Las fotos son recuerdo, memoria. Cuentan historias de lo que pasó, incluso de cómo pasó. Pero cada relato que cuentan depende de quien las mira y de lo que ese observador ve en ese retrato.
Cuando a comienzos del siglo XX viajó a Colombia el antropólogo sueco Gustaf Bolinder con el propósito de tomar fotografías del pueblo arhuaco para la colección del Museo de Gotemburgo, nunca imaginó que investigadores del siglo XXI las utilizarían en un proyecto que buscó darles un nuevo significado, esta vez con las actuales poblaciones indígenas, que tuvieron la oportunidad de reconocer en ellas a sus ancestros y ancestras.
Así lo expresaban. Ancestras. No importaba si en realidad eran sus abuelas. Porque Bolinder tomó fotos de mujeres indígenas y cien años después la socióloga Alexandra Martínez y la historiadora Amada Carolina Pérez buscaron sus fotos en archivos, bibliotecas y museos, nacionales y extranjeros, así como aquellas tomadas por las misiones de diferentes órdenes religiosas que las utilizaban para documentar su labor de evangelización, contenidas en libros, revistas, postales y exposiciones.
Las fotografías contaban la historia de las misiones desde su perspectiva, porque estas tuvieron la voz autorizada para hablar de ese proceso, pero ¿Qué piensan los grupos indígenas al respecto? Esa fue la pregunta de las investigadoras y hacia allí apuntaron su trabajo: a reinterpretar o resignificar una historia.
Esas fotos, que registraban ‘datos de la realidad’, de acuerdo con la mirada del hombre blanco, pueden mostrar ‘otra realidad’, según la mirada de las poblaciones indígenas. Y no solamente por los cien años que han pasado. “Por ejemplo la tulpa, que para nosotros era algo que no teníamos en nuestro registro, para los indígenas es un lugar de encuentro que todos reconocen fácilmente”, explica Pérez. O el bastón de mando, que fue lo primero que identificaron las comunidades indígenas cuando vieron una foto donde estaban las autoridades. “Nosotros veíamos a las autoridades vestidas y nuestra mirada cultural y social no nos permitía ver los bastones de mando. Son cosas que nosotros no podíamos identificar sin ese trabajo colectivo con las comunidades”.
En este link puede consultar el catálogo de obra y conocer más sobre Imagen, memoria y resignificación: museología social con los pueblos inga y kamëntsá del Valle del Sibundoy
El trabajo colectivo, la investigación intercultural
Luego de revisar archivos y tomar copias de las fotografías que serían el eje de la investigación, y tras sistematizarlas, clasificarlas y categorizarlas, las investigadoras establecieron contacto con los taitas, mamas y gobernadores de comunidades inga, kamëntsá (cabildos de San Francisco y San Andrés) y arhuaca (población de Gámake), con el fin de solicitar su autorización para realizar talleres con sus habitantes. Buscaban “construir nuevos relatos sobre la historia y la cultura propia en el Valle del Sibundoy y la Sierra Nevada”, dice la historiadora Pérez, y contrastarlos con los textos escritos por los frailes.
En esos encuentros participativos los indígenas vieron las fotografías, evocaron memorias de las historias que contaban sus abuelos y abuelas, e interpretaron las imágenes que veían de acuerdo con su cultura. A través de sus respuestas a preguntas de observación, y con la ayuda de acetatos que superponían a las fotografías, los indígenas iban describiendo cada detalle que les llamaba la atención de las imágenes.
“Descubrimos que la imagen era un punto de encuentro con las personas y que activaba no solamente esos recuerdos, sino todo un relato sobre lo que había sucedido allí”, afirma Martínez. “Además reflexionaban sobre esos procesos coloniales y misionales en su vida, en su experiencia como cultura, como personas, como familias, en todos los procesos de desarrollo y de comprensión del mundo”.
Y se sorprendieron cuando empezaron a entender el sentido de ‘lo colonial’. “Uno está atado a la historia oficial que cree que la Colonia terminó con la Independencia. Al principio caímos en el error de creer que confundían el periodo colonial y luego nos dimos cuenta de que las que lo confundían éramos nosotras. Para ellos no terminó. Para ellos lo que hicieron las misiones fue dar una continuidad a la Colonia, y luego de las misiones esta se mantuvo con el Estado”, explica Martínez. “Esa herida colonial no se ha sanado, sin duda, porque se trata de una herida que viene desde el pasado”. Es una herida heredada. Se ve en la mirada triste de los niños y las niñas.
Algunos elementos de las fotografías sorprendieron a los indígenas, que decían: “¡Ay! Ahora que veo la gente descalza, mi abuela andaba descalza y ella no quería ponerse zapatos”. O cuando detallaron la importancia de vestir la cusma, esa camisa tradicional que las abuelas no se quitaban y que incluso vestían cuando morían y las enterraban.
El taita Walter Leandro Chindoy, gobernador del Cabildo Indígena Kamëntsá Inga San Francisco, en diálogo con PESQUISA JAVERIANA, describió cómo el uso de la imagen había complementado la historia oral de su comunidad. Chindoy nunca había visto esas fotografías antiguas. Con ellas recordó “esa memoria que resalta muchos sentimientos, lo emocional, lo vivido” del pueblo indígena. “Hay mucho más por hacer”, continuó, porque aún hay datos por analizar. “Participar en los talleres me fortaleció, por ejemplo, el de fotografía”, que aprovechó incluso para crear un colectivo de comunicaciones en su comunidad.
Exposiciones con toque indígena
Y luego, con base en la teoría de la museología social “que busca transformar los sentidos del pasado y las nociones que tenemos sobre cuál es el uso que hacemos del pasado” acota Pérez―, organizaron talleres de imagen que alimentaron las exposiciones diseñadas, conceptualizadas y montadas por los propios participantes de las comunidades indígenas, en las que también incluyeron fotografías antiguas con sus interpretaciones y que estuvieron abiertas para toda la población. “Eso los sedujo mucho”, dice Martínez. Y en el caso de San Francisco invitaron a un taita armonizador para liderar un ritual, de tal manera que la exposición tuviera una buena energía.
¿El resultado? Una nueva forma de narrar la memoria, construida colectivamente. “En ese sentido, yo creo que se vuelve un ejercicio con mucha potencialidad, donde hay una innovación de la manera como la academia se aproxima a la sociedad y trata de establecer otros diálogos y otras formas de producir conjuntamente”, concluye Martínez.
Para Ana Camila Jaramillo, quien actuó como asistente de investigación y que antes de terminar la carrera de sociología estudió cine, el trabajo fue muy enriquecedor: “Hay una deuda muy grande en el cine con los indígenas, porque siempre han sido miradas que se imponen”, y la museología social “permite cambiar las lógicas de los relatos”.

Para leer más: Pérez Benavides, A. C. (2020). “Descolonizar el archivo y el museo: imágenes intervenidas y museología social con los pueblos inga, kamëntsá y arhuaco (Colombia)”. Iluminuras, 21(53), agosto. https://orcid.org/0000-0002-4731-0386
Martínez, A. (2020). “Miradas que se cruzan: imágenes de un antropólogo sueco sobre mujeres indígenas de la Sierra Nevada, Colombia”. Revista Brasileira de Sociologia da Emoção, 19(56), agosto.
TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Imágenes y usos públicos de la sociología y la historia: procesos de apropiación de memorias con los grupos étnicos del Valle del Sibundoy y la Sierra Nevada INVESTIGADORAS PRINCIPALES: Alexandra Martínez y Amada Carolina Pérez Benavides
COINVESTIGADORES: Camilo José Barreto, Ana Camila Jaramillo, Helena Barajas, Julio Sebastián Díaz, Juan David Mahecha, Valeria Miranda, Edison Arley Vergara y Vivian Villafaña (estudiantes de las carreras de Historia, Sociología y Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Javeriana); Jason Fonseca (diseñador); José Joaquín Jajoy, Víctor Hugo Jamioy, Gloria Esperanza Cuatindioy, Juan Manuel Sigindioy Jamioy, Walter Leandro Chindoy Jacanamejoy, Antonio Cuatindioy, Mama Rosa, Juan Rácigo y Jorge Aurelio Buendía (representantes de los pueblos inga, kamëntsá y arhuaco). Departamentos de Sociología e Historia Facultad de Ciencias Sociales
PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2016-2020