La ciencia, que para muchos sucede solamente en un laboratorio, entre microscopios y batas blancas, en realidad está mucho más cerca en la vida cotidiana. “Nuestras vidas están totalmente atravesadas por la ciencia, incluso de maneras que no sospechamos. Muchas decisiones que tomamos a diario, desde qué comemos, los medios de transporte o el internet que usamos todo el día, hasta combatimos las enfermedades dependen de un conocimiento científico compartido”, afirmó Pablo Correa, director de la Maestría en Periodismo Científico de la Pontificia Universidad Javeriana.
Al ser uno de los fundamentos de nuestra sociedad, es importante reflexionar sobre ella: cómo se produce, cuáles son las instituciones que hay detrás y cómo interactúan. Pesquisa Javeriana y la Maestría en Periodismo Científico de la Javeriana, organizaron una nueva edición del Café Pesquisa en la que planteamos un diálogo alrededor de esas preguntas entre Zacharias Maniadis, Profesor Asociado de Economía en la Universidad de Southampton (Inglaterra), y un referente en el campo de la economía de la ciencia. Maniadis conversó con el profesor Correa y con Felipe Morales, editor digital de Pesquisa Javeriana.
¿Todavía podemos confiar en la ciencia?
En un mundo hiperconectado, saturado de datos, titulares y opiniones que la mayoría de veces, se toman como verdaderos, la ciencia enfrenta un reto de gran magnitud: mantener la credibilidad ante una sociedad que ya no sabe diferenciar la información rigurosa y noticias falsas.
Felipe Morales inició presentando un fenómeno muy particular que ha venido creciendo en los últimos años. Discursos anticiencia inundan las redes sociales y llevan a desconfiar de áreas del conocimiento construidas durante siglos. Que la tierra es plana, que las vacunas son una estrategia para controlar a la población, que la pandemia del Covid-19 fue producida intencionalmente, son discursos que hacen dudar sobre los propósitos, formas y objetivos con los que se produce la ciencia.
“La confianza en los expertos ha sido un debate muy activo durante la pandemia de coronavirus o la salida del Reino Unido de la Unión Europea – Brexit. Los políticos decían que la gente estaba harta de los expertos en debates generales sobre la Unión Europea”, relató el profesor Maniadis. Esto deja decisiones que afectan a millones de personas en manos de personas con intereses políticos y económicos que no necesariamente están calificados para tomarlas.

“La confianza en la ciencia y en las instituciones es fundamental para la sociedad. Si la ciencia no produce trabajos creíbles, se socava la confianza del público en la ciencia y, por supuesto, se generan diversos problemas”, agregó el investigador durante el diálogo. Para Zacharias, más que mejorar la imagen de la ciencia, es necesario hacer reformas de fondo para producir mejor ciencia que genere conocimiento de calidad. Ello, afirmó, no es sencillo. Implica cambiar estructuras, prioridades y hábitos dentro de las comunidades científicas.
Para ello, expuso que desde hace años se ha gestado un movimiento que promueve nuevas prácticas académicas y de investigación: la ciencia abierta. “En el caso europeo, se han introducido algunos de estos cambios mediante acuerdos entre universidades. Por ejemplo, en la evaluación de las investigaciones”, explicó Maniadis.
Esto lo han hecho a partir de uno de los conceptos favoritos y más importantes para los economistas: los incentivos. Y es que cuando hay recursos limitados, tanto económicos como de puestos de trabajo, es necesario administrarlos bien. En la conversación relató que justamente ese es uno de los puntos cruciales, cómo calificar a los científicos que hacen un buen trabajo, la calidad de las investigaciones o si reciben beneficios como ascensos, subvenciones o dinero de financiación.
“Uno de los incentivos en universidades estadounidenses es que los investigadores publiquen tanto como sea posible. Esto haría que se publique lo que otros investigadores quieren oír, lo que piensan que está de moda”, argumentó. Por ello fue insistente en que la economía puede aportar elementos de análisis para entender cómo estos incentivos podrían generar sesgos y problemas sistemáticos.
Lo han podido estudiar a través de estudios de comportamiento en laboratorio. “A través de diversos estudios hemos encontrado que alguien que finge ser un experto, casi siempre vence al verdadero experto porque dice lo que la gente quiere oír y no entra en explicaciones complejas y difíciles”, reseñó Maniadis sobre una de sus recientes investigaciones.
