Empecemos por algunos datos: según un estudio publicado en 2018, menos del 10% de los editores de las 20 revistas de más renombre en biodiversidad y biología de la conservación estaban asociados a una institución del Sur Global. Tan solo el 4.5% de los editores jefes eran de esta zona del planeta y exclusivamente de Brasil.
Más recientemente, en 2021, un análisis de los 1051 ecólogos con más publicaciones registradas en Web of Science entre 1945 – 2019, encontró que ninguno era colombiano y que solo el 11% eran mujeres.
“Estas cifras demuestran cómo desde el Norte Global se lleva mucho tiempo dando línea sobre los temas claves de investigación, y la manera ‘adecuada’ de hacer ciencia en ecología y conservación”, afirma el ecólogo Nicolás Urbina-Cardona, profesor investigador de la Pontificia Universidad Javeriana.
Y si dos países del Sur Global son los de mayor biodiversidad en el planeta Tierra, —Colombia y Brasil— ¿qué está pasando? Generalmente sucede lo que se ha denominado ‘ciencia paracaídas’, en la que investigadores de instituciones en países ricos que generalmente están ubicados en el Norte Global organizan salidas de campo en países megadiversos tropicales y luego regresan a sus países con datos, información y muestras en bolsas ziploc sin reconocer la experticia de personas de universidades o de comunidades locales que aprovecharon durante su estadía. “En algunos casos se da lo que se llama los ‘autores fantasma’, o sea no reconocer la autoría, ni siquiera en agradecimientos”, explica Urbina-Cardona.
El Norte Global no es solamente un concepto geográfico sino también socioeconómico. “Son en realidad los países y los sectores de cada país que son muy privilegiados económicamente, que por tanto tienen mayor acceso a educación y a otras oportunidades”, dice la bióloga colombiana Carolina Ocampo-Ariza, principal autora del artículo publicado en Perspectives in Ecology and Conservation.
Preocupados por las inequidades encontradas en la literatura científica, así como por la desigualdad en los procesos de investigación en temas de ecología tropical y conservación, investigadores de doce países liderados por Ocampo-Ariza llaman la atención de sus colegas del Sur Global para tomar acciones que lleven a equiparar las cargas y los créditos al adelantar proyectos de investigación con colaboradores internacionales.
Los 21 autores proponen cerrar la brecha entre ecólogos tropicales de múltiples nacionalidades y disminuir el sesgo en el conocimiento generado desde el Norte Global, teniendo en cuenta la Diversidad, la Equidad y la Inclusión (DEI). De ellos, cuatro son colombianos: dos en la Universidad de Göttingen, Alemania, como Ocampo-Ariza postdoc e investigadora, y Andrés Angulo, egresado de la Javeriana; una en Estados Unidos, Valeria Ramírez-Castañeda; y Urbina-Cardona. También de la Universidad Nacional de Colombia, la bióloga y geógrafa Dolors Armenteras, profesora e investigadora.
“Diversidad se refiere a las características socio demográficas de los investigadores que están participando en la ecología tropical”, dice Ocampo-Ariza; “comunidades nativas, mestizos, mulatos, que actualmente están muy subrepresentados en comparación con personas blancas del Norte Global”.
La equidad la explican con base en la definición de ciencia paracaídas: “que tengamos beneficios y deberes equitativos entre los distintos miembros de un equipo de investigación para eliminar los problemas que se dan en las colaboraciones internacionales”, continúa Ocampo-Ariza. Y con inclusión se refieren a una participación equitativa, “que trabajemos como iguales porque tenemos la misma capacidad investigativa”.
Así, identifican diez acciones en tres niveles —institucional, nacional e internacional — para lograr colaboraciones científicas internacionales equitativas en ecología tropical.

Acciones a nivel institucional
Son tres las acciones precisas que sugieren a nivel institucional dirigidas a grupos de universidades, institutos, centros de investigación y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en el Sur Global. Primero, proponen que se conviertan en modelos a seguir, aboliendo prejuicios discriminatorios y privilegios personales y presionando el desarrollo de políticas DEI, lo que incluye códigos de conducta claros y comités de ética neutrales para la solución de conflictos y quejas sobre relaciones interpersonales entre investigadores.
