto armado; y metagenómica y bioinformática para la caracterización y el aprovechamiento de recursos genéticos en ambientes extremos.
El horizonte fijado en el documento Visión Colombia Segundo Centenario: 2019, nos habla de una meta de 20 Centros de Excelencia.
Son múltiples los beneficios que pueden señalarse a esta estrategia investigativa. Algunas de ellas son: la construcción de redes que integran instituciones diversas y en diferentes regiones y ciudades; la financiación de la investigación con una visión que supera la inmediatez y el corto plazo, y la posibilidad de generación de sinergias investigativas con los consecuentes efectos positivos en calidad y productividad científica.
Pero también existen desafíos que con realismo deben considerarse: el que se asuma como una estrategia oportunista para la asignación y la obtención de recursos para investigación o que no se logre integrar las diferentes agendas de los grupos e instituciones en un programa común y articulado de investigación o que no se logre trascender el horizonte inicial de cinco años por ausencia de recursos o por la dificultad de generarlos por fuera del circuito de Colciencias.
Sobre el punto de la financiación algunas evidencias preocupan: en principio se señaló que los Centros tendrían financiación inicial de 5 años con posibilidad de prorroga hasta por tres años. Sobre las prorrogas se promete poco. La experiencia primigenia chilena ha demostrado que luego de diez años de existencia, pocos son los centros que han logrado subsistir.
Sin embargo, y en perspectiva de país, la estrategia de los centros de excelencia es interesante. Los primeros y aún incipientes resultados así lo señalan. La calidad de nuestros científicos e investigadores nos permite ser bastante optimistas. Es momento oportuno para confirmar esta opción científica del país y asegurar sus sostenibilidad.
Confiemos como lo señalaba una connotada científica, directora de uno de los centros de excelencia, que esta experiencia de los centros no sea simple novedad, en un país de novedades como es Colombia.