El Museo del Andén, un trabajo de Ricardo Toledo Castellanos, Sonia Alexandra Barbosa Ortiz y Nicolás Leyva Townsend, recibió el Premio Bienal a la Creación Artística Javeriana “por hacer del arte una oportunidad para fortalecer los tejidos sociales”, así lo dio a conocer en la noche de hoy Jairo Cifuentes, Secretario General de esta universidad.
Este proyecto presenta las historias y experiencias de los vendedores informales de las calles que limitan con la Universidad Javeriana.
Gran parte de estos trabajadores han habitado los mismos espacios durante años y no solo han encontrado en esta zona su forma de subsistencia, sino que han visto las transformaciones de esta universidad y han acompañado a los estudiantes y quienes circulan por estas calles; lo que hace que sus rostros resulten familiares. Su visibilización genera un impacto social en el que se despiertan actitudes de hospitalidad y de reconocimiento social.
La entrega del premio se dio en el marco del V Encuentro Javeriano de Arte y Creatividad — que inició hoy y finaliza el 15 de septiembre —reconoce el trabajo creativo de los artistas y profesores javerianos que se destacan por su alto grado de excelencia e impacto. Este fue entregado por el padre rector de la Universidad Javeriana Jorge Humberto Peláez Piedrahita, en compañía de Astrid Liliana Sánchez, vicerrectora de investigación de la misma institución. En esta oportunidad se consideró a El Museo del Andén como una propuesta que desde el arte y la investigación-acción genera reflexiones a las problemáticas sociales.
El Museo del andén fue seleccionado entre dieciséis obras que compitieron por el Premio Bienal Javeriano en su quinta edición.
Otro proyecto destacado fue el Museo Virtual: EntreRíos; un lugar para recordar el silencio, la palabra y la verdad, que recibió mención de honor y cuya autora es la profesora e investigadora Ginna Piedad Morelo Martínez. “Este trabajo es el resultado de una investigación periodística de por lo menos quince años que nos permite encontrarnos con víctimas del conflicto armado del departamento de Córdoba, evidenciando el importante rol de las prácticas de creación en la reconstrucción de memoria del momento histórico que vivimos”, destacó Cifuentes al otorgar el reconocimiento.
¿Qué es El museo del andén?
En 2017, tras varias amenazas de desalojo en la alcaldía de Enrique Peñalosa y con propaganda que estigmatizaba a los vendedores informales asegurando que eran generadores de inseguridad, nació la preocupación de los investigadores javerianos por generar acciones de solución a esta problemática. “Nosotros los conocíamos y sabíamos que su labor estaba lejos de caracterizarse por ser un foco de peligro”, asegura el profesor Toledo.
La idea la comenzaron a trabajar Ricardo Toledo, Sonia Barbosa y Nicolás Leyva, profesores del departamento de Artes de la Javeriana, con el apoyo del semillero de investigación Especies de espacios. “Nosotros los conocíamos y necesitábamos que la gente sacara sus propias conclusiones, más allá de la propaganda”, cuenta la licenciada en Artes Plásticas, Sonia Barbosa.
Este fue uno de los puntos de partida para pensar el arte+creación e investigación como movilizador social, además de la relación que paulatinamente los mismos investigadores establecieron con los vendedores; Ricardo con Guillermo, a quien conoce desde que era estudiante universitario, así como la amistad de ambos con Fernando, Jaqueline, Gloria, Óscar; Francisco, el hermano de Darío, vendedor de fruta; Ferney, el sobrino de Darío y demás rostros frecuentes en el entorno javeriano.
“Nos encontrábamos a la hora del almuerzo y Nicolás traía su ensalada de frutas, Richi —Ricardo—llevaba los postes de las chazas o punto de venta ambulante y estábamos todo el tiempo en conversación con ellos”, cuenta Barbosa.
Así fue que los autores de la obra llevaron todas sus inquietudes y las trasladaron a la academia, esta vez para poner a los vendedores como protagonistas de su obra.
Los autores dicen que la intención que dio origen al proyecto Museo del Andén fue activar, fortalecer y visibilizar el sentimiento de responsabilidad entre vendedores informales y estudiantes, profesores y funcionarios de la Pontificia Universidad Javeriana y usuarios del Hospital San Ignacio.
“Iniciamos con un foro en el que reunimos a estudiantes, profesores y directivas de la universidad con el único propósito de que se sentaran a escuchar acerca de la vida de estas personas”, cuenta Ricardo Toledo y recuerda que a partir de allí empezaron a entender que estas personas estaban luchando por su vida y necesitaban no estar solos.
