En Europa, en tiempos de la colonización de América, para los españoles resultaba deshonroso vivir de los oficios. En el nuevo continente, en cambio, para los mestizos, indígenas y mulatos estas actividades significaban progreso e integración social. A través de las técnicas que aprendieron de manos de colonos diestros en distintas labores, los nativos incorporaron elementos propios de sus culturas ancestrales y originaron una hibridación.
La costumbre de la enseñanza impartida en talleres convencionales de maestros que ejercían oficios tradicionales se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando se crearon las primeras escuelas de artes y oficios en Latinoamérica, imitando el modelo francés. Sin embargo, diferentes procesos sociales y económicos las hicieron fluctuar entre la enseñanza de los oficios tradicionales (herrería, carpintería, sastrería) y los oficios modernos (mecánica, fundición, calderería, torno).
En Colombia, la llegada del sistema de fábrica se dio de manera tardía y sólo hasta mediados del siglo XX se generalizó, sin que forzosamente invalidara los oficios manuales, ni las experiencias y destrezas ya adquiridas por parte de obreros y pequeños manufactureros en el trabajo de la industria.
Pero ¿cuáles fueron los caminos por los que las labores manuales tradicionales se sobrepusieron, dentro y fuera de las escuelas de artes y oficios, al proceso de industrialización? ¿Cuál fue la herencia de los trabajos artesanales? ¿Qué oficios lograron un mayor nivel de identificación cultural con la nacionalidad colombiana? ¿Cuáles siguen vigentes hoy? Éstos y otros interrogantes condujeron al Grupo de Investigación de Diseño Socio-Cultural de la Pontificia Universidad Javeriana a darle forma a la investigación titulada Las escuelas de artes y oficios en Colombia y la recuperación del patrimonio cultural de los oficios.
De la hipótesis a la prueba
A partir de antiguas investigaciones realizadas por el grupo y al constante estudio de la temática, se planteó como hipótesis que las tradiciones en artes y oficios pudieron resistir al tiempo y al proceso de industrialización por varios factores: mediante la enseñanza no formal en talleres individuales, maestranzas, escuelas correccionales y hospicios, gracias a poblaciones de menor desarrollo fabril –en contraste con regiones y ciudades fuertemente industrializadas–. Asimismo, a la existencia de manuales, instrumentos propios, métodos originales, inventos y al desarrollo de objetos autóctonos que revelaron la emergencia de una cultura laboral propia y de gran creatividad.
Con estas presunciones, el paso a seguir requería de una metodología concreta y detallada. Fue así como, durante cerca de un año, el grupo de investigación compuesto por Cielo Quiñones, Alberto Mayor Mora, Gloria Becerra y Juliana Trejos, acudió a la búsqueda y exploración de archivos, análisis de documentos, cruce de variables y a la comparación de información para la creación de bases de datos. Posteriormente, los investigadores realizaron una concienzuda reflexión multidisciplinaria desde la historia, la sociología y la teoría del diseño para interpretar los hallazgos empíricos y aportar nuevos conocimientos sobre el tema.
En los resultados se encuentra información sobre los gremios de artesanos hispánicos y su herencia en América, así como también a propósito de la organización, la estructura, la enseñanza, las características, y el aprendizaje de los oficios, lo que corrobora la importancia del legado colonial al momento de la fundación de las primeras escuelas de artes y oficios en el país. Cabe destacar también una cuidadosa selección fotográfica de la Escuela Salesiana de Artes y Oficios de Bogotá, en la que se ven plasmadas las obras de los artistas y se aprecian algunas costumbres, como las rudimentarias exposiciones que eran dadas a conocer al público, y el rito de la bendición de los talleres y la maquinaria por parte de los sacerdotes.
Además de lograr una reconstrucción metódica de las entidades de este tipo creadas por el Estado (divididas en diversas variables como: legislación, profesores, número de alumnos, titulación, etc.), los investigadores compararon los programas de todas las escuelas fundadas en Colombia entre 1860 y 1940, diferenciando aquéllas donde predominaron los oficios tradicionales de las orientadas por los oficios modernos, sin descuidar los casos mixtos. Mediante una minuciosa revisión de archivos locales y regionales, y una extensa recopilación de memorias oficiales y de viajeros, detectaron la existencia de maestranzas, talleres individuales, talleres de menores y hospicios, entre los que vale la pena destacar el Instituto Técnico Central: una escuela de artes y oficios dirigida por comunidades cristianas y filantrópicas para el “regeneramiento” de niños y niñas de la calle.
De oficios y maestros
De esta manera, la investigación no sólo brindó un amplio mapa de las escuelas en Colombia y sus métodos de enseñanza y aprendizaje, sino que además supo recuperar los procesos de instrucción, sistemas pedagógicos, herramientas empleadas, manuales de autoría de artesanos nacionales y del exterior y las tradiciones orales que se implementaron en los siglos XIX y XX, tanto en las escuelas de artes y oficios, como en los talleres de maestranzas.
Para Cielo Quiñones Aguilar, investigadora principal y directora del Departamento de Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana, el proyecto se vio altamente beneficiado gracias a las consultas de los censos adelantados en Colombia en el período de estudio, pues éstos permitieron delimitar un marco geográfico de referencia para distinguir zonas industrializadas y agrícolas, ciudades y regiones, centros de mayor desarrollo económico y poblaciones deprimidas. Los censos permitieron ubicar las instituciones de artes y oficios estatales y no estatales, el tiempo de duración de los programas y sus consolidaciones.
Mediante la reconstrucción de talleres privados en los que la enseñanza de artes y oficios descollantes eran organizados en torno a la figura del maestro y estaban desprovistos de control estatal, se logró verificar la existencia de artesanos con características universales de maestros medievales o, por lo menos, coloniales: hombres, generalmente de formación religiosa, que contribuyeron de gran manera al perfeccionamiento de las artes y oficios, y conservaron, por ello, su longevidad como sujetos de prestigio y dignidad tras años de labores. En palabras de Quiñones: “personas de destreza y pericia tan elevada que recreaban preciosidad en sus obras y, en consecuencia, obtenían reconocimiento social por su trabajo”.
Así entonces, con esta cadena de resultados, la investigación permitió reconocer y recuperar la herencia de los oficios artesanales, al igual que las formas de pensar y crear la artesanía tradicional. También posibilitó la valoración de los métodos típicamente colombianos en la hechura de los objetos mediante los oficios tradicionales y las formas de aprendizaje que se mantuvieron sin mayores transformaciones a través del tiempo, todo esto en pro del estudio y el análisis del desarrollo artesanal colombiano.
Para leer más
+Quiñones Aguilar, C. (2003). Reflexiones en torno a la artesanía y al diseño en Colombia. En Artesanía y diseño en Colombia. Bogotá: Ceja, Centro Editorial Javeriano.+Mayor Mora, A. Quiñones Aguilar, C. & Barrera Jurado, G.E. Las escuelas de artes y oficios en Colombia y la recuperación del patrimonio cultural de los oficios. Recuperado el 19 de septiembre de 2009, de https://www.icesi.edu.co/disenomas/anteriores/disenomas2006/internas/memoria s/cielo_qui_ones.pdf
2 comentarios
buenas tardes, estoy realizando una investigación sobre este tema y me gustaría conocer la investigación completa.
Excelente documento estoy trabajando en un proyecto cultural sobre las escuelas de formacción cultural en Bogotá y Soacha Cundinamarca, si me puedes ayudar con la base de datos
Muchisimas gracias