Internet es un espacio de flujo constante de información. Cada minuto se envían más de 41 millones de mensajes por WhatsApp, se publican 147.000 fotos en Facebook, más de 345 mil historias en Instagram e interactúan 208 mil personas por Zoom.
De esta manera se han ido reemplazando las formas tradicionales en las que nos comunicamos. Si se puede evitar, ya no se imprimen cartas para enviarlas por transporte terrestre sino que se redactan correos electrónicos y se reemplazan las reuniones presenciales por videollamadas. Es más rápido, se dejan de consumir recursos y los ciudadanos contribuyen a la sostenibilidad del medioambiente.
O eso se cree, pues enviar cadenas de WhatsApp, abrir muchas pestañas en el navegador, acumular correos electrónicos o almacenar información innecesaria son algunas prácticas del mal uso de internet y tienen un efecto nocivo para el medio ambiente. Pesquisa Javeriana te cuenta cómo la red también contamina y de qué manera podría contribuir a reducir su huella ambiental digital.
Internet no está en las nubes
“Internet funciona porque hay algo físico en alguna parte”, explica Carlos Alfonso Devia, ingeniero forestal y miembro del comité para la implementación ecológica ambiental de la Pontificia Universidad Javeriana.
En las profundidades del mar hay miles de kilómetros de cables de cobre o de fibra de vidrio que permiten la conectividad cibernética. En Colombia existen 14 cables submarinos que tienen como puertos de amarre Cartagena, Barranquilla y Tolú.
En Londres, Tokio, Amsterdam y Nueva York se encuentran algunos de los gigantescos centros de datos, megaestructuras que superan los 130 mil metros cuadrados, como el caso de la de Tokio, donde se encuentran los servidores (las computadoras) que almacenan páginas de internet, fotos y videos, que permiten, por ejemplo, que estés navegando en la red. En Colombia, en la Zona Franca de Bogotá, se encuentra ubicado un centro de datos de la compañía brasileña Odata, que tiene más de 5.000 metros cuadrados.
Los centros de datos requieren grandes cantidades de agua y energía. Esto se debe a que funcionan 24 horas del día y no pueden superar los 50 ºC.Una forma de reducir la huella energética e hidráulica de los centros de almacenamiento es ubicarlos en regiones con temperaturas bajas, como Noruega, para que no sea necesario utilizar al máximo los sistemas de refrigeración.
Internet y su consumo global de energía
Según Website Carbon Calculator, un sitio en internet que calcula la huella de carbono de otras páginas, el promedio de CO2 que se produce por visitar una página es de 1.76 g. Esto quiere decir que en un año una página que tiene 10.000 visitas, consume 211 kg.
“Puedo demandar mucha energía en el computador, en el celular o en la red a partir de la información que estoy almacenando allí. Además, el requerimiento de energía también se concentra en el funcionamiento de los equipos, el tipo de mensaje que se envía y la búsqueda que se hace”, explica Devia a Pesquisa Javeriana.
En 2020 la población mundial con acceso a internet incrementó un 32 % en comparación con las cifras de 2016: se pasó de 3.400 millones a 4.500 millones de personas conectadas, lo que aumentó de manera exponencial la demanda de energía.
Lo nocivo del internet
La huella de carbono de las herramientas tecnológicas, internet y los aparatos electrónicos es del 3.7 % a nivel mundial, parecido a lo que produce la industria aerocomercial. Además, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de New South Wales de Sydney, Australia, una videollamada de cinco horas puede producir entre 4kg y 215 kg de CO2, dependiendo si se utilizan las cámaras o si se graba la reunión.
Aunque este nivel de contaminación puede ser alto, el estudio también aclara que una videollamada sigue siendo más beneficiosa para el medio ambiente que otro tipo de reunión. En términos de emisiones de carbono, las reuniones presenciales podrían generar 3.533 kg de CO2 (si se desplaza en avión), 2.900 kg de CO2 (tren) y 3.317 kg de CO2 (automóvil). Aún considerando el costo energético y ambiental completo de ambos modos de reunión, la videoconferencia solo consume máximo el 7% de la energía que una reunión física.
Sin embargo, lo realmente perjudicial es reproducir información innecesaria de manera masiva que demande mucha energía en términos de almacenamiento, explica el ingeniero Devia. Además, investigadores del Imperial College de Londres revelaron que la descarga de un solo gigabyte generaba un gasto de hasta 200 litros de agua.
Hacia el green data
Los cibernautas deberían formularse una pregunta: ¿de dónde proviene la energía que se utiliza para el uso de internet y cómo se podría propiciar energía con lo que se tiene a la mano?
“Yo podría tener en la finca el buey para moler maíz pero también pensarlo para producir energía o la llave del agua cuando uno la abre. Si se instala un dispositivo en el chorro, el flujo de agua puede ser suficiente para crear una pequeña fuente de energía que cargue un celular”, propone Devia.
Otra opción para reducir los gastos energéticos es apagar, poner en hibernación o activar el modo avión del celular y el computador en las noches. Esto implica menor consumo de energía y agua al no existir un receptor de información. De hecho, también es una acción que puede proteger de los ciberataques. Generalmente, en los momentos de inactividad es cuando los hackers actúan.