¿Qué hacer para acompañarlos en este momento? Esa preocupación llevó a los artistas a trabajar desde la museología crítica que comprende Nicolas; la relación pedagogía, arte y sociedad que tiene Sonia y la idea del arte como resistencia que persigue Ricardo. Todo esto mediado por conceptos teóricos de presencia y hospitalidad, en donde empieza a aparecer, en la conciencia propia, el ser del otro con un sentido de responsabilidad por su conservación y realización.
Las acciones
El acercamiento no fue de la mano de las artes tradicionales, pues como lo cuenta Nicolás Leyva, “en este caso no podrían ser el camino para aproximarnos al problema, si bien eran un insumo y canal para llegar a él (fotografía, video, gráfica), nos pusimos al servicio de otras operaciones”.
Entonces se valieron de acciones como construir un imaginario compartido a través de un logo que se le entregaba a las personas interesadas en conocer a los vendedores y vendedoras para fortalecer la comunidad. “Eres miembro honorario del museo del andén”, decían.
Hubo otras acciones como hacer un mapa bajo el cual las personas podrían jugar a recorrerlo en cada uno de los puestos de las vendedoras y vendedores; los ganadores: aquellos que completaran el recorrido, entablarían una conversación con los vendedores y completarían los sellos de visitante en cada una de las chazas. El juego incluía premiación.
“Estas conversaciones generaron lazos importantes de reconocimiento”, expresa Leyva.
También desarrollaron una exposición en la que diseñaron una chaza ficticia y, a través de una cadena humana, construida por estudiantes y transeúntes despreocupados, como los define Leyva, sirvieron de puente para enviar voz a voz un pedido cruzando edificios, árboles y demás estructura universitaria, luego retornarlo, hacer el pago y regresar el cambio. Todo para fomentar una comunidad universitaria extendida que, a pesar de no habilitar las ventas informales a nivel interno, reconoce a los que están afuera como parte de la comunidad.
Los artistas también hicieron un mapa plegable que consistía en un dibujo lineal ubicado frente a la Universidad Javeriana en el que los trabajadores informales plasmaron sus testimonios acerca de la historia, anécdotas, conocimientos y particularidades que solo ellos podrían saber al haber estado en ese andén — muchos por más de 30 años, tiempo en el que han visto crecer árboles, caer edificios y construir otros nuevos—. Son “relatos cortos de cada pedacito de la universidad siendo ellos los testigos de su transformación”, resalta la profesora Sonia Barbosa.
“Aquí compartimos una idea y es que el arte sí salva el mundo y tiene muchas formas de hacerlo, desde la introspección, la contemplación, lo clásico. Pero también a través de prácticas artísticas que visibilizan problemas que permiten comprenderlos. No es investigar sobre arte sino investigar desde el arte y ver qué nos cuenta, qué nos permite conocer. Ese fue El Museo del Andén”, finaliza Leyva.
Los artistas detrás de la obra
Ricardo Toledo Castellanos es hijo de una profesora de escuela rural y de un servidor público. También es maestro en Bellas Artes y magister en Filosofía.
“El problema de investigación que a uno lo obsesiona ahora, era eso mismo que a uno le preocupaba cuando tenía 5 años. En mi familia fuimos muchos hermanos y en nuestra casa siempre faltaba espacio. Mi recuerdo es el de ver nuestra casa en constante ampliación y el sueño presente de que faltaba construir algo más.
Y, si me pongo a pensarlo, me fascinaba construir casas con palos, con cobijas, con las sillas, y fue esa fascinación por crear un espacio en donde se pudiera vivir mejor lo que me trajo al arte y creo que sigue siendo mi preocupación, una que se traduce en la lucha, sobre todo, del pueblo por caber en el mundo, por tener un espacio”.
Sonia Alexandra Barbosa Ortiz es licenciada en Artes plásticas y Visuales. Nació en Landázuri, Santander, y proviene de una familia de artesanos. Fue criada en Paipa, Boyacá.
“Cuando era niña, de las cosas que estaban más presentes en mi vida era jugar a ser profesora y el arte. El contacto con la gente siempre ha sido muy importante para mi”.
Nicolás Leyva Townsend es artista visual bogotano y magíster en Estudios avanzados de museos y patrimonio histórico artístico.
“El arte me vino por el cine y los efectos especiales. Quería estudiar arte, en principio, por lo que me generó Jurassic park, esa película me pareció una locura, así como la animación de Studio Ghibli en la película Nausicaä del Valle del Viento, [y otras como] Querida encogí a los niños y Regreso al futuro. Finalmente, los efectos especiales y el cine no tuvieron lugar en mi vida, pues me enamoré del arte, especialmente de las artes plásticas y de la teoría y ahí me quedé.
La obra: