“En el norte de Turambul, había una vez una señora que era la peor señora del mundo […] fumaba puros […] y tenía uñas largas y filosas con las que le gustaba rasguñar a la gente”
Así empieza “La peor señora del mundo”, un cuento del escritor mexicano Francisco Hinojosa que narra cómo el personaje más malo del pueblo es engañado hasta convertirse en la persona que hace “las cosas malas más buenas del mundo”. Cuentos como este pueden convertirse en herramientas de investigación y en estrategias pedagógicas para enseñar a niños y niñas a entender sus propios universos emocionales.
Eso es lo que busca el profesor e investigador javeriano Mario Fernando Gutiérrez-Romero: formas de enseñar a los niños a entender y gestionar sus emociones. La literatura infantil va más allá de lo tradicional; permite crear situaciones y lugares imaginarios para comprender las propias emociones y contemplar distintas perspectivas del mundo. A través de los cuentos se experimentan las vivencias y desafíos de los personajes.
La investigación que busca entender el mundo infantil en sus propios términos guarda un valor especial, pues ayuda a entender y a acompañar a los protagonistas del futuro de nuestra sociedad. Al reconocer las emociones, se fortalece la manera en que los adultos del mañana interactuarán y construirán relaciones.
Literatura infantil para investigar
El punto donde coinciden los mundos infantil y adulto es la narración de historias, que están presentes desde los primeros recuerdos y son más cercanas a los niños que los textos académicos, las relaciones aritméticas o los manuales de instrucciones. Las narraciones transmiten emociones, normas sociales e identidades. La literatura infantil es la herramienta de investigación del profesor Gutiérrez-Romero, quien está vinculado a la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana.
De manera similar a quien usa un microscopio o un sistema de registro de información, cada cuento permite crear un escenario donde se entrevista a las infancias en sus propios términos. Desde su formación en pregrado, Gutiérrez-Romero ha estado interesado en el lenguaje: la literatura infantil permite a los niños darle sentido a la realidad social, y a los investigadores, entender la forma como evolucionan ciertas nociones, como las de regla, responsabilidad y culpa, entre otras; incluso ayuda a identificar en qué momento la experiencia del otro se reconoce como diferente a la propia.
Las investigaciones de este psicólogo se enfocan en comprender y enseñar a los niños a gestionar emociones como la ira, la frustración y la tristeza, así como a valorar las experiencias positivas que forman parte del bagaje emocional de todos.
Literatura infantil para construir sociedad
Con la canción “Arroz con leche” nos enseñaron qué esperar de una pareja, afirma Gutiérrez Romero: “Que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar”, y con ello vinieron nuestras expectativas sobre comportamientos y roles relacionados con el género. Si bien la psicología usa la literatura infantil para abordar problemáticas y encontrar soluciones desde la perspectiva de los niños, la diferencia en el uso de literatura con fines investigativos radica principalmente en la intención tras la experiencia de lectura, explica Gutiérrez-Romero.
Para los docentes puede ser un ejercicio de comprensión y desarrollo de habilidades, mientras que, para los psicólogos, se trata de lo que el texto va a dejar en los niños y niñas, y de las habilidades emocionales que generará la experiencia de lectura.
Los cuentos son una forma de entender una emoción y elaborar sentido: “Hablando de lo que siente el personaje”, comenta el profesor, “es posible entender un sentimiento y la reacción de los personajes en la historia; y también prepararnos para cuando nos llegue el turno de experimentar cierta emoción”.
“Los niños del vecindario se echaban a correr en cuanto veían que ella se acercaba. Lo mismo sucedía con los señores y las señoras y los viejitos y las viejitas y los policías y los dueños de las tiendas”.

Literatura infantil para generar conocimiento
El equipo de Gutiérrez-Romero y su coinvestigadora y colega Andrea Escobar-Altare estuvo leyendo el cuento “La peor señora del mundo” a niños y niñas en los barrios La Candelaria, en el centro histórico, y El Codito, en Bogotá, para entender cómo interpretan diferentes situaciones, cómo se desarrolla en ellos la atribución de culpa y lo que sucede alrededor del comportamiento de una persona. Las interpretaciones sobre la agresión y sus consecuencias se van transformando con la edad.
Gutiérrez-Romero cuenta que algunos niños se disgustaban y otros hacían reflexiones interesantes sobre las conductas agresivas de la peor señora: “¿Cómo se le ocurre, señora?, ¿Qué le pasa? ¿Cómo va a pellizcar a su propio hijo?”, fue la respuesta de una participante.
Este tipo de análisis permite entender la manera en que se refleja el desarrollo en el pensamiento infantil y así adaptar el mundo que habitan los niños a esos cambios. Un ejemplo de ello es la teoría de la mente, que habla de la capacidad de reconocer que el otro tiene pensamientos, emociones y creencias diferentes a los propios.
Esta habilidad es crucial para la interacción social y el desarrollo de la empatía, y en la investigación de Gutiérrez-Romero es posible ser testigo del surgimiento de esta habilidad mientras se conversa sobre un cuento. A los dos años los niños y las niñas pueden entender emociones y creencias; entre los ocho y los diez comienzan a entender el origen de la información que reciben; y hacia los trece ya pueden valorar su propio conocimiento sobre una temática en particular.
Hay una evolución en la manera en que los niños entienden el mundo social y cómo lo afrontan a medida que crecen, explica Gutiérrez-Romero, y es clave abordarla desde la literatura infantil porque puede tener gran impacto en la conducta moral. Entender lo que piensa el otro es fundamental, en situaciones de engaño, para poder articular la mentira, pero también lo es en la empatía y en las acciones que involucran el bienestar del otro.
“Lo que debemos hacer es engañarla. Cuando ella nos pegue le damos las gracias, si nos muerde las orejas le pedimos que lo haga otra vez”
En Colombia, los niveles de comprensión de lectura son preocupantemente bajos, señala el investigador, y esto tiene consecuencias académicas, comportamentales y emocionales. Gutiérrez-Romero busca motivar a los niños a acercarse a la literatura desde su propia perspectiva y destaca la importancia de acompañarlos en la búsqueda y construcción de identidad, creando espacios para imaginar y pensar de manera libre, y así valorar de manera positiva las emociones que vayan surgiendo.
Esto permite que en la infancia se enfrenten situaciones de conflicto o diferencia considerando el bienestar y el punto de vista del otro, con el fin de dotar a niños y niñas de mejores herramientas para su vida.
Literatura infantil para el futuro
El trabajo de Gutiérrez-Romero demuestra que la literatura infantil es útil para promover habilidades sociales, emocionales y léxicas. La lectura fortalece así la conexión entre padres e hijos, pues les permite expresarse abiertamente y desarrollar una comprensión más rica y profunda de las emociones.
“Era una señora mala, terrible, espantosa, malvadísima. La peor de las peores señoras del mundo”, dice el cuento de Hinojosa, pero quizá simplemente fue una niña que no tuvo la oportunidad de entender sus emociones. Quizá investigaciones como la de Gutiérrez Romero nos prevengan de tener en nuestras comunidades una peor señora del mundo.
Para leer más:
Gutiérrez-Romero, M. F. y Escobar Altare, A. (2020). Integración de la narración y la argumentación en la renarración de textos narrativos. Ocnos, 19(1), 22-31.
https://doi. org/10.18239/ocnos_2020.19.1.2131
TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Integración de la narración y la argumentación en la renarración de textos narrativos
INVESTIGADOR PRINCIPAL: Mario Fernando Gutiérrez-Romero
COINVESTIGADORA: Andrea Escobar Altare Grupo de investigación Desarrollo, Afectividad y Aprendizaje Departamento de Psicología Facultad de Psicología Pontificia Universidad Javeriana
PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2018-2020