En segundo lugar, sugieren codesarrollar la investigación con las partes interesadas locales. “Ese conocimiento de la gente local es esencial en las discusiones”, defiende Urbina-Cardona. “Incluso es todavía mejor si desde el diseño de la investigación estás considerándolos no como futuros coautores, sino más bien como coinvestigadores”.
La tercera acción se refiere a promover una gestión transparente de la financiación que favorezca a los científicos locales, desde la adquisición de equipos de laboratorio y para toma de datos en campo, hasta la movilidad en intercambios en estancias de investigación de profesores y estudiantes.
Acciones a nivel nacional
A nivel nacional proponen que la comunidad científica de los países tropicales se comprometa con el apoyo en el desarrollo y mejora de políticas públicas relacionadas con biodiversidad y ciencia, incluyendo foros, en el diseño de comunicaciones de prensa, e interacciones con el sector político y los tomadores de decisión. “Siempre escuchamos a los científicos diciendo que no tienen oportunidad o el tiempo para hacerlo, pero hay que saber tomar la oportunidad cuando ella llega”, reclama Ocampo-Ariza. “A partir de la divulgación científica es que surgen las oportunidades para participar en foros, para tener un poco más de rol en temas políticos y en el desarrollo de políticas que tienen impacto para la biodiversidad y que impactan también nuestra práctica científica”. Pero también es importante identificar los diferentes actores que deben conocer los resultados de las investigaciones y comunicarlos adecuadamente.
La segunda acción a nivel nacional, consecuencia de la anterior, es participar en la mejora de las políticas de investigación sobre biodiversidad y mencionan como ejemplo la solicitud de permisos de investigación y de colecta en campo. “No debemos ser actores pasivos, sino siempre estar buscando el camino para para poder lograr cambios”.

Finalmente, urgen concebir investigaciones que lleguen a la sociedad, de tal manera que mejore la calidad y la percepción de la ciencia en la ciudadanía. “Las actividades de divulgación deben ser una prioridad para llegar a todos los ecologistas, conservacionistas y sus instituciones, y las colaboraciones internacionales deben estar impregnadas con este pensamiento”, se lee en el artículo científico publicado.
Acciones a nivel internacional
A nivel internacional, los 21 investigadores autores sugieren que quienes desde el Sur Global colaboran internacionalmente sean quienes lideren y dirijan las aplicaciones a fuentes de financiación y a becas, lo cual en la actualidad casi no ocurre.
También abogan por garantizar una carga de trabajo equitativa, que termine con ese papel simbólico cuando se incluye como coautores de las publicaciones a las minorías sociales (étnicas, de género, entre otras) del Sur Global solamente por cumplir con un requisito o cuota. “A menudo se espera que los investigadores del Sur Global realicen las actividades de trabajo de campo más arduas recopilando datos ecológicos, mientras que los investigadores del Norte Global lideran el análisis y la redacción de datos y, por lo tanto, a menudo reclaman la primera autoría en publicaciones científicas derivadas”, dice el artículo. Todos los involucrados deben participar en actividades relacionadas con la investigación ecológica: planificar y ejecutar actividades de campo, procesar muestras, analizar datos y preparar manuscritos. Es necesario asegurar los mismos beneficios entre colaboradores nacionales y extranjeros.
“Estas buenas prácticas en la colaboración científica son esenciales si se busca que las propuestas de conservación de biodiversidad consideren los contextos socioeconómicos y culturales de las comunidades locales para su apropiada implementación”, afirma Ocampo-Ariza.
Ese liderazgo del Sur Global que están recomendando para lograr incluir la DEI en la actividad de la investigación científica incentivará “el cambio a nivel mundial, con cambios positivos duraderos en toda nuestra comunidad científica”, finalizan los autores.
…pero además es importante…
La ciencia se habla en inglés, pero cuando hay limitación del lenguaje difícilmente los investigadores del Sur Global podrán tener la fluidez que acompaña a los del Norte Global. Una de las autoras, la bióloga colombiana Valeria Ramírez-Castañeda, aboga por escribir los artículos científicos en varios idiomas que estén accesibles especialmente para la comunidad local, lo que se podría lograr incluso con el apoyo de herramientas de la inteligencia artificial. El reto de la investigación en ecología tropical está no solamente en analizar en laboratorio las muestras extraídas en campo, llegar a resultados, sino luego escribir el artículo. “Deberíamos tener el mismo reconocimiento por escribir en el idioma que sea”, concluye Ocampo-Ariza.