El mes de mayo es crucial para la educación colombiana: por quinta vez, los estudiantes de 15 años de colegios públicos y privados representarán al país en las pruebas PISA. Este se ha convertido en un medidor de gran importancia para entender qué tan alta es la calidad del sistema educativo del país, pues sus resultados se comparan con los 35 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, su impulsor) y los demás que, como Colombia, lo presentan.
Los resultados en esta materia no han sido del todo satisfactorios. Aunque en su sumario de 2015 –último año en que se realizó la prueba– la OCDE reconoció que el colombiano fue el segundo mejor avance desde 2006 en materia de resultados, es cierto que el país se ubica por debajo del promedio de los países miembros de la organización, considerada como ‘el Club de países con las mejores prácticas’.
En esa ocasión, diversos debates se suscitaron por cuenta de los resultados: las críticas sobre la preparación de los profesores abundaron, al igual que las propuestas de copiar los sistemas educativos de países con mejores puntajes, como los nórdicos o, concretamente, el de Singapur. Sin embargo, esta ha sido una discusión sin mayores avances.
Para entender la importancia de estas pruebas en el actual sistema de educación y los cambios que deberían darse, Pesquisa Javeriana consultó a Félix Antonio Gómez, magister en educación, candidato a doctor en ciencias sociales y, desde enero de 2018, decano de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana. En su concepto, más allá de implantar los modelos de otros países, es necesario que el país reivindique a todo nivel la figura del maestro en el aula de clase.
Pesquisa Javeriana: ¿Por qué es vital para Colombia medir su modelo de educación a través de las pruebas PISA?
Félix Antonio Gómez: Se podrían mencionar varios factores, entre los principales: los de orden económico, educativo y político. En lo económico, las pruebas pueden ser un indicador de la manera en que un país puede encauzar sus modelos de educación para ser competitivo en el mercado internacional; pero, también, para definir prioridades que vayan más allá de este. En lo educativo, pueden convertirse en tema de debate para determinar si lo que se mide en las pruebas concuerda o no con las necesidades formativas más urgentes del país, para entonces, tomar decisiones informadas y consensuadas.
Finamente, en lo político, las pruebas deberían ayudar a establecer políticas educativas de Estado y no, como hasta ahora ha sucedido, políticas de gobierno acomodaticias y de muy cortos alcances.
PJ: Colombia ha participado desde 2006 en las pruebas PISA. ¿Qué tal han sido los resultados?
FAG: No nos ha ido muy bien, varios países nos llevan una gran ventaja. ¿Qué se ha hecho? De manera efectiva, muy poco en realidad; ha sido más el escándalo, pues los resultados han servido más para la demagogia política que para obtener resultados educativos reales. El debate se ha concentrado en si las pruebas son deseables o no, si son pertinentes, sobre su carácter político internacional, pero nunca se llega a acuerdos o claridades sustanciales. Ha habido demasiado debate estéril. Los docentes, que deberían estar participando en la discusión, configuran sus posiciones a través de otras voces que los median, tales como representantes políticos y directivos, pero el maestro “de a pie”, de aula, es quien termina estando menos informado sobre todo lo que gira en torno a la prueba y sus resultados, y se queda repitiendo lo que escucha del dirigente sindical, del político de turno o de la figura de moda en la pedagogía.
Si habláramos de lo que PISA ha producido, tendríamos que señalar que ha aumentado la brecha entre unas personas que discuten y toman las decisiones, y el maestro, que es quien finalmente se juega su trabajo en el aula. Es una especie de taylorismo educativo: a un lado los que discuten y diseñan políticas, y al otro el maestro que aplica, algunas veces sin saber muy bien por qué lo hace.
PJ: A nivel de política, ¿qué esfuerzos se han intentado a partir de estos resultados?
FAG: Podríamos mencionar en los últimos años la promulgación de los Derechos básicos de aprendizaje como una forma de que los niños adquieran aquellos saberes considerados fundantes en las principales disciplinas, pero, curiosamente, no han tenido una buena recepción entre los maestros.
Uno podría pensar que el programa “Ser Pilo Paga” tiende a eso también, a brindar oportunidades para que los muchachos que no tienen los recursos puedan acceder a las universidades que ofrecen una mejor calidad, pero todo eso se ve enturbiado por intereses de grupo político, ideológico. Se han hecho diferentes intentos, pero uno de fondo, con el que se busque repensar los fundamentos curriculares en las áreas esenciales, en el que se modele la educación sobre el trabajo interdisciplinario, o una educación más acorde a las exigencias de una sociedad que está cambiando muy rápidamente y donde el conocimiento se ha convertido en la moneda de cambio, esas transformaciones de fondo no se han dado.
PJ: Entre las propuestas formuladas por el Ministerio de Educación Nacional, se ha hablado de copiar el modelo educativo de países como Singapur o los escandinavos. ¿Eso le sirve a un país como Colombia?
FAG: Las influencias culturales y educativas entre naciones no son nuevas. Hoy, debido a los avances de las tecnologías en comunicación, es más fácil conocer y seguir otros modelos educativos, pero trasplantarlos a otra nación solo porque funcionó en el país de origen no es acertado. Hay que tener en cuenta que cualquier mecanismo de mejoramiento del conocimiento o de las habilidades de la persona debe tener en cuenta el contexto en el que se va a aplicar; no podemos copiar otro modelo de manera exacta, pero sí hay generalidades que se pueden adaptar. En ese aspecto, hay cosas interesantes en el modelo matemático de Singapur, también en lo que está aplicando Finlandia y otros países, y otras que no serían deseables ni aplicables para Colombia.
Por otra parte, tenemos una realidad que, por exagerarla, se nos está convirtiendo en un mito: como somos un país de regiones, debemos tener modelos diferentes para cada región. Eso también, llevado al extremo, es peligroso. Por ejemplo, hubo un caso de una capacitación de maestros por medio de un juego con figuras de animales y un maestro se negó a aplicarlo en su escuela porque uno de los animales representados no existía en su región. Hasta esos extremos hemos llegado.
PJ: Por los resultados obtenidos en las pruebas PISA, se puede concluir que los estudiantes colombianos salen muy mal formados de los colegios y es responsabilidad de las universidades nivelarlos. ¿Qué tan cierto es esto?
FAG: La Javeriana tiene un programa para acoger estudiantes que cursan último año de bachillerato para que vean algunas materias, permitiéndoles ver cómo es el ambiente universitario y validándoles esos créditos si las aprueban y se inscriben en la carrera. Es un ejemplo para decir que se necesita ese puente entre el bachillerato y la universidad. Seguimos teniendo un número amplio de áreas del conocimiento que el alumno tiene que ver en el colegio y pasa a una institución que restringe, en el sentido epistemológico del conocimiento, todos esos saberes, volviéndose una persona mucho más específica: de ver 11 asignaturas en la educación básica, más las electivas ofrecidas en el colegio y las actividades extracurriculares programadas por los papás, se pasa a ver siete materias en el primer semestre universitario.
En ese caso se necesita este puente, pero también es necesaria una revisión a profundidad de estos lineamientos curriculares en el país. Si no los tenemos ni los empatamos con la transformación que están viviendo las universidades, esa brecha no solo será de formación, en el sentido estrictamente académico, sino que lo será en otros sentidos: de orden social, relacional, etc. Pensemos en un joven que venga de un colegio de un solo género a una universidad y ahora deba relacionarse con personas de distinto sexo, estudiantes que vienen de colegios con una disciplina bastante rígida y entran a una universidad donde el grado de libertad es amplio, sin mayores restricciones, ahí tenemos brechas de otro tipo. En esos casos, el puente está roto. Por eso no solo necesitamos una reforma curricular que acerque la universidad al colegio sino que permita también una dimensión nueva del aprendizaje curricular, centrado en cómo aprenden los estudiantes y no en cómo enseñamos.
PJ: Otros países resaltan que el rol del maestro es un eje central para el sistema educativo, pero en Colombia la formación de profesores está en crisis, cada vez son menos los inscritos a licenciaturas por factores como los salarios bajos, la altísima carga laboral o los desplazamientos exagerados para ir a dictar clase. ¿Cómo puede hacer Colombia para convertirlo en una pieza fundamental?
FAG: Hoy tenemos en el país un desconocimiento de la labor del maestro. Se han dado algunos pasos para corregir este problema pero son más demagógicos, ligados a políticas momentáneas. Se habla mucho de la importancia del maestro en el sistema pero eso no se ve reflejado en lo que se le debe retribuir por su trabajo y sus condiciones laborales siguen siendo terribles.
PJ: Pero cuando el Magisterio intenta visibilizarlas, el discurso desde el Gobierno es que los maestros no se están esforzando lo suficiente. ¿Es una confrontación que puede superarse?
FAG: Es un diálogo donde hay verdades a medias de ambos lados. Una de parte del Estado es que se están mejorando las condiciones laborales a nivel de aulas e infraestructura, pero solo pasa en las grandes ciudades –tal vez se haya mejorado un poco la relación maestro-número de estudiantes en ciertas regiones–. Otra verdad a medias de parte de los gremios de docentes es que sí están haciendo todo lo que tienen que hacer, ¿pero cómo va a hacerlo alguien cuando escogió ser maestro porque no podía escoger otra profesión?
Tenemos que regresarnos unos años atrás cuando, según creo recordar, la Universidad del Valle realizó un estudio donde mostraba que quienes llegaban a la profesión docente lo hacían por razones que no tenían que ver directamente con su pasión o su deseo de enseñar. Estaba un gran grupo que entraba porque no había pasado el examen de admisión de otras carreras, otros la elegían por una cuestión de menores costos, pero el porcentaje de quienes habían elegido la licenciatura de manera consciente, que sabía de antemano las condiciones a las que se exponía, era el menor. Aunque suene políticamente incorrecto, debemos mirar las condiciones de los aspirantes a las facultades de Educación, si llegan a la carrera convencidos y si saben de las condiciones duras a las que se van a enfrentar para que no tengamos deserción ni tampoco docentes que califican la profesión como un “escampadero”.
Otro problema con la docencia es que las universidades están entrando en una competencia por producir patentes, escritos publicables en revistas indexadas, investigación, y la labor del docente en el aula cada vez es menos visible y menos importante. Es una cuestión que han señalado los medios de comunicación: el maestro tiene que estar produciendo, escribiendo, investigando, ¿pero dónde está el tiempo para la docencia?
PJ: ¿Qué ajustes tiene que hacer Colombia para superar estas fallas estructurales de su sistema de educación, y cuánto tiempo puede tardarse en resolverlas?
FAG: Es un problema macro, que requiere múltiples actores participando en su resolución, pero el primer paso tiene que girar en torno a los profesores. Creo que la formación docente en el país tiene que seguirse fortaleciendo unida a las condiciones laborales. Necesitamos, tal como sucede en Finlandia y otros países, atraer a los mejores egresados de los colegios para que ellos se formen y se conviertan en formadores, pero tenemos que volver ésta una profesión atractiva, no solamente desde lo académico –porque hay personas que quieren ser docentes, porque ven en ello una forma de crecer en la Academia, en lo humano, en lo personal–, sino también desde las condiciones económicas.
Por otra parte, tenemos que invitar al maestro de aula a la discusión sobre el sistema educativo; porque nos sobran “los expertos de escritorio”, y me parece terrible que muchas de las políticas en formación docente estén en manos de personas que nunca pisaron un salón de clase más allá de la universidad; es decir, no puedo formar al profesor de primaria sin nunca haberme desempeñado como profesor de primaria, jugándome un poco el prestigio con todo lo que significa estar allí. Hay que escuchar a los profesores bajo la condición de que su voz no esté mediada por lo político-estatal ni por lo político-gremial, sino por lo político-pedagógico –si puede denominársele así– por su voz como pedagogos.
PJ: Usted se posesionó en enero como decano de la Facultad de Educación de la Javeriana. ¿Cómo debe moverse la Universidad hacia ese norte ideal que acaba de ilustrar?
FAG: En varios niveles. En uno micro, cercano, la Facultad tiene que volver relevante la función de la docencia dentro de la universidad. Yo creo que la Javeriana sí reivindica al docente, pero tenemos que dar la pelea para que su figura no termine convirtiéndose en la de escritor de papers o solo investigador, sino que se reivindique su trabajo de aula: porque tiene que recibir en primer semestre a 20 jóvenes que aún no saben si ésa es realmente la carrera que quieren estudiar, porque debe recibir al alumno con grandes problemas en su casa y en su vida personal, y estar atento a su desempeño, etc.
A nivel de la ciudad, tenemos que participar más de las políticas distritales, y a nivel nacional, ser parte del diálogo educativo dando a conocer la tradición de la Facultad y de la Javeriana como tal, que es muy larga, muy fuerte, que se puede resumir en los valores de las cuatro C: ser educadores Competentes, Conscientes, Compasivos (solidarios) y Comprometidos, porque es un trabajo a largo plazo y debemos jugárnosla toda, porque nuestra profesión va a estar comprometida con nuestro proyecto de vida. Esas cuatro C, que fueron formuladas por el padre Kolvenbach, S.J., son nuestro aporte a un modelo pedagógico nacional.
PJ: A nivel personal, ¿cuál es su gran objetivo como Decano?
FAG: Está ligado esencialmente a reivindicar la figura y la labor del docente. En tal sentido, como Facultad buscamos ampliar y consolidar nuestra oferta académica; asegurar la calidad de nuestros programas; gestionar el talento de nuestra comunidad; modernizarnos administrativamente, e incidir a nivel regional, nacional e internacional. Otro de mis grandes objetivos es continuar con la labor de mi antecesor, el padre José Leonardo Rincón, quien inició un proyecto de facultad muy interesante, comprometido con los estudiantes, los exalumnos, los docentes, la universidad y la sociedad.
El padre dejó un proyecto al que quiero darle continuidad, llevarlo hasta el final. Y, después de eso, nos pararemos en los hombros del gigante y seguiremos mirando hacia el horizonte. Por ahora tenemos puntos cruciales: ampliar la oferta académica, mejorar la calidad de nuestros egresados y docentes, y contribuir en la política pública del país.
1 comentario
Ya le preguntaron al alumnoo al estudiante, como le gustaría aprender, que desea aprender, la pregunta clave ¿si está interesado en adquirir conocimiento?
Es muy cierto que el gusto por aprender esta ligado por las estrategias de aprendizaje, ligado a la actitud del docente, ligado al ambiente escolar y familiar.
La familia es de suma importancia en el proceso de aprendizaje, los padres o tutores son quienes establecen los limites o alcances de superación, de crecimiento, de valores en los estudiantes, hacen referencia que los alumnos de preparatoria o nivel medio superior son capacitados en matemáticas en las universidades, muy seguro estoy que la forma de enseñar en las universidades es una forma en la cual enseñas de manera general, ahora el aprendizaje en los niveles superiores requiere mas actitud individial, si tienes dudas como alumno universitario debes buscar solucionar tus dudas, entonces te vez involucrados en despertar habilidades como estudiante. Simplemente se nota el deseo de supervivencia escolar.
Cuando reciban una encuesta corta de alumnos, donde hayan preguntado como y que y cuando y donde, desean aprender van a conocer un universo de referencia, en gran medida de aca parte el modelo que debe seguir Colombia.
Con toda la informacion obtenida por parte de los estudiantes, genera un concurso de docentes, donde ellos cubran los deseos de los estudiantes al desempeñar clases que logren obtener el mayor conocimiento por parte de los alumnos, clases donde los alumnos se enganchen en el deseo de adquirir conocimiento. Menciono que lo diseñado para una region puede ser no tan funcionl para otra diversa región, es decir el norte, el sur, el este y oeste aprenden de manera diferente, y no es un problema aclaro, este tema es indicio de generar multiformas de aprendizaje, de exponer todos los estilos y estrategias de aprendizaje, lo llamo así entre más oferta educativa más demanda de aprendizaje.
Cuando muestres a los alumnos lo que el docente ha diseñado para el, el alumno va aprender, posteriormente haras una prueba, entonces si obtienes una mejora en los resultados, entonces ya se inicio la construcción de un modelo educativo.
Hay que someter ha concurso las ideas de los docentes y de todo aquel personje queriendo sumar, o incluso la suma o union de personajes ajenos a educación.
Ahora todos hemos visto un video viral, circula en minutos o dias un país entero, los nuevos modelos educativos o de enseñanza deben circular por la web, país sin la capacidad de lad TICs es mayor el reto para lograr su crecimiento educativo.
Educación es más de
ACTITUD Y CREATIVIDAD.
VEAN EL VIDEO UN CRIMEN LLMADO EDUCACIÓN.