La solidaridad y la empatía a menudo se experimentan desde la perspectiva de las similitudes y conexiones compartidas con otros. Nunca desde las diferencias.
Expresiones cotidianas como ‘ponerse en los zapatos del otro’ o ‘nunca le hagas a nadie lo que no te gusta que te hagan a ti’ son resultado de esa intención humana de tratar de entender y comprender los estados afectivos, emocionales o existenciales de otra persona.
Sin embargo, existe una dimensión menos explorada pero igualmente poderosa: la capacidad de comprender y sentir por los demás a través de las diferencias. En un mundo que a menudo se divide por las diferencias percibidas, entender y comprender al Otro basados en la diferencia se convierte en un antídoto crucial contra la intolerancia, la polarización y la xenofobia.
“Comprender cómo Otros ven y experimentan el mundo a través de las diferencias es un acto consciente de imaginarse a uno mismo en el lugar del otro, no a pesar de las diferencias, sino precisamente a través de ellas”, afirma Rivelino Jean, filósofo haitiano, y egresado de la maestría en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. “Implica dejar de lado las propias suposiciones y prejuicios para entrar en el mundo del otro, verlo desde su mirada y permitirnos desafiar nuestras perspectivas y creencias arraigadas”.
Ateísmo y el otro, en tres capítulos
En su trabajo titulado El Ateísmo y el Otro, este Rivelino hace un análisis del libro Totalidad e infinito del filósofo Emmanuel Lévinas, buscando esclarecer el sentido del ateísmo como separación, necesario para comprender la responsabilidad con el Otro.
Imagina que conoces a alguien de una cultura completamente diferente a la tuya. En lugar de juzgar sus prácticas y creencias culturales desde la perspectiva propia, el Ateísmo como separación trata de entender el otro punto de vista, trata de reconocer, aprender y respetar las experiencias del otro, aunque sean muy diferentes a las nuestras, incluso si no las comprendes completamente.
El proyecto editorial de Rivelino se divide en tres partes. En el primer capítulo “Inversión de la Ontología”, el autor expone la separación de Lévinas con la ontología heideggeriana que busca adscribir al ser humano en una noción de ser en general. “No creer en ese dios de la ontología que idealiza la mirada hacia el Otro dentro de una universalidad de nuestras propias experiencias y perspectivas”, explica.
Es decir, para poder comprender realmente al Otro según el filósofo haitiano, en lugar de aferrarnos a lo que sabemos, hay que dejar de lado nuestra tendencia ‘natural’ a agrupar a las personas en categorías o etiquetas a partir de nuestras similitudes, y en cambio entender al Otro en su particularidad, en su contexto e historia de vida.
El concepto de ateísmo como separación que considera la multiplicidad de realidades que coexisten en el mundo igualmente válidas y merecedoras de respeto, es el tema que aborda la segunda parte del libro, titulada “Discurso, justicia y verdad”.
Como una forma de relacionarse dentro de una comunidad, el ateísmo se expone en este capítulo como “cimiento de toda relación auténtica y pilar fundamental de la responsabilidad hacia el Otro porque permite reconocer y respetar desde la diferencia y diversidad inherentes a cada individuo”, afirma Rivelino Jean.
Justamente esas diferencias son las que agregan valor a la vida colectiva, pues basan la responsabilidad con el Otro no desde la lástima, ni la política, ni la religión, sino desde el llamado ético a actuar en beneficio de quienes nos rodean.
Por eso, para este filósofo caribeño el reconocer y honrar las historias únicas de cada individuo nos lleva a hacer preguntas en lugar de asumir respuestas. Nos lleva a escuchar, no para responder, sino para entender.
Cuando se interactúa con personas de diferentes generaciones, orígenes, razas, creencias o costumbres, el ateísmo como separación ayuda a comprender cómo sus experiencias de vida han moldeado sus perspectivas.
Es decir, al interactuar con alguien cuyas experiencias difieren de las nuestras, “abrimos un espacio para la comunicación auténtica y la conexión profunda, y es aquí donde las diferencias dejan de ser barreras y se convierten en puentes que nos unen”, indica Rivelino Jean.
Finalmente, en el tercer capítulo “Complicidad entre Mismo y Otro en el mundo ofrecido”, el filósofo haitiano expone algunos beneficios de la separación y explica la responsabilidad con el Otro como una posición ética que implica la obligación de considerar la vida, el bienestar y los intereses de los demás en nuestras acciones y decisiones, para fomentar la comprensión mutua y disminuir los prejuicios y estereotipos que suelen ser las barreras más difíciles de atravesar entre los seres humanos.
En una sociedad globalizada donde, por ejemplo la migración se ha convertido en un fenómeno intrínseco a la experiencia humana, desafiando nuestras nociones de identidad, comunidad y responsabilidad hacia el otro, “reconocer la humanidad compartida y la individualidad única de cada persona nos exige cuestionar nuestras suposiciones y prejuicios arraigados y adoptar una actitud de apertura hacia las diferencias. Con esta propuesta ética del Ateísmo y el Otro, se promueve la igualdad, la dignidad y los derechos humanos”, concluye Rivelino Jean.
El ateísmo como separación nos desafía a mirar más allá de nuestras similitudes y adentrarnos en las complejidades de las experiencias ajenas y así comprender la responsabilidad con Otro. Es un recordatorio de que cada individuo es un mundo entero en sí mismo, lleno de experiencias, desafíos y perspectivas únicas.