A lo largo de la historia, la guadua ha sido parte de la vida diaria del campesino colombiano. Desde la época de la Conquista española y tras la colonización antioqueña del viejo Caldas, esta planta gigante, representativa de los bosques andinos, sirvió para construir casas, puentes colgantes, flautas, quenas, herramientas de caza y hasta precisos diseños de acueductos.
Hoy, después de la tecnificación que con los años alcanzó el hombre, la guadua es considerada un recurso forestal y su uso se ha ampliado tanto en el campo como en la ciudad hacia fines estructurales en construcción, en la elaboración de pisos, paredes, techos y laminados.
Uno de los más grandes precursores que ha tenido Colombia en el uso de esta planta en el sector de la construcción es el arquitecto manizalita Simón Vélez. Gracias al empleo estético de la guadua en el diseño contemporáneo y al aprovechamiento de las prácticas del diseño sostenible y de desarrollo social, Vélez obtuvo en 2009 el mayor premio que otorga la prestigiosa Fundación Príncipe Claus. Su intrépida innovación: la inyección de cemento entre los cañutos de la guadua quindiana que hoy es ejemplo de arquitectura renovadora para el mundo.
Pero el fortalecimiento y la consolidación de la guadua como recurso útil no terminan con las obras de Vélez. En Colombia la guadua se ha convertido en una de las especies forestales de mayor demanda y aceptación por parte de los sectores productivos regionales: es por eso que se vienen desarrollando —desde los últimos diez años— encuentros, debates, reuniones y ponencias sobre el uso y el aprovechamiento de este material.
Uno de esos encuentros tuvo lugar en el Eje Cafetero en el año 2005, donde investigadores de varias facultades de Ciencias Naturales del país, con el apoyo de Colciencias, realizaron una compleja valoración de los bienes y servicios que ofrecía la diversidad biológica de la zona. Entre muchos otros hallazgos, un grupo de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana se dedicó a estudiar los beneficios y el potencial de ciertos tipos de microorganismos presentes en los guaduales que podían ser útiles para promover el crecimiento de la misma planta.
Sin embargo, ese no fue el único descubrimiento. Los investigadores se percataron de la importante cadena productiva que giraba en torno a la guadua en la región y del notable ascenso del producto en los últimos años, lo que implicaba una consolidación y organización de la cadena productiva. Teniendo en cuenta ese fortalecimiento paulatino, los investigadores decidieron reforzar la base del proceso; fue por eso que estudiaron alternativas de manejo de la guadua en vivero, que incluían el uso de productos biológicos para la fertilización y el control de plagas y enfermedades.
En 2007, dos años después de iniciar sus estudios en el Eje Cafetero, el grupo de investigación liderado por Lucía Ana Díaz, docente del Departamento de Biología, conociendo el potencial guaduero que tenía la región de Cundinamarca, estableció contacto con el sector productivo del departamento interesado en trabajar con este importante recurso. Desde ese momento las expectativas se orientaron a ejecutar el mismo estudio aplicado en la zona cafetera del país.
La ciencia al servicio de la comunidad
Según Díaz, con la investigación que lleva por título “Selección y utilización de bioinsumos basados en microorganismos nativos para la producción limpia de Guadua angustifolia (Kunth) en vivero”, financiada por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, se pretendió “seleccionar los microorganismos asociados a guaduales naturales de Cundinamarca, específicamente de la región de Rionegro, como promotores de crecimiento vegetal de guadua para ser reintroducidos a la siembra en viveros, y así fortalecer estrategias de producción más limpia para el cultivo de la planta”.
Otro de los propósitos, explica la coinvestigadora Ángela García, era “innovar en el campo de la producción forestal en Colombia, mediante la reintroducción de microorganismos benéficos”.
Para ese entonces, el grupo científico ya contaba con una consolidada trayectoria en investigación en el uso de microorganismos benéficos para ser introducidos a escala de producción material vegetal. Este conocimiento previo facilitó la comprensión del comportamiento de esos microorganismos asociados naturalmente a la guadua a la hora de extraerlos, aumentarlos y reintroducirlos mediante la propagación en vivero. Para llevar a cabo este proceso, los investigadores aprovecharon el acercamiento que durante años ha tenido la Facultad de Ciencias con la empresa privada Geoambiente Ltda., productora de guadua y propietaria de viveros en el municipio de Pacho, que se ha convertido en agente determinante en el éxito de la fase de experimentación.
