Reconocer las tradiciones de los campesinos mientras se camina entre las nubes del páramo, explorar las selvas andinas y amazónicas guiados por el conocimiento tradicional acumulado de sus habitantes o sumergirse en ambientes coralinos de la mano de pescadores artesanales, son algunas experiencias que ofrece la diversidad ecosistémica y cultural de Colombia a los visitantes nacionales y extranjeros. Tal forma de viajar, cuidadosa de los entornos y consciente de los posibles impactos de actividad turística sobre las tradiciones locales, es una alternativa frente a la tradicional visión irreflexiva del turista, que se va de estos y otros paisajes emblemáticos dejando más dudas que satisfacciones plenas.
La exuberancia de nuestros ecosistemas, además de ser el escenario para la foto del turista, es un elemento sobre el cual se constituye la cultura de las comunidades anfitrionas. También es un factor que hace posible disfrutar de aguas cristalinas, maderas finas, carnes sabrosas y aire puro. Por tanto, reflexionar sobre el turismo en entornos naturales es importante para aminorar la potencial amenaza que representa la incontrolada llegada de visitantes a estos lugares, además de que permitiría entender cómo aprovechar en mayor medida el patrimonio más valioso de la nación: la vida y las formas de vivir que hay dentro de ella.
Parques Nacionales Naturales (PNN), la entidad estatal encargada de la delimitación y funcionamiento de las áreas protegidas del país, ha comprendido el valor de este legado y, además de sus esfuerzos por la conservación, le ha apostado a la actividad turística como mecanismo para la generación de riqueza a partir de la biodiversidad. En este sentido, ha dado concesiones a importantes empresas hoteleras y ha establecido acuerdos con empresas comunitarias prestadoras de servicios ecoturísticos. Este segundo modelo funciona en ocho de los 23 parques abiertos para la visita del público y es el resultado del esfuerzo conjunto de comunidades y entidad por rememorar la historia de ocupación de las áreas designadas para la conservación e imaginar los beneficios de haberse empeñado en su protección.

Esta iniciativa vincula a campesinos y raizales vecinos, quienes conforman empresas comunitarias encargadas de ofrecer alojamiento, guianza y alimentación dentro de las áreas delimitadas. Así, pueden beneficiarse de la conservación de la biodiversidad en su territorio reduciendo el conflicto entre conservación y usos de los ecosistemas, y ofreciendo alternativas a la cacería, la venta de madera y carbón vegetal o el pastoreo de ganado. Por otro lado, este modelo turístico ofrece un valor agregado a la experiencia del visitante pues le permite reconocer el territorio a través de las narraciones y memorias llenas de elementos afectivos y simbólicos de sus habitantes.
En conmemoración de los primeros diez años del programa, PNN evaluó sus logros y retos enfatizando los aportes del turismo a la conservación de la biodiversidad, a la educación ambiental y al bienestar de las comunidades locales. Tal evaluación contó con el apoyo del Semillero de Investigación en Turismo Responsable de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana, el cual reúne a estudiantes y egresados de distintas carreras y maestrías de la Universidad con un interés común: analizar los beneficios y perjuicios del turismo en los territorios del país, combinando la perspectiva social con la ambiental y económica.
Como parte de este proyecto, sus miembros visitaron el departamento de Boyacá para conocer dos experiencias turísticas insignia por su éxito y aportes a la sostenibilidad del turismo. Esta región, caracterizada por su clima frío y apariencia árida, de arquitectura colonial y bosques andinos cundidos de bromelias, albergó a los investigadores mientras indagaron por las dinámicas turísticas que tienen lugar en la provincia que se configura en torno a la plaza empedrada de Villa de Leyva y que incluye los robledales espesos de Arcabuco.
En ella se encuentra el Santuario de Fauna y Flora (SFF) Iguaque, donde opera una empresa comunitaria cuyo emblema evidencia la herencia muisca en el territorio. La empresa está conformada por campesinos de Arcabuco que reciben a los visitantes del Santuario en las cabañas y equipamientos construidos por PNN en montañas crespas y verdes, que se conectan por valles de frailejones y lagunas sagradas. Su representante legal, William Gómez, propone al turismo como una actividad complementaria para los habitantes del municipio, sin posicionarlo como eje único de la economía campesina. En su opinión, el turismo debe ser una herramienta para fortalecer la red de vecinos y el arraigo con el territorio, su historia cultural y su biodiversidad.

