Los ojos de Salomé Victoria Mojica se iluminan cuando pronuncia ‘salud pública’. La vocación de servicio es su razón de ser. Por eso, cuando tuvo que escoger la investigación de su maestría, no dudó en pensar en que debía tener un componente humano. “Siempre quise saber sobre el marco normativo que rige a las cuidadoras de niños con malformaciones congénitas. Mi objetivo es visibilizar que son mujeres que están completamente solas, afectadas psicológicamente, sin recursos económicos”, asegura con un gesto desesperanzador marcado en el rostro.
Y cómo no preocuparse si, según la investigación que adelanta, estas mujeres no solo cargan con el peso de tener un hijo o hija enfermos, sino con la culpa, por parte de sus parejas, de que no naciera “como lo esperaba la sociedad”. Salomé pertenece al grupo de Ciencias Básicas y Clínicas de la Salud, de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, que genera conocimiento a partir de investigaciones en áreas de ciencias básicas médicas que tengan aplicación clínica.
De acuerdo con Teresita Sevilla, directora de investigación, desarrollo e innovación, “Salomé es una de las jóvenes promesas de la Universidad”, razón por la cual fue beneficiaria de los apoyos financieros que ofrece su oficina para adelantar estudios de maestría.
Pero, ¿cuál es el rol del Estado en esta coyuntura? Es precisamente la pregunta que Salomé quiere desvelar mediante su proyecto, porque, como bien manifiesta, es la madre que cuida al niño, pero, ¿quién cuida de ella?
No obstante, esa pasión por la salud pública no es nueva. Desde que estaba en quinto semestre de Medicina, y tras realizar su rural con énfasis en investigación, supo que ese era el camino que quería tomar y cada nuevo día lo afianza. Tanto que hace seis meses logró abrirse un espacio en la Secretaría de Salud de Cali para ayudar a los enfermos de tuberculosis y VIH.
Salomé hace parte del grupo de Micobacterias, de la Secretaría, que trabaja en la coinfección de estas dos enfermedades. “Vigilamos que estos pacientes, en algunos casos habitantes de la calle y de la comunidad LGBTI, reciban un tratamiento adecuado, oportuno, y que por nada del mundo lo dejen”, explica.
De estudiante a profe
Bailarina de ballet desde los cinco años hasta que inició sus estudios universitarios, combinó esta afición con la salsa cuando la descubrió a los 11 años. Esa sí no la ha dejado: hoy dicta clases en el programa Javesalsa. Pero no es la única disciplina que dicta.
Cuando apenas estaba dejando a un lado los cuadernos y su mochila de estudiante, le llegó la propuesta más “abrumadora” de su vida, como ella misma lo califica. A sus 24 años es tal vez la profesora más joven de la Universidad. En julio pasado asumió la tarea de dictar la asignatura Salud y Comunidad, con la que pretende hacer que los futuros médicos entiendan que fuera de los consultorios también se puede hacer medicina.
“Ha sido una experiencia de mucho respeto, de humildad. Me daba miedo que los estudiantes dijeran que por ser joven no sabía nada. Luego, ha sido un proceso de irnos transformando y construyendo en el aula, de enseñarles que la medicina se puede trabajar desde la comunidad y para la comunidad, que no es únicamente recetarle al paciente una pastilla, que detrás de ese enfermo hay una situación que lo determina, como sus condiciones de vivienda”.
Entre libros, salones de clase e historias clínicas transcurre la vida de esta joven médica que sueña con salvar el mundo llevando, no la capa de la Mujer Maravilla, sino su bata blanca. “Los salubristas siempre buscamos mejores condiciones para todos y pienso que eso es lo que debería mover a cada ser humano. Levantarse todos los días y sentir que contribuye a una mejor sociedad”, concluye.
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interesada en trabajar con ustedes