El paso a paso
El procedimiento no fue sencillo. Para que los resultados fueran exitosos, los investigadores principales contaron con la ayuda de funcionarios de Geoambiente. También fue necesaria la participación de estudiantes de la Facultad, uno de maestría y tres de pregrado.
En la práctica, el primer paso consistió en aislar y caracterizar bioquímica y morfológicamente las bacterias que están naturalmente asociadas a la guadua, las mismas que cuentan con el potencial de promover el crecimiento vegetal y ser agentes de control biológico (ACB).
El siguiente paso fue establecer la presencia de una asociación microbiana muy importante para las plantas, la micorriza, es decir, la simbiosis existente entre un hongo y las raíces de una planta (ya en la zona cafetera se había trabajado en ello, pero no se contaba con resultados para Cundinamarca).
Posteriormente, se adelantó el estudio in vitro de las bacterias aisladas como ACB frente a microorganismos patógenos. Y por último, se evaluó una de las consecuencias ecológicas, relativas a la rizósfera, de la utilización de las bacterias benéficas aisladas: su efecto sobre la asociación micorrícica en la guadua.
Entre los aspectos más interesantes del procedimiento de búsqueda, según Díaz, hubo uno que fue llamativo por el principio, pues los roles de los funcionarios de Geoambiente estaban definidos desde la investigación y asistencia de investigación, pero durante el proceso fueron facilitadores.
Por su parte, Ángela García, actualmente profesora de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana, realizó su trabajo de grado de maestría en el marco del proyecto investigando sobre microorganismos que pudieran tener control de ciertos agentes patógenos para las guaduas y las gramíneas en general.
Wilson Terán, también coinvestigador y profesor del Departamento de Biología, se encargó, junto con la docente García, de la caracterización molecular de los organismos con ciertas funciones biológicas y de una estrategia llamada bioprospección, desarrollada a partir del estudio de las posibles funciones del aprovechamiento del suelo en ámbitos agrícolas.
Los estudiantes de pregrado colaboraron con el estudio de diferentes grupos de microorganismos, básicamente de cinco: los que fijan nitrógeno atmosférico, algunos que solubilizan fósforo, los que producen agentes quelantes de hierro, otros que producen reguladores de crecimiento vegetal (como nuestras hormonas) y, finalmente, unos que ayudan a movilizar nutrientes hacia la planta, estos últimos, los hongos de micorriza.
Gracias al trabajo de todo el equipo se pudieron obtener resultados altamente productivos, no solo para mejorar la siembra, sino también para optimizar la calidad del trabajo de los guadueros. La investigación pudo establecer que si el producto que se obtenía de los guaduales retornaba a estos, tales insumos tendrían alto potencial para el crecimiento de otro tipo de productos, principalmente gramillas, como trigo, pasto, arroz y cebada: los más importantes desde el punto de vista de la seguridad alimentaria.
La Academia como agente de cambio
Debido a los logros obtenidos con las aplicaciones de la investigación en distintos viveros, el grupo resultó ganador de una convocatoria de proyectos para el sector agropecuario por planteamientos a largo plazo. Con financiación del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, los investigadores de la Javeriana pudieron impactar en otras regiones de Cundinamarca, como Guaduas, Villeta y Pacho, en donde con igual éxito se aplicaron los resultados obtenidos en el primer estudio.
Iniciativas como esta han hecho que los productores se beneficien de la Academia para crear asociaciones, implementar capacitaciones y fomentar lazos. Gracias a esta investigación se llevó a cabo el curso Propagación de Guadua con Bioinsumos, en el que participaron más de cincuenta guadueros, estudiantes y técnicos de Cundinamarca; y articuladas con el proyecto “Manejo integrado del cultivo de guadua”, se realizaron cuatro sesiones de divulgación de resultados en el municipio de Pacho.
Además, según Díaz, en el momento en el que se implementen los productos obtenidos de los microorganismos, el costo de
producción de material vegetal “va a disminuir de un 50% a un 25%”, lo que se traduce en un ahorro de suma importancia. “De esta manera, el número de familias que pueden verse beneficiadas son tantas como las que quieran implementar el sistema de propagación de la guadua”, dice Díaz.
Es por eso que desde la Academia se pide más inversión del sector estatal y más
interés de los guadueros para que se conformen como agremiación, pues seguir
consolidando conjuntamente la producción de esta planta puede traer beneficios sociales, económicos y vitales para muchas comunidades.