La inteligencia artificial también está sumando esfuerzos para atajar los problemas medioambientales que genera el internet. Una forma en la que usted puede calcular la huella de carbono de las páginas web que visita es usando WebsiteCarbon.com, que tiene en cuenta cinco características: intensidad de energía, la transferencia de datos por cable, la fuente de energía utilizada en el centro de datos, la intensidad de carbono en la electricidad y el tráfico de la página web.
Es más ecoamigable enviar un mensaje de texto
Limpiar el correo electrónico y eliminar información de la nube también puede ayudar. Tal vez, la práctica más ecoamigable es enviar un mensaje de texto.
Según Mike Berners-Lee, escritor e investigador inglés que ha dedicado parte de su trabajo al estudio de la huella de carbono, cada mensaje produce 0.014g de CO2, mientras que un tuit o un mensaje por WhatsApp o Facebook equivale a 0.2g de CO2, siendo aún menores contaminantes que los correos electrónicos. Esta información la publicó en su libro How Bad Are Bananas?
El problema de desechar residuos electrónicos
“También hay que insistir en la parte dura, o sea en los dispositivos, que son contaminantes. Los materiales que se utilizan para la elaboración de estos aparatos son nocivos y vale la pena revisarlos”, expone Carlos Alfonso Devia.
En 2014, América Latina produjo el 9 % de los residuos electrónicos y eléctricos en el mundo. Según la GSM (Sistema Global para las Comunicaciones, por sus siglas en inglés) la Universidad de las Naciones Unidas y el Instituto para el Estudio Avanzado de la Sostenibilidad (UNU-IAS, por sus siglas en inglés) la región producía el equivalente a 3.900 kilotoneladas de residuos de aparatos. Y en 2019, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), expuso que solo el 17,4 % de los RAEE eran documentados, procesados y reciclados de manera formal.
El profesor también hace énfasis en que se debe ser críticos frente a los aparatos que compramos y entender los procesos de vida útil y de la gestión de los residuos. En otras palabras, a dónde van a parar los dispositivos y los materiales que se utilizan. Muchos de los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE) se depositan en los rellenos sanitarios. En su proceso de descomposición liberan sustancias tóxicas que contaminan los suelos y el mar.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un solo aparato electrónico puede estar hecho de más de 1.000 sustancias diferentes. Entre ellos están los Retardantes de Fuego Bromados (RFB), el mercurio o los clorofluorocarbonos, altamente tóxicos para los seres humanos y el medio ambiente.
Muchas de esas sustancias, como el mercurio y el plomo, por su mal manejo residual terminan contaminando el mar y bioacumulándose en la cadena alimenticia. Esto quiere decir que los peces pequeños lo consumen, después unos más grandes y finalmente los seres humanos.
En Colombia, la organización Red Verde se encarga de seleccionar y gestionar electrodomésticos, como neveras, aires acondicionados, hornos microondas y lavadoras, cuando han cumplido su ciclo de vida. También puede llevar su teléfono celular y accesorios a Movistar, Tigo y Claro. Y la Secretaría Distrital de Ambiente, en conjunto con su programa Ecolecta, cuenta con más de 50 puntos de recolección de residuos electrónicos y eléctricos dispuestos en todo Bogotá.
¿Qué hacen las grandes empresas de tecnología?
Actualmente Google y Apple se alimentan con un suministro mayor o equivalente de energías renovables para reducir su huella de carbono. Microsoft, por ejemplo, prometió reducir sus emisiones a cero para 2030. Otro caso es el de Facebook, que según su reporte de sostenibilidad, la contaminación que genera un usuario anualmente es de 299g de CO2, lo que equivale a hervir agua para una taza de té.
“Debemos hacer un cálculo de la huella de carbono, hídrica y de biodiversidad que genera el uso del internet y sus dispositivos. A partir de eso ser conscientes de que debemos llevar a cero la huella de carbono, neutralizar la huella hídrica y evitar las implicaciones que hay en términos de biodiversidad”, explica Devia.
La huella ambiental de un clic
En el mundo digital, cualquier contenido que se produzca tiene un costo ambiental, incluso, los recursos utilizados para escribir esta nota que usted está leyendo generaron emisiones de carbono que el profesor Devia se encargó de sistematizar y encontró que desde los primeros correos de contacto hasta la publicación y permanencia en la web de este artículo, se podrían llegar a consumir hasta 20 kg de CO2, como lo explica la siguiente gráfica:
Para llegar a compensar la huella ambiental producida por esta nota a través de la reforestación, tendríamos que sembrar un árbol de cerezo:
Mientras pasaron los nueve minutos que quizás demoró leyendo esta nota, se enviaron 369 millones de mensajes por WhatsApp y alrededor de dos millones de personas se reunieron por Zoom. En este momento los servidores de todo el mundo están usando energía para soportar este flujo de información y los sistemas de refrigeración siguen elevando el consumo energético para poder mantener estables los computadores que en diferentes partes del mundo hacen posible que usted haya leído esto.
1 comentario
Buenas tardes, felicitaciones por su trabajo, es una de las pocas referencias en América Latina sobre un tema tan importante como lo es la #contaminacióndigital. Soy estudiante universitario de ECUADOR y estoy pronto a realizar mi proyecto de titulación, quisiera poder citar el trabajo del profesor Carlos Alfonso Devia Castillo, si pudieran ayudarme con su investigación, se los agradecería mucho.