Cuenta el historiador y genetista javeriano Alberto Gómez Gutiérrez que tanto en el escudo de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (ACCEFyN) como en el del Observatorio Astronómico Nacional, se lee: “pies en la tierra, ojos en el firmamento”. La esencia de la ciencia; lema interpretado por el académico Gómez como “una mirada focalizada en lo inmediato y en lo más distante, o más profundo”.
Y así pueden haber transcurrido los 85 años que hoy cumple la Academia, en su afán –y su misión – de promover, apoyar y aportar su experiencia para darle rumbo a la ciencia colombiana, como lo hace hoy en día en temas ambientales, de educación y salud, entre otros.
Es que la ACCEFyN, por ley, es órgano consultor del Gobierno Nacional en diferentes temas de su competencia. Por ejemplo, el Decreto 2372 de 2010 le da poder para emitir concepto en la creación, ampliación o modificación de las áreas protegidas como parques naturales y santuarios de carácter nacional, concepto que debe ser acatado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Social.
La historia de los 85 años de la Academia se puede leer a partir de hoy por internet en el libro Ciencia, Humanismo y Nación, casi 200 páginas escritas por varios académicos que narran desde los antecedentes hasta los impactos que ha tenido su quehacer en estos años, así como los retos que deberá enfrentar en un país con un recién nacido Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, –en cuya creación tuvo mucho que ver–.
“En la reunión que tuvo Iván Duque con la Academia antes de posesionarse como presidente de la República se comprometió a crear el Ministerio y a convocar la Misión de Sabios”, advierte el actual presidente de la ACCEFyN, el botánico Enrique Forero González.
La Academia son los académicos
En su mayoría, si no todos, los académicos son o han sido profesores universitarios. De la Pontificia Universidad Javeriana trece profesores investigadores son académicos, de un total de 244 miembros que tiene la ACCEFyN en la actualidad.
Pero por sus pasillos han pasado más de 500, y aunque el presidente Forero dice que “somos todos los que estamos pero no estamos todos los que somos”, reconoce que “la riqueza intelectual de sus miembros y la capacidad que tenemos de contribuir al estudio y solución de los grandes problemas del país”, es lo que más se destaca de la Academia.
Investigadores javerianos de la Academia Colombiana de Ciencias
¿Cómo está conformada la Academia?
Hoy en día, para ser académico se necesita demostrar dedicación a la investigación científica –no solo en ciencias exactas, físicas y naturales–, tener amplio reconocimiento por sus publicaciones científicas y haber preparado nuevas generaciones de científicos. Quien presenta un candidato debe profundizar en el posible impacto de los resultados de las investigaciones del futuro académico y las contribuciones al nuevo conocimiento mundial.
Su trayectoria ha de ser demostrada, independientemente de su edad. Hay científicos que se han posesionado a los 40 años, algo que no ocurría hace un tiempo. Además, Forero creó la Academia Joven, a la que hoy pertenecen 17 científicos, algunos de ellos en los treintas.
“Es un grupo interdisciplinario, son muy activos y llenos de ideas. Me gané la lotería con ellos”. Lo dice porque le han inyectado un nuevo aire a los debates que promueve la Academia y actualmente participan activamente en las comisiones que le hacen seguimiento a las propuestas de los ocho focos de la Misión de Ciencia del 2019.
También se destacan las mujeres académicas, algunas de las cuales le han dado vida a la Comisión de Género, Ciencia y Tecnología, liderada por Ángela Camacho.
En los últimos siete años la participación femenina ha aumentado en 52 %, mientras que la masculina aumentó en 12 %. Esta ha sido la respuesta al interés de reconocer el aporte de la mujer científica colombiana, respetar su trabajo, ofrecer las mismas oportunidades y herramientas que sus colegas hombres, y “erradicar el abuso tanto en el aspecto laboral como sexual en las universidades y centros de investigación”, de acuerdo con Camacho.
Como dato curioso, varios sacerdotes han sido miembros de la Academia de Ciencias. El padre jesuita Jesús Emilio Ramírez S.J., quien fue rector de la Javeriana, fue su presidente durante diez años. El historiador Gómez menciona además a los padres Simón Sarasola (meteorólogo), Lorenzo Uribe (botánico y zoólogo), José Rafael Arboleda (antropólogo), Carlos Ortiz (físico) y Enrique Pérez Arbeláez (botánico).
La Academia echa raíces en las regiones
El carácter bogotano de la Academia de Ciencias ha quedado atrás. El siglo XXI llegó para extender sus redes con la apertura de capítulos como el del Caribe, con sede en la Universidad de Cartagena; el suroccidental, en la Universidad del Valle; el de Antioquia, cuyas sedes han estado en las universidades Nacional, sede Medellín, y a de Antioquia; y el nororiental, en la Universidad Industrial de Santander.
Este “ha sido un movimiento positivo de la Academia”, de acuerdo con el inmunólogo Luis Caraballo, director del capítulo del Caribe, porque la ha hecho más visible y ha dado la oportunidad de aumentar el número de miembros más jóvenes, “lo que le da a la Academia un especial impulso”.
Algunos académicos han conquistado espacios en la prensa, lo cual les permite llevar el mensaje de la ciencia a públicos más amplios y “tratar de persuadir a las autoridades estatales y municipales sobre los beneficios de orientar las políticas hacia un comportamiento racional y más científico”, continúa Caraballo.
El capítulo de Antioquia es muy activo en términos de divulgación, gracias a la alianza que tiene con el Parque Explora, en diferentes programas como Los científicos vuelven a la escuela, en el que los académicos cuentan a los estudiantes sus historias de vida y su motivación para dedicarse a la investigación científica, o La ciencia en bicicleta, evento multitudinario en el que los académicos tienen la oportunidad de conversar con los ciudadanos sobre sus investigaciones.
“A pesar de los logros, dista de ser una estrategia consolidada”, afirma el académico Luis Carlos Arboleda, refiriéndose a que cada vez es más necesario el relacionamiento institucional para lograr mayor visibilidad y que el país “relacione el conocimiento con el desarrollo humano de las regiones”.
Eso significaría, entre otras, hacer más esfuerzos para promover la carrera investigativa “buscando la legitimidad social del investigador científico, que es una agenda de nunca acabar en nuestro país, con una altísima marginalidad de la ciencia”.
De cualquier manera, según el académico Luis Alejandro Barrera, “para uno como científico es un honor pertenecer a la Academia”. Y a las universidades cada vez les interesa más que sus científicos sean miembros de las academias –no solo de la de ciencias sino la de historia, la de la lengua, la de ciencias económicas, por mencionar solo algunas–, porque se convierte en un termómetro de su calidad científica.
La relación de la Academia con la universidad colombiana es un “gana-gana”, dice la actual decana de ciencias de la Javeriana, Concepción Puerta, también académica, porque actúa como “articulador en temas donde la universidad necesita la visión externa para nutrirse”.
La universidad, por su parte, entrega a la academia “la sumatoria de la experiencia de cada uno de sus académicos en el aporte al desarrollo de actividades, planes y proyectos de la Academia”, a través de las diferentes comisiones que se reúnen periódicamente.
¿Cómo incidir en la política científica del país?
Desde su creación, la ACCEFyN, como las otras academias, tiene el encargo de asesorar al gobierno en los temas que son de su competencia. Y si bien en las últimas décadas sus presidentes han promovido esa cercanía, uno podría decir que los gobiernos no han sido lo suficientemente receptivos, como esperarían los académicos.
La Academia de Ciencias ha incidido en campos como los estudios de alta montaña, emisiones de gases de efecto invernadero, clima, energías alternativas, medio ambiente, políticas sobre reformas científicas y educativas, estrategias para el mejoramiento de la enseñanza de las ciencias, entre otros. Pero en sus miembros tiene un potencial enorme que no ha sido aprovechado.
Son incontables los documentos que han generado los académicos, la participación en reuniones, las cartas con propuestas de soluciones a los temas que afronta el país y la respuesta de los gobiernos es generalmente tímida, cuando no inexistente. Por eso es necesario ´pisar más fuerte´, de tal manera que el conocimiento se convierta en una plataforma que apoye un desarrollo de país con base en su gran diversidad.
“Ahí hay una agenda por realizar”, dice Arboleda, quizá promoviendo “en las comunidades científicas las iniciativas –que hoy son todavía aisladas–, de pensamiento interdisciplinario sobre grandes problemas nacionales del desarrollo regional y local”.
Para lograrlo, dice la decana Puerta, “este país necesita que el ciudadano comprenda el valor de la ciencia para el desarrollo y la economía del país. Ese valor agregado que ofrece la ciencia para que no sea un país extractivista”.
Una Colombia con ´los pies en la tierra´, que tome decisiones basadas en evidencias surgidas de la investigación científica, pero con ´los ojos en el firmamento´, lo que significa una mirada de mediano y largo plazo que busque solucionar problemas estructurales y no solamente los del día a día.
Para asistir a la celebración en vivo de los 85 años de la Academia, puede seguir la transmisión que se realizará a través de YouTube haciendo clic en este enlace. El evento se realiza el 28 de mayo, inicia a las 9 a.m. y termina a las 7 p.m., luego de la presentación del libro Ciencia, Humanismo y Nación.