El planeta inundado presencia en estos días la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático —COP27—, con sede en Egipto, donde el presidente Gustavo Petro presentó su propuesta de ‘decálogo’ para que los países, de una vez por todas, actúen frente al compromiso de reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera y generen nuevos enfoques en el cuidado del medio ambiente.
Entre otros anuncios, se comprometió a invertir 200 millones de dólares al año por los siguientes 20 años para conservar la Amazonía; propuso dejar de financiar economías de hidrocarburos y valorizar las ramas de la economía descarbonizada, así como un programa de cambio de deuda por investigación en la adaptación y mitigación del cambio climático en países en desarrollo.
Al plantear que “el rumbo será corregido por la política y la movilización humana, no por el mercado del carbón y el petróleo”, resumió dos de sus promesas de campaña: movilizar a las regiones e iniciar con decisión la transición energética.
En estos primeros 100 días de su gobierno logró ratificar el Acuerdo de Escazú, que a pesar de haber sido firmado en el 2020, debía pasar por aprobación del Congreso de la República. El 10 de octubre quedó en firme.
El 12 de noviembre, en el marco de la COP27, cientos de activistas se movilizaron en las principales capitales del continente europeo para exigir la justicia climática. Esta implica que el calentamiento global sea entendido como un problema político y ético y no solo como uno ambiental.
Para el gobierno colombiano, la justicia social y la climática son ejes inseparables, sin los cuales no hay vida, ni democracia, ni paz, tal como lo ha anunciado el presidente Petro en discursos y a través de su cuenta en twitter.
Desde su campaña política, Gustavo Petro y ahora su ministra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, hacen énfasis en el trabajo con las comunidades como base de la fórmula para acabar con la deforestación. Si bien el país en el gobierno anterior se comprometió a deforestación cero en el 2030, la gran cantidad de hectáreas arrasadas y con tendencia al aumento en los últimos dos años, indican que el actual gobierno enfrenta un reto en el cambio de política para lograrlo.

El desafío también incluye la financiación. La recién aprobada reforma tributaria estipula un impuesto al carbono cuyo recaudo, según la ministra Muhamad, se destinará a la restauración de ecosistemas estratégicos y a salvar la selva amazónica.
Pesquisa Javeriana conversó al respecto con dos expertos en el tema, Carlos Rivera, director del Departamento de Biología de la Pontificia Universidad Javeriana, y el ambientalista Manuel Rodríguez Becerra, quien fuera el primer ministro de Ambiente cuando se creó en 1993.
¿Qué piensa del equipo que está a cargo del sector ambiente?
Carlos Rivera: Creo que fue un acierto dejarlo en manos de Susana Muhamad. Me parece que al final han hecho una buena estrategia escuchando en las mesas regionales. Es una apuesta interesante. No he percibido que estén conciliando con la academia. Hay que conciliar también con las comunidades, con el sector empresarial y especialmente con los grandes grupos de la industria agrícola.
Fue muy acertado el nombramiento de la viceministra de Medio Ambiente, Sandra Vilardy. La conozco y sé el compromiso que tiene con el tema ambiental. Tiene un enfoque muy particular que está lejos del enfoque político, especialmente en el tema de humedales y de bosques. Ella fue directora de la iniciativa Parques Cómo Vamos, que nosotros, desde la Universidad Javeriana, hemos estado apoyando.
Manuel Rodríguez Becerra: Lo más interesante de Petro en sus primeros cien días es el equipo que nombró. Hace mucho tiempo el ministerio no tenía un equipo de personas conocedoras del tema con experiencia, con mucho que decir, con posiciones firmes.
Por otra parte, en otros ministerios hay personas afines al tema ambiental. Nunca en Colombia había habido tantas personas en el alto gobierno afines y con convicciones ambientalistas. Si este Gobierno, con ese equipo, no es capaz de dar un salto cualitativo en el campo de la política ambiental, pues entonces eso nunca será.
A pesar de que el ambiente fue una de las banderas de campaña, ¿qué pasa con el presupuesto? Solo son $1.4 billones…
Carlos Rivera: El presupuesto de ambiente siempre ha sido escaso. Hay que ver si en otros sectores los recursos se van a orientar indirectamente. Por ejemplo, todo el tema de turismo, si se dirige hacia el turismo sostenible, por ahí puede llegar más dinero. Hay que revisar el tema de las regalías, de la minería. Seguramente por proyectos interministerios se podrá invertir mucho más del presupuesto oficial del ministerio.
Manuel Rodríguez Becerra: Me preocupó que el presupuesto del ministerio se hubiera reducido tanto, pero con el anuncio que hizo en la COP27 de que su Gobierno destinará 200 millones de dólares al año durante 20 años para luchar contra la deforestación en la región amazónica, y que espera subir las correspondientes contribuciones de los países desarrollados para ese fin, —es una meta supremamente ambiciosa— pero a mi juicio, un anuncio de la mayor importancia, sin duda.
Nunca se habían dedicado unos recursos tan sustantivos en el campo de los bosques. Eso tendrá como destinación diferentes tipos de programas que van desde la lucha contra la deforestación, la restauración, hasta el manejo sostenible de los bosques por parte de las comunidades, que son diferentes formas y vías para asegurar la protección de la selva amazónica.

¿Cuáles son los temas más urgentes a priorizar para proteger el medio ambiente?
Manuel Rodríguez Becerra: La adaptación al cambio climático. Según el instituto Swiss Re, que pertenece a las aseguradoras y por eso me da bastante confianza, Colombia es la séptima economía más amenazada del mundo por el cambio climático.
Estamos viviendo una época muy dura de inundaciones, y eventualmente también vendrán sequías extremas. Todo eso obliga a generar investigación en ciencia y tecnología, en generar nuevas tecnologías para la agricultura, que aguante las batidas climáticas.
Carlos Rivera: Creo que hay que convertir [el uso de] muchísimas de las tierras que actualmente se usan para ganadería, hacia la agricultura. El ganado no es la proteína animal más sostenible. Es mejor comer pollo, cerdos, grillos, cucarachas, lo que quieran, pero sosteniblemente.
Los impuestos saludables son un paso importante. Son una manera de hacer que cambien la industria, la tecnología y los mismos hábitos de la gente. Cuando en los años 80 se descubrió que el plomo realmente mataba, empezaron a cobrar más impuestos y eso llevó a ser mucho más cuidadosos con su uso. Ahora hablamos del plástico y se toman medidas similares. Los carros eléctricos ahora no tienen algunos impuestos, pueden conducir todo el día. Eso genera cambios de pensamiento.
Buscar dinero deberá ser una labor muy estratégica. Vender fijación de carbono es un negociazo porque lo pagan en dólares. Hay que ver este tipo de ingresos que pueden ser favorables con los precios que ha tenido el dólar en las últimas semanas: la biotecnología o el turismo de extranjeros. Utilizando la diversidad, hay muchas cosas para aprovechar. Se puede aprovechar el medio ambiente para buscar dinero y sostener el cuidado mismo de la naturaleza.
Por otro lado, se verá muy afectada la investigación en temas ambientales. Toda la investigación que hacemos gasta muchos recursos e insumos que no se producen acá. Con un proyecto que queremos trabajar en Santander, Boyacá y Cundinamarca, cotizamos todo lo que necesitamos hace unos meses a $ 4000 pesos el dólar. Ya hoy estamos muy cerca de los $ 5000. Para investigar, estudiar e inclusive para proteger el medio ambiente somos muy dependientes de los insumos que vienen de afuera.