¡Ballena a la vista!, dirán algunos turistas mientras navegan en las aguas del Pacífico colombiano, camino a lo que podría ser una de las experiencias más gratas al ojo y al oído humano: la llegada de ballenas jorobadas en su etapa de reproducción y cuidado de los ballenatos, que sucede entre junio y noviembre.
El tránsito de estas ballenas jorobadas despierta tal fascinación que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una de las actividades turísticas más importantes de la zona, aportando al fortalecimiento socioeconómico de las comunidades locales.
Por eso es importante analizar la forma como los actores principales están haciendo y gestionando esta actividad, es decir, evaluar la gobernanza del avistamiento de ballenas teniendo en cuenta la perspectiva de las comunidades, el papel de las empresas de turismo y de los funcionarios de Parques Nacionales Naturales de Colombia, con el fin de reconocer las buenas prácticas y proponer soluciones estratégicas para aquellos procesos que no están siendo llevados a cabo efectiva o correctamente.
BUENAVENTURA, COLOMBIA – AGOSTO 02: Entre los meses de julio y noviembre llegan a la costa Pacífica colombiana las ballenas que hacen un recorrido de más de 8.000 kilómetros desde el Polo Sur. En Colombia, uno de los lugares desde donde salen lanchas que permiten en avistamiento de estos colosales mamíferos es desde el puerto de Buenaventura, en el Valle del Cauca. Durante la temporada de avistamiento, Colombia recibe a miles de turistas ansiosos por presenciar este espectáculo. ( Juancho Torres – AA )
Bajo esta necesidad, Andrea Luna, doctora en Biología marina y directora del Instituto Javeriano del Agua), Diana Lucía Maya (socióloga y máster en Desarrollo rural) y su estudiante, Laura Soto, (ecóloga egresada del programa de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana), se unieron en un trabajo investigativo con el propósito de analizar todo lo que rodea el avistamiento turístico de ballenas jorobadas en el Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga.
El resultado fue la investigación Whale-Watching Management: Assessment of Sustainable Governance in Uramba Bahía Málaga National Natural Park, Valle del Cauca (2021), publicada en la revista Frontiers in Marine Science.
“Hay muchos estudios que se han hecho sobre los impactos que puede tener el avistamiento de ballenas en el comportamiento de los animales, en su reproducción, crianza, descanso y, a largo plazo, podrían ocasionar desplazamientos de su hábitat, repercutiendo en su supervivencia”, dice Luna. “Pero hay poca información sobre cómo se están organizando los gestores de dicha práctica y cuáles son las reglas que se están respetando (o no), para encontrar soluciones y permitir que esta actividad sea sostenible a largo plazo. Nosotras encontramos ese vacío y decidimos abordarlo”.
El avistamiento de ballenas en Colombia
El Parque Uramba, a 36 kilómetros al norte de Buenaventura, fue declarado Parque Nacional Natural (PNN) en 2010. Allí el turismo social se ha convertido en una de las actividades económicas más importantes, seguida de la pesca, la minería, la silvicultura y la caza.
Desde 1994 uno de sus atractivos turísticos es el avistamiento de ballenas jorobadas.
Esta migración se da en medio de la búsqueda que hacen estos cetáceos de un hábitat ideal y óptimo para reproducirse y tener a sus crías. “Escogen zonas como el Pacífico colombiano porque las temperaturas son mejores para estos procesos, requieren menos gasto energético, pues mantener su temperatura corporal en aguas muy frías les implica más esfuerzo. Además, son áreas donde hay ausencia de depredadores que pueden atentar contra la vida de sus ballenatos”, explica Luna.
Las ballenas jorobadas o yubarta, que se alimentan de organismos pequeños como el krill, un pequeño crustáceo de la Antártica, retornan a las aguas del Pacífico cuando ya se han alimentado lo suficiente y tienen las reservas necesarias para reproducirse, explica investigadora Luna. Luego vuelven a migrar a la Antártica para adquirir todas las reservas nutritivas que necesitan para su larga etapa de gestación. Una vez tienen todas sus reservas vuelven a migrar a las costas colombianas para tener a sus crías y amamantar.
