A sus 32 años, Federico Perdomo Celis ha alcanzado lo que muchos aspiran conseguir en una vida entera: con orgullo dice que ya logró todo lo que alguna vez soñó. Este médico e investigador colombiano ha dejado huella en el campo de la inmunología, con importantes aportes científicos y valiosos reconocimientos en el ámbito académico, a pesar de su corta trayectoria.
Desde el inicio de su carrera, Federico tenía claro que su vocación era la ciencia médica. Su perseverancia fue tal que, tras completar cinco semestres de enfermería y hacer varios intentos por ingresar al pregrado de medicina, consiguió su objetivo en la Universidad Surcolombiana, en Neiva, y, rápidamente, en cuarto semestre, su interés se volcó hacia la investigación científica, particularmente en inmunología.
Uno de los elementos que más le apasionan de esta especialidad es su complejidad y dinamismo. Explica que ha sido la única rama de la investigación médica que, a través de las vacunas, ha erradicado una enfermedad: la viruela. Esta hazaña reafirma la importancia y el potencial de su campo. “Lo que me gusta es que la inmunología es supremamente complicada y hay muchas cosas por descubrir. Además, es un área que avanza muy rápido: lo que hoy creemos saber, mañana puede estar obsoleto”, señala.
Para el hoy médico inmunólogo, profesor e investigador del Instituto de Genética Humana de la Pontificia Universidad Javeriana, tener un propósito claro, estar enfocado y cultivar la disciplina han sido las fuentes principales de su éxito, pues “en la claridad está el poder”, dice, citando la frase popularizada por Tony Robbins. Esta perspectiva le ha permitido avanzar en su carrera académica sin desviarse en senderos innecesarios. Por ejemplo, “muchos me preguntaban por qué no hice una maestría. Ya tenía publicaciones y experiencia; pero sabía que el doctorado era el camino más directo hacia mis metas”, explica.
La trayectoria investigativa de Federico Perdomo
A lo largo de su carrera, Federico ha trabajado en enfermedades y virus como el dengue, el Zika y el VIH, todos con una relevancia especial para él. Por ejemplo, su interés por el dengue tiene un origen personal: de niña, su hermana enfrentó dificultades con el virus. Esta experiencia le marcó y motivó a explorar la fisiopatología del dengue, con lo que llegó a desarrollar herramientas diagnósticas y biomarcadores de severidad.
En cuanto al VIH, su contribución más destacada se centra en la búsqueda de una innovadora estrategia de cura mediante la reprogramación celular. Este avance ha sido bien recibido por la comunidad científica y se ha comenzado a probar en modelos animales, con el objetivo de implementarlo en humanos a futuro.
La disciplina ―valor que su padre le inculcó, de la mano de su gusto por la lectura y la literatura―, es una característica que define a Federico y que intenta transmitir a sus estudiantes. Sus logros no son fruto del azar, sino de años de trabajo metódico y comprometido. Esta misma dedicación lo llevó a ganar, el pasado mes de octubre, el premio Amigos de la Academia, de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, un reconocimiento por su trayectoria y esfuerzo en la investigación científica colombiana.
Aunque tuvo oportunidades para desarrollar su carrera en el extranjero, Federico eligió regresar después de hacer su posdoctorado en el Instituto Pasteur, en Francia, motivado por su deseo de contribuir a la ciencia en su país. “Si nosotros no hacemos las cosas por Colombia, ¿quién lo hará?”, afirma, convencido de su misión: lograr que la ciencia colombiana brille. Este sentido de responsabilidad lo impulsa a formar nuevas generaciones de científicos y a continuar sus investigaciones en su tierra.
Habiendo alcanzado, a sus 32 años, muchas de las metas que soñó, su próximo objetivo es llevar su startup CellRep al siguiente nivel. Durante los próximos cinco a diez años, planea dedicar toda su energía a este emprendimiento, así como a otros proyectos de investigación básica. Espera que, con el tiempo, pueda consolidarse como un referente en reprogramación celular, no solo para el VIH, sino para otros desafíos médicos, como la hepatitis B y el cáncer. De esta manera, desea continuar su apuesta por hacer ciencia que aporte a su país y demostrar a los investigadores más jóvenes que la grandeza y el éxito académico no dependen de la edad.