El mundo se divide en dos tipos de personas: las que roncan y las que se despiertan con los ronquidos de otros. A las primeras las mandan a dormir a un cuarto aparte en los paseos familiares. Si somos nosotros los infortunados, tal vez hayamos experimentado el cansancio de haber dormido mal, la angustia de despertar ahogados en medio de la noche o la desesperación de las confusas pesadillas que ocurren entre periodos de sueño interrumpido.
Estas son consecuencias de la apnea del sueño, una de las múltiples líneas de investigación que trabaja Alan Waich, un médico javeriano de 24 años que, pese a estar recién graduado de la universidad, ha participado en varios estudios publicados y ahora investiga la fibrosis pulmonar en el Baylor College of Medicine, en Houston, Texas.
Alan nació en Caracas, Venezuela, como el menor de tres hijos en una familia judía. De padre ingeniero y madre arquitecta, describe sus primeros años como felices y tranquilos. “Siempre fui muy estudioso en el colegio; yo creo que al principio era alguien muy tímido y reservado, pero con el tiempo tuve experiencias que me moldearon”, relata. Comenzó a participar en modelos de Naciones Unidas ―en que los estudiantes pueden actuar como delegados de un país y simular debates internacionales― y a liderar movimientos juveniles judíos, y poco a poco fue saliendo del caparazón.
La fascinación por la medicina llegó a través de su familia, pues sus tíos son médicos y lo llevaban a sus trabajos. Todos le decían que era una carrera muy dura, pero Alan se mantuvo firme en su decisión. “Lo que me encanta de la medicina es, primero, poder ayudar a la gente en un momento tan difícil de su vida, como cuando la dejan en un hospital; y, segundo, que uno logra entender fenómenos complejos y busca resolver problemas en beneficio de la sociedad”, añade.
Al graduarse del colegio, a los 17 años, la situación de su país natal lo llevó a buscar opciones para estudiar medicina en el exterior. “La Universidad Central de Caracas estaba sufriendo mucho la falta de financiación. Del cien por ciento del presupuesto que necesitaba le aprobaban un veinte, treinta por ciento”, explica. Aunque visitó varias universidades de Colombia e incluso exploró la posibilidad de estudiar en Israel, fue el trato personalizado y la reputación del programa de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana lo que acabó conquistándolo.
Llegar a vivir solo a Bogotá no fue fácil. Además de las responsabilidades que tuvo que asumir, la lejanía de su país presentó un gran reto. “Estar lejos de la familia es lo más difícil de separarse; y muchas veces los venezolanos que estamos por fuera nos sentimos apátridas”, expresa. Dice que combatió la soledad manteniendo contacto con su familia y creando una buena red de apoyo.
Su interés por la neumología —el estudio de enfermedades del aparato respiratorio— lo llevó al semillero de Trastornos del Sueño, donde tuvo mentores como la odontóloga y doctora en ciencias biológicas Liliana Otero (véase la sección Huellas, pp. 18-20). Ganó la convocatoria 874 del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias), por su aporte en un proyecto interdisciplinar que unió la medicina del sueño y la cardiología con la ciencia de datos, para encontrar vínculos entre la apnea del sueño y la fibrilación auricular, una arritmia cardíaca muy rápida que puede causar coágulos de sangre dentro del corazón. “Un verdadero mentor te apoya por un tiempo prolongado y se interesa en uno desde lo personal y lo profesional”, dice sobre la doctora Otero, pero resalta también el papel de sus otros maestros y compañeros en el semillero, como los médicos Álvaro Ruiz, Patricia Hidalgo, Sonia Restrepo, Patricia Panqueva y Martín Rondón.
Alan ha sido coautor de dos artículos sobre apnea publicados en revistas Q1, las más prestigiosas del mundo. Uno encontró que la altitud de tres ciudades colombianas, incluyendo a Bogotá, podría estar relacionada con el aumento de trastornos del sueño en niños, mientras que el otro mostraba la prevalencia de la apnea del sueño en niños y adolescentes del país. Y, como si fuera poco, está vinculado a múltiples investigaciones en los campos de salud mental, neurología vascular y educación médica. En sus ratos libres le gusta nadar y sumergirse también en las páginas de Jorge Luis Borges.
“No veo mi vida profesional sin atender personas”, dice. Tiene planes de continuar en el mundo académico con un posgrado en neumología, para seguir buscando soluciones en beneficio de todos: ya sea para los niños con trastornos de sueño, sus colegas médicos o para que esos tíos roncadores que van a pasar la noche en el sofá en año nuevo puedan respirar tranquilos mientras duermen.
Este artículo hace parte de la revista Pesquisa Javeriana edición 62 que circula a partir del 11 de diciembre a nivel nacional. Consulte aquí la versión en PDF.