Dice la experta que hasta ahora no hay conocimiento de que las ballenas, en este periodo de gestación y cuidado, se alimenten. “A pesar de que algunos pescadores nos han comentado que sí lo hacen, en general para ese momento ya tienen todas las reservas necesarias”. Cuando el ballenato crece un poco, tiene suficiente energía y ha aprendido ciertos comportamientos de la madre, migran nuevamente a la Antártica.
¿Por qué las ballenas vienen al Pacífico colombiano?
Según la revisión de las investigadoras en diferentes fuentes bibliográficas, Buenaventura y los pueblos de la región de Bahía Málaga (Juanchaco, Ladrilleros y La Barra), son los lugares más importantes para la observación de ballenas jorobadas en Colombia.
La bióloga marina, Laura Soto, comenta que “Bahía Málaga es un espacio tranquilo que le permite a la madre poder tener a su cría bajo un ambiente apacible para los procesos de reproducción”. Por eso, “si llegara a haber muchas actividades humanas en estas zonas hay que saber manejarlas de una manera sostenible para que no afecte los procesos naturales”, añade Luna.
Al respecto, la socióloga javeriana Diana Lucía Maya explica que este tipo de ecosistemas tienen que ser protegidos y conservados, no solo por el papel estratégico que tienen para las ballenas, sino también para las comunidades que dependen económicamente de estos recursos naturales.
Apuesta al turismo sostenible y responsable del avistamiento de ballenas en Colombia
Aunque existe un acuerdo en la política internacional sobre la necesidad de adoptar un enfoque ecosistémico e integral para mejorar la gobernanza de los océanos, su aplicación en la práctica de observación de ballenas sigue siendo escasa. Así lo advierte la Organización de la Naciones Unidas (ONU).
Esto sucede porque la gobernanza de las zonas marinas y costeras en muchos países, y en aguas internacionales, está sectorizada, es decir, “cada uno por su lado”. Los organismos de pesca regulan las capturas pesqueras, las agencias ambientales se ocupan de la prevención de la contaminación y otros organismos especializados regulan el transporte marítimo, la explotación minera y la extracción de petróleo y gas.
En este sentido, la ONU señala que los efectos adversos acumulados no pueden gestionarse eficazmente de forma aislada y que es necesario un trabajo integral para la gobernanza de los océanos.
Por ejemplo, Uramba Bahía Málaga se destaca por contar con una estrategia de gestión conjunta, lo que significa que las autoridades ambientales trabajan en equipo con los consejos comunitarios de los pueblos de la zona, pero todo está mediado por la palabra y la informalidad. De esta manera, las dificultades de la región radican más en falta de acuerdos legales y escritos que garanticen la sostenibilidad de esta actividad.
Las investigadoras se concentraron en identificar a los actores que están ligados directamente a la actividad del avistamiento de ballenas en Uramba Bahía Málaga y realizaron cerca de 70 entrevistas que incluyeron a operadores de la práctica como conductores, administradores y propietarios de botes de Buenaventura, Juanchaco, Ladrilleros y la Barra; despachadores, hoteleros y funcionarios del Parque.
Así, Luna, Maya y Soto lograron caracterizar los elementos esenciales de la actividad y para la evaluación tuvieron en cuenta las condiciones con las que debería contar un sistema de turismo de la vida silvestre para que sea sostenible, identificadas previamente por otros investigadores.
¿Cómo vamos en sostenibilidad marítima para el bienestar de las ballenas en Uramba Bahía Málaga?
Tal como indican las investigadoras, la zona Bahía Málaga ha estado ambientalmente conservada y al día de hoy el turismo de avistamiento está más regulado, sin embargo, de las condiciones evaluadas en Uramba Bahía Málaga, el PNN solo cumplió con el 16 % de sostenibilidad de la actividad, de esta manera queda claro que la gestión actual de dicha práctica pone en peligro la estabilidad en la gobernanza en el mediano y largo plazo.