La zona es escogida por turistas nacionales e internacionales buscando descansar y disfrutar del aire fresco, o aprovechar las condiciones de alta montaña para entrenar y mantenerse en forma. Sea cual sea el motivo de su visita, la empresa busca acercar al turista a su territorio por medio de distintos canales: muestra la calidad de los productos agrícolas y pecuarios de las fincas campesinas que existen montaña abajo, también, aprovecha los recorridos por los senderos que llevan a la Laguna Sagrada de Iguaque para recordar aspectos de la cosmología muisca, como las técnicas para el estudio de los astros y la ubicación de otros cuerpos de agua sagrados. La visita al SFF Iguaque se convierte así en una experiencia que permite emparamarse de narraciones que resultan de la tradición, dando a conocer ampliamente la biodiversidad de las imponentes montañas que se alzan en medio del área protegida.
En Villa de Leyva, otro punto de esta provincia, el turismo ha crecido enormemente obligando a una reflexión sobre su desarrollo. El cielo sobre el municipio se llena de cometas para el festival en agosto, y su plaza y calles empedradas durante las temporadas altas de diciembre, Semana Santa y mitad de año son transitadas por hordas gigantescas de visitantes. La variación en la afluencia turística del municipio implica incrementos vertiginosos en la demanda de recursos como agua, alimento y servicios, al igual que en la producción de residuos, lo cual es un reto tanto para la administración local como para los habitantes.

Iniciativas como el Hostal Renacer, a las afueras del pueblo, buscan traer a la luz otros atractivos diferentes a los tradicionales y así aminorar la carga sobre atrayentes emblemáticos. El hostal promueve la visita a olvidados atractivos patrimoniales boyacenses, como los molinos de trigo del siglo XVII, saltos de aguas diáfanas y caminatas por espacios con un valor arqueológico distinguido. Esta empresa, en cuyo terreno desarrolla procesos de restauración ecológica, contribuye a acercar a los turistas extranjeros y académicos a la riqueza histórica, cultural y natural silenciosa. Óscar Gilede, su fundador, cuenta cómo su motivación fue incluir una oferta de hospedaje y guianza que permitiera el descanso en conjunto con actividades que brindaran información verídica, sin trampas turísticas; adicionalmente, se busca que los beneficios económicos derivados del turismo se distribuyan, de forma equitativa, entre la mayor cantidad posible de personas a partir del encadenamiento de diferentes actores en los recorridos turísticos ofrecidos en las áreas comunes del hostal. Así, vincula a distintos prestadores de servicios en recorridos como, por ejemplo, para el préstamo de caballos en cabalgatas o para las caminatas a Iguaque.
Los esfuerzos de estas empresas son un ejemplo de cómo se puede contribuir a valorar la riqueza cultural, histórica y natural de la región al reconocer la realidad del territorio para el desarrollo de la actividad turística, diversificando así los atractivos y respetando la identidad campesina de los habitantes, y cómo se puede contribuir, desde sus capacidades y aspiraciones, a la operación ordenada del turismo. Desde nuestro Semillero no sugerimos el tránsito de un modelo a otro, usamos estos ejemplos para exaltar la necesidad de reconocer la complejidad de los territorios al elaborar planes turísticos para aprovechar y conservar la diversidad biológica y cultural de Colombia.
También queremos resaltar la importancia de apoyar estas iniciativas que proponen oportunidades para un turismo responsable en zonas donde, muchas veces, son invisibilizadas. Consideramos como clave de éxito el fortalecimiento de una cultura de planificación para que los recursos y energía que moviliza el turismo contribuyan a la valoración, uso sostenible y conservación de la biodiversidad, a la viabilidad de su aprovechamiento económico y a la distribución justa de sus beneficios.
*Miembros del Semillero de Investigación en Turismo Responsable (Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, Pontificia Universidad Javeriana).