Como en todas las actividades humanas, la pandemia de 2020 también incidió en la investigación científica y aún es imposible predecir lo que ocurrirá en 2021, porque lo que se consideraba normalidad ya es algo del pasado. Ahora, el reto es hacer un alto en el camino para pensar en cómo cumplir con los objetivos previstos cuando las condiciones han cambiado tanto.
Sin duda, como lo expresaron algunos científicos javerianos consultados, en 2020 la actividad docente no podía parar, y eso significó dedicar esfuerzos a dictar clases de manera virtual, una novedad tanto para profesores como para alumnos. La Pontificia Universidad Javeriana actuó rápidamente para que esto fuera posible desde el punto de vista técnico y académico. Pero adaptarse a esta nueva modalidad no fue fácil y exigió horas de preparación que le quitó tiempo a la investigación científica.
Así lo expresó Juan Samuel Santos, de la Facultad de Filosofía: “la pandemia y las medidas a propósito de ella nos obligaron a todos los profesores de la universidad a hacer cambios significativos en las labores de docencia y, por tanto, a dedicar menos tiempo y energía a los proyectos en proceso de investigación o a la redacción de material para publicar”.
Carlos Eduardo Nieto, de la Facultad de Arquitectura y Diseño, aseguró: “la pandemia y su emergencia hizo que todo el tiempo, los esfuerzos y los recursos se fueran hacia la docencia y por tanto, la investigación se desaceleró tremendamente”.
Así que la actividad investigativa mermó, pero no solo por la adaptación a la virtualidad en la docencia. En algunos casos, principalmente en aquellas facultades donde el día a día en el laboratorio o las salidas de campo son imprescindibles para lograr resultados, la virtualidad no fue una opción. La investigación científica paró.
“Con el inicio de la cuarentena tuvimos que parar todas las actividades experimentales”, respondió Carlos Javier Alméciga, director del Instituto de Errores Innatos del Metabolismo. “Esto afectó el avance de los proyectos pues en ese momento el 100% de nuestras investigaciones se encontraban en fase experimental”. A esto se suma que fue difícil obtener financiación para los proyectos propios del Instituto porque “todas las convocatorias y recursos a nivel nacional se enfocaron en proyectos de COVID-19”, continuó Alméciga.
De manera similar, algunas de las investigaciones que tienen que ver con creación artística tendrán que esperar al regreso presencial. “La investigación+creación, al igual que todas las actividades relacionadas con las industrias creativas y culturales, sufrió un importante impacto con la pandemia, pues el núcleo de su trabajo está en la experiencia y el contacto con un material expresivo”, respondió Oscar Hernández, asistente para la creación artística de la Vicerrectoría de Investigación de la Javeriana. “Para algunas áreas, especialmente aquellas relacionadas con la escena (música en vivo, teatro, danza), el contacto directo con el público es insustituible. Esto ha hecho que muchos proyectos de investigación+creación tengan que aplazarse o reformular radicalmente sus planteamientos”, indicó.
En el caso de José Luis Meza, de la Facultad de Teología, la pandemia afectó notablemente sus investigaciones que exigían trabajo de campo, por ser en la modalidad de Investigación Acción Participativa (IAP), que requiere la interacción de los participantes en sus propios contextos. “No hemos podido visitar los municipios en los cuales viven las mujeres (Santo Tomás, Palmar y Soledad) por los rebrotes de COVID-19 y por falta de garantías de bioseguridad. Aunque hemos realizado un acompañamiento virtual y hemos realizado un par de encuentros en un auditorio de un hotel en Barranquilla, la dinámica no es la misma y los gastos se han incrementado”, explicó, refiriéndose a la investigación que estaba prevista para realizar en el año 2020, basada en una reflexión teológica en torno a la justicia de género a partir de la experiencia de dos grupos de mujeres víctimas de la violencia en el departamento del Atlántico.
El plan B de la pandemia
Como había que adaptarse, algunos investigadores buscaron el lado positivo de la ‘nueva normalidad’. El mismo Alméciga respondió a Pesquisa Javeriana: “tuvimos tiempo para terminar artículos pendientes, construimos nuevas redes de trabajo, identificamos cuáles de nuestras capacidades pueden ser empleadas en proyectos de investigación más allá de las enfermedades metabólicas y ayudó a los investigadores (y estudiantes) a planear mejor sus actividades”.
Andrés Etter, de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, mencionó varios aspectos positivos de la pandemia en 2020: Además de dedicarle más tiempo “de calidad” al procesamiento de información y a la escritura y sometimiento de artículos científicos que estaban en fila, las interacciones virtuales con colegas nacionales e internacionales han sido más intensas, ha sido posible tener acceso y participar desde casa en conferencias y webinars, y la dedicación virtual le permitió incrementar su productividad intelectual, “identificar posibilidades de re-análisis de datos propios, buscar y responder preguntas basadas en las inmensas bases de datos en la nube”.
Desde la Javeriana seccional Cali, Linda Teresa Orcasita, de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, respondió: “Realmente fue un momento para innovar en nuestras propuestas investigativas mediante el uso de plataformas digitales, encuentros con redes investigativas para fortalecer alianzas en la construcción de proyectos de investigación, así como reconfigurar procesos metodológicos que inicialmente se pensaron desde la presencialidad”. Se adaptaron a las circunstancias y desarrollaron un proyecto sobre Conocimientos, Actitudes y Prácticas frente al COVID-19 en la población caleña.
Para Marcela Arrivillaga, del Departamento de Salud Pública y Epidemiología de la Javeriana Cali, los nuevos retos en las formas de hacer investigación científica se plasmaron en pasar a la modalidad de trabajo remoto hasta modificar los procedimientos previstos inicialmente para la recolección de datos en campo. “Al inicio de la pandemia tuvimos que recabar información utilizando medios virtuales de comunicación, y luego con las aperturas graduales debimos adecuar protocolos de bioseguridad para llevar a cabo las tareas”, dijo.
¿Y en el 2021? ¿Incertidumbre y nuevos retos?
Hernández no cree que la situación de la investigación en el área artística cambie. “Si bien ha habido una apertura progresiva de espacios, las limitaciones existentes para la aglomeración de personas necesariamente implica que algunos tipos de experiencia van a continuar aplazados hasta que haya una vacunación masiva”. El profesor Nieto, de Arquitectura, tampoco ve buenas perspectivas en el futuro inmediato: “No hay garantía de asignación de recursos internos ni externos, así como tampoco de contar con marcos seguros para el desarrollo de trabajo de campo. Sin estas condiciones básicas lamentablemente no hay margen de programar proyectos de investigación”.
Arrivillaga aprovecha la situación: “La pandemia por COVID-19 dejó clara la relevancia de la salud pública; de ahí que como grupo de investigación tenemos la responsabilidad y el reto de aportar en la generación de conocimiento y en la transferencia de tecnologías en salud para su afrontamiento”. Ella proyecta formular proyectos de investigación interdisciplinarios dirigidos a la “prevención a nivel comunitario en los grupos de población más afectados por la enfermedad y en los territorios donde se presenta mayor mortalidad”.
Meza, de Teología, prevé que habrá “una cuota significativa de trabajo teórico, rastreos bibliográficos, escritura de artículos y formulación de nuevos proyectos”, porque, a juzgar por la experiencia de Etter, “las oportunidades de financiación no han parado y se han adaptado a la situación”.
Buscar financiación internacional, consolidar las redes construidas durante la pandemia y continuar vigentes es el reto hacia 2021.