“Entre las razones principales de la falta de sostenibilidad está la competencia en ventas del programa, la carencia de voluntad por parte de los gestores para trabajar juntos, la inexistencia de una asociación formal de operadores de avistamiento y la deficiencia de apoyo de las organizaciones gubernamentales para dar cumplimiento a las directrices de cuidado”, asegura la investigadora Soto.
Esto se ve reflejado en que, si bien los operadores locales hacen acuerdos verbales para reunir suficientes turistas en un solo barco y distribuirlos por turnos para evitar pérdidas económicas de gasolina, hay dilemas relacionados con la distribución de las ganancias y el precio del avistamiento de ballenas, pues la conexión que tienen los operadores con los intermediarios genera desigualdad económica y hacen que los acuerdos se rompan.
“Los intermediarios son los que conectan a los turistas con los operadores, como las agencias de viajes, hoteles, cabañas, restaurantes o comisionistas, etc. La mayoría trabaja por comisión y a veces negocian un precio más bajo, lo que implica una pérdida económica y afecta los acuerdos informales entre operadores”, señala Soto.
Ante esto, los trabajadores informales comentan desde su postura, “… ellos [algunos operadores] tienen convenios con hoteles aquí, por lo tanto, si los que somos independientes no tenemos esos convenios, ¿qué podemos conseguir?”, explica uno de los conductores de lancha de la zona.
Así que no todos están dispuestos a desistir de los ingresos individuales para un beneficio colectivo. Esto ha hecho que algunos operadores consideren la posibilidad de iniciar una asociación cooperativa o microempresarial. Pero, según explican las investigadoras, existen otras restricciones. Por ejemplo, “los operadores se encuentran dispersos en la zona y esta distribución crea una barrera para la formación de relaciones que podrían establecer e interpretar las reglas para apoyar la cooperación”, dice la ecóloga Soto.
Según testimonios de las autoridades del parque, actualmente no existen sanciones relacionadas con la observación de ballenas. No obstante, relata Soto que varios actores reconocen la importancia de imponerlas. PPN tiene una lista de recomendaciones , por ejemplo, que el avistamiento no debe hacerse a una distancia menor de 200 metros y cuando se encuentre a 300 metros o menos se deberá navegar a una velocidad lenta sin superar la del nado de la ballena.
El rápido crecimiento de esta actividad y los altos costos de monitoreo han impedido los intentos de control, generando así posibles efectos negativos en las poblaciones de ballenas jorobadas. “Los operadores turísticos conducen sus barcos de formas que podrían estar afectando negativamente a los animales salvajes como un medio para maximizar las ganancias”, asegura Laura Soto.
Soluciones a implementar
La ecóloga Soto es enfática en señalar que estos problemas no han obstaculizado todos los acuerdos informales entre diferentes actores y operadores, pero “hay que abordar la problemática alrededor del incumplimiento de ciertas directrices en el avistamiento de ballenas jorobadas y contar con un apoyo de gestión conjunta involucrando a las partes interesadas, las comunidades locales, los operadores y las entidades gubernamentales”.
Asimismo, para distribuir equitativamente los beneficios de la observación de ballenas y consolidar la sana competencia, este equipo de trabajo reconoce la necesidad de formar asociaciones locales porque de esta manera los operadores son reconocidos como una voz legítima en la gestión de la observación de ballenas. Por otro lado, “los turistas también pueden ayudar a reportar los malos comportamientos durante la observación de ballenas”, comenta la investigadora Luna.
“Como espectador es importante reconocer cuáles son las consecuencias de mis acciones y comprender que estas reglas no existen para acabar con los momentos de emoción, están diseñadas para proteger y respetar a los cetáceos y que no se vean afectados por la presencia de los seres humanos”, dice la socióloga javeriana Maya.
El avistamiento de ballenas en Colombia representa un foco esencial para la economía de la región Pacífica, por eso, dicen las investigadoras, no hay que escatimar esfuerzos en hacerlo bien, de manera responsable y sostenible; sin afectar las ganancias, pero privilegiando siempre la protección de estos animales que lejos de querer deleitar a los humanos con su presencia solo quieren disfrutar de su hábitat.