El profesor Pablo Correa recordó el caso de Tito José Crissien, exrector de la Corporación Universitaria de la Costa y ex ministro de Ciencias, quien fue acusado por varias asociaciones científicas de cometer plagio en varios documentos publicados con su nombre. “A pesar de los señalamientos de fraude, increíblemente y como suele pasar en nuestro país, terminó siendo ministro de Ciencias. Esto demuestra lo frágiles que son algunas sociedades frente a este tipo de problemas”, contó.
Meta-investigación, ciencia que se autocorrige
Una de las características para que un determinado conocimiento pueda considerarse como ciencia, es que debe ser universal y replicable. Es decir que cualquier persona puede realizar la misma metodología con los mismos elementos y obtener los mismos resultados. Sin embargo, a lo largo de su carrera en la economía del comportamiento, Maniadis se encontró varias veces con experimentos que intentaba replicar, pero producían resultados muy diferentes a los que mostraba la bibliografía.
Esto, según explica, se da principalmente porque la economía estudia interacciones humanas, que son muy complejas y variables. Médicos, físicos, ingenieros, desde años atrás, tenían la misma reflexión y las mismas preguntas. Fue a raíz de esto que nació el campo de la meta-investigación, que en palabras de Maniadis, es un “dominio interdisciplinario de ciencia en la que investigadores de diversas disciplinas se unen. Cada uno ofrece las herramientas que sabe que funcionan y se articulan esfuerzos para investigar un tema en común”.

Esto ofrece no solo una investigación más profunda e integral, sino que los análisis de diferentes ciencias se nutren en el proceso para incluir más variables y tener resultados más amplios. Esto ha hecho que cada vez más se publiquen investigaciones interdisciplinares.
“Las prácticas de producción de conocimiento han cambiado. Somos más transparentes en cómo revelamos nuestros artículos, mejoramos los métodos, hacemos experimentos más replicables”, dijo el investigador griego. Meta-ciencia es un movimiento en el que se protege la integridad de la investigación y la misma ciencia se autocorrige.
El periodismo es clave para mejorar la credibilidad de la ciencia
Finalizando el diálogo, Felipe Morales, editor digital de Pesquisa Javeriana, preguntó a ambos académicos por la relación entre ciencia y periodismo. Justamente si lo que se busca es que la ciencia sea creíble, las personas deben entender cómo funciona, cómo se produce y cuáles son los alcances de la ciencia. Aquí el periodismo científico juega un rol más que importante.
El investigador Zacharias Maniadis fue muy crítico de cómo los medios de comunicación presentan las noticias sobre ciencia. “El gran problema del periodismo es la necesidad de declarar la verdad lo antes posible. Un estudio puede estar bien diseñado, tener una buena metodología, pero por la misma naturaleza de la ciencia, tal vez los resultados no son generalizables”, argumentó.
Y es que la ciencia se replica, el conocimiento se acumula y es con el tiempo y una cantidad de evidencia considerable, que se puede afirmar que los resultados son concluyentes. “El periodismo suele tomar un solo estudio para decir que se descubrió una verdad científica. Así no funciona el conocimiento científico”, añadió.
El profesor Correa explicó que este fenómeno se da, por una parte, por el afán de los medios de publicar constantemente, y por otra, porque el grueso de la gente todavía no ha comprendido estas metodologías. Por ello motivó a periodistas científicos a contar otro tipo de historias que permitan una concepción más amplia de la ciencia.
“El periodismo también puede contar historias sobre el fracaso de la ciencia. Un científico que investiga un tema por 15 o 20 años y no descubre nada, también es una gran historia. El ejercicio científico está lleno de contradicciones y paradojas que con un poco de creatividad, también pueden ser interesantes para la audiencia”, sostuvo.
Ambos académicos coincidieron en que se puede contribuir a la credibilidad de la ciencia en la medida en que se eviten las verdades absolutas, y que contar los mismos procesos, hace que las personas la sientan más cercana y fácil de entender. Con esta última reflexión se cerró este Café Pesquisa.
Aquí puede ver la conversación completa: