Ya sea a la sombra del denso dosel de la selva, entre la neblina de los páramos o bajo las olas del mar, cada espacio de la fauna silvestre oculta incontables animales de todas las formas y colores, que a su vez cargan con respuestas a las preguntas aún más numerosas formuladas por los científicos.
Para el biólogo estadounidense Robert Sikes, que visitó la Pontificia Universidad Javeriana como parte del Foro Fulbright, el cual fue organizado por la Vicerrectoría de Investigación y celebrado a finales de marzo, conocer la fauna silvestre es el primer paso y el más fundamental para su conservación. Por esta razón, ha dedicado su carrera a entender el comportamiento de estos animales y a crear lineamientos para que sean tratados con los mayores estándares éticos antes, durante y después de la investigación.
Investigar con el mínimo impacto posible

Cuando se investiga con animales de laboratorio, el objetivo último de este conocimiento es el bienestar humano. Así ha sucedido con el desarrollo de tratamientos contra el cáncer, el desarrollo farmacológico para enfermedades psiquiátricas, e incluso la acelerada carrera por la vacuna contra el covid-19 de la que el planeta entero fue testigo.
Sin embargo, en la fauna silvestre el escenario es diferente. El objetivo de entender la vida de cada animal no es el beneficio humano directo, sino la comprensión de la especie, la conservación y el cuidado de la biodiversidad. Aquí no se trata de un enfoque orientado al individuo y el estricto control de variables que caracteriza la experimentación en laboratorio, se basa en percibir el rol de ese individuo en la comunidad para cuidar de la población y mantener el equilibrio del ecosistema.
No obstante, la regulación de la investigación con especies silvestres está basada en los manuales y guías de animales de laboratorio y esto no se transfiere a la vida salvaje, comenta Sikes. La falta de regulación de la investigación orientada a este aspecto pone en peligro el bienestar de los animales y de sus hábitats y con ello oportunidades valiosas de conservación y cuidado que son tan urgentes.
“Si vamos a hacer esfuerzos por cuidar el planeta tenemos que hacer también esfuerzos por entender la vida y las especies silvestres”
Es necesario, por tanto, adaptar el funcionamiento de los comités de ética que deban revisar protocolos de investigación con animales silvestres y en consecuencia ajustar sus regulaciones y prácticas de monitoreo a la particularidad que implica ir a campo en búsqueda de la especie de interés, según el investigador.
Uno de los roles desde los que aporta el profesor Robert Sikes es justamente el de llenar este vacío. Actualmente asesora y acompaña comités de ética de investigación con animales en el ajuste de sus procesos para evaluar de manera suficiente solicitudes de investigación con especies silvestres. Los comités institucionales para el uso y cuidado de animales (CICUA) pueden regular, por ejemplo, el número de individuos de cierta especie que pueden ser colectados sin afectar negativamente las poblaciones de un ecosistema.
Sikes es también parte del consejo de miembros de AAALAC International, una organización que promueve el trato humanitario de los animales en las actividades científicas mediante programas voluntarios de evaluación y acreditación. Tener un sello AAALAC es sinónimo de buena ciencia y buenas prácticas en el uso de animales en investigación.
La importancia del estudio de la fauna silvestre

Para Sikes, es imposible proteger lo que no conocemos. “Sabemos que en Colombia hay especies que se están extinguiendo, pero nunca han sido descritas. Si no nos percatamos de lo que hay aquí, no sabremos lo que estamos perdiendo”, dijo, en diálogo con Pesquisa Javeriana. El conocimiento sobre el comportamiento y la ecología de los animales silvestres puede dar las pistas necesarias para crear estrategias de conservación y desarrollo sostenible que tengan en cuenta esas necesidades de cada una que suelen pasarse por alto.
Otro beneficio importante del estudio de la fauna silvestre es poder observar cambios en el tiempo. Los datos tomados por los científicos y las colecciones biológicas actúan como fotografías del pasado, que no solo permiten saber qué especies habitaron un ecosistema, sino determinar, a través de la genética, cómo han cambiado sus poblaciones y el efecto que ha tenido el ser humano sobre ellas. La ciencia nos permite “viajar en el tiempo” para estudiar los fósiles y la historia evolutiva de las especies. “Darwin no sabía que existía el ADN, pero como sus especímenes siguen ahí almacenados, podemos usar las herramientas que tenemos ahora para descubrir diferencias y similitudes genéticas entre estos animales”, explicó Sikes.
Da el ejemplo de la prohibición del DDT, un compuesto utilizado como insecticida a mediados del siglo XX, que además de ser cancerígeno para los humanos, estaba teniendo un efecto devastador sobre los huevos de las aves de presa. “Causaba que las cáscaras de los huevos se hicieran tan delgadas, que se rompían cuando el ave se sentaba sobre ellos. El DDT se estaba acumulando en el ambiente, y la única forma de saberlo era porque se tenían colecciones de una época previa a su implementación”, continuó.
Los datos que recolectan los investigadores de hoy pueden llegar a tener un valor que aún se desconoce, pero que podría dar paso a descubrimientos científicos revolucionarios.
Según el científico, los investigadores de fauna silvestre trabajan para el futuro. Conocer la biodiversidad, comprender la vida en un nivel global, permite conectar con la unicidad de cada especie y también reconocer el rol del ser humano en su supervivencia o desaparición. Esto es clave para crear estrategias que aseguren que las próximas generaciones puedan seguir disfrutando los servicios que cada uno le ofrece al planeta.
El trabajo y la filosofía educativa de Robert Sikes

Además de sus esfuerzos para lograr el mejor trato posible para los seres vivos usados en investigación, Robert Sikes ha dedicado una gran parte de su carrera al estudio del comportamiento y el uso de energía en todo tipo de animales, desde peces y pequeños roedores salvajes hasta pandas gigantes. Pero más allá de tener una especie de uso investigativo frecuente, busca la especie más adecuada para responder a las preguntas de investigación que se plantea.
Inicialmente quería ser médico, pues la perspectiva de un buen salario que le permitiera hacer cosas que realmente eran de su interés, como ir al bosque a buscar animales y explorar todo lo posible, lo motivaba. Sin embargo, cuando descubrió en una de sus clases que era posible vivir de su pasión por la naturaleza, supo de manera irrefutable que quería ser biólogo de campo.
Otra pasión que lo ha acompañado a lo largo de su vida es la de enseñar. Trabaja como profesor en la Universidad de Arkansas, en Estados Unidos, lugar en el que traslada a sus estudiantes más jóvenes esa misma pasión por entrar al bosque y aprender sobre los animales que lo pusieron en el camino de la biología. “Siento que una parte importante de la educación es que los estudiantes se expongan a animales silvestres vivos, entonces una parte de mis clases consiste en que aprendan a trabajar con ellos y los ingresen a colecciones biológicas”, precisó. Asimismo, utiliza estas colecciones para que vean, toquen y hagan preguntas sobre los especímenes que se preservan allí, como ¿a qué animal pertenecieron estos huesos? o ¿cuál es el propósito de las espinas de un puercoespín?
Y es este contacto con la vida salvaje lo que es más valioso, no solo para la formación de biólogos y ecólogos, sino para que la sociedad en sí aprecie la naturaleza que la rodea y que se produzcan acciones reales hacia su protección. “Honestamente creo que el cambio comienza por la educación del público. Porque cuando hay suficiente demanda, los problemas se convierten en prioridad para los gobiernos. Cuando la gente se interesa en algo tan valioso, las acciones seguramente vendrán”, aseguró Sikes.
El rol de la biodiversidad colombiana

Para el investigador invitado, la biodiversidad de todos los grupos taxonómicos en Colombia es incomparable, ya sean plantas, animales, invertebrados, entre muchos otros. Entender y preservarla es crítico, y las oportunidades para hacerlo están ahí… solo se necesita iniciativa y voluntad para perseguirlas. “Pienso que la solución está en hacer contactos con investigadores y buscar oportunidades en todo el mundo. La comunidad científica es global y el potencial de Colombia en términos de biodiversidad también es conocido”, recalcó.
Finalmente, Sikes envió un mensaje a los estudiantes respecto a tomar la iniciativa de conocer y apropiarse de estos recursos biodiversos, asistir a encuentros internacionales “para establecer conexiones y abrir puertas a futuras colaboraciones que puedan eventualