¿Alguna vez ha intentado entablar una conversación en una discoteca? Si lo ha hecho, sabrá lo difícil que es entender las palabras en medio del “tumpa-tumpa” de los parlantes. En el agua el sonido viaja cuatro veces más rápido que en el aire, por lo que la comunicación submarina, en especial la de las ballenas jorobadas que visitan el litoral pacífico de Colombia para reproducirse, es susceptible de ser interrumpida por el paso de las embarcaciones. Ese cruce de sonidos en el océano, que se asemeja al retumbar de las discotecas, es el tipo de ecos que estudia Maria Paula Rey.
Antes de graduarse como ecóloga en 2021, Maria Paula, que también es magíster en Uso y Conservación de Biodiversidad de la Pontificia Universidad Javeriana, se consagró al estudio del sonido del mar en el golfo de Tribugá (Chocó), en particular, de cómo los sonidos humanos interrumpen el ‘chisme’ submarino de ballenas, peces y camarones que, en palabras de Rey, hacen un sonido similar al de un huevo fritándose: “Cuando uno se mete a bucear se escucha ese ruido de fondo. Ahora digo: ah, son camarones, están sonando”, relata.
Con sus propuestas de investigación ha ganado cinco becas, entre ellas, Colombia Biodiversa –que la Fundación Alejandro Ángel Escobar entrega a estudiantes para realizar sus tesis de maestría en temas de biodiversidad–. Como producto de este trabajo, ha publicado cuatro artículos científicos.
Rey no solo se ha encargado de abrir puertas para sí misma. También lo ha hecho para las nuevas generaciones del semillero Aquasistemas, que coordinó durante varios años, y al que con su gestión vinculó a la Red Colombiana de Semilleros de Investigación del Océano, con el fin de visibilizar investigaciones de estudiantes javerianos en diversos foros de discusión. “Es un espacio para mostrar nuestro trabajo y ver el de los demás, para crear nuevas propuestas, no solo de investigación, sino de eventos, convocatorias, cursos y divulgación”, explica.
“En uno de esos buceos comenzó a cantar una ballena, todos nos quedamos quietos bajo el agua, sintiendo las vibraciones en el pecho.”
María Paula Rey
Para Rey, el Pacífico ―que ha estudiado de la mano de la Fundación Macuáticos Colombia, el Instituto Javeriano del Agua y el proyecto Ports, Humpbacks y Sound in Colombia (PHySIC)― suena a Herencia de Timbiquí y Bomba Estéreo, cuyas canciones la acompañan en la tierra mientras los cantos de las ballenas musicalizan sus jornadas en el agua. “En ocasiones, el canto retumba tan duro que se escucha desde la lancha. Tirábamos el hidrófono [micrófono para grabar en el agua] desde la lancha, lo conectábamos al parlante y almorzábamos así, con el canto de las ballenas”, recuerda.
Aunque siente un cariño especial por estos cetáceos, para Maria Paula los paisajes sonoros albergan muchos más personajes y elementos que vale la pena estudiar, con el propósito de saber realmente lo que acontece bajo las aguas. Para hacerlo, ella bucea hasta las profundidades marinas, donde puede instalar grabadoras que duran un tiempo allí captando lo que sucede.

Así como el proceso ha sido fascinante, hay resultados que la preocupan profundamente: “Una sola lancha puede cortar la comunicación de ballenas y peces. No me imagino lo terrible que debe ser en puertos o lugares donde llegan barcos grandotes, y que están en medio de las rutas de migración”.
La pasión de Rey por el mar y la ecología no viene de la nada. Es verdad que creció con cierta afinidad por la naturaleza, cultivada por su familia, que siempre encontraba en ella espacios para estrechar sus lazos filiales. Tenía varias carreras en mente, hasta que una tragedia natural hizo que se decidiera por la ecología: “Cuando estaba en grado once comenzaron a quemarse los cerros, y dije ‘wow, quiero salvar al mundo de todo esto’”, comenta. Su amor por el mar surgió mucho más temprano, cuando a sus tres años visitó San Andrés con su familia. La fascinación quedó latente durante mucho tiempo, hasta que encontró en el semillero Aquasistemas una forma de hacerla florecer.
“Al principio, una de las cosas más difíciles es confiar en el trabajo propio, de hecho, siento que las personas que están alrededor mío sí confían, pero para uno todavía es difícil”, confiesa Rey. No obstante, esta investigadora no deja de tirar el hidrófono al agua. En el futuro pretende seguir formulando proyectos para descubrir formas de encajar las actividades humanas con la vida bajo la superficie del mar a través de los sonidos, de la mano de otros jóvenes investigadores que sueñan con océanos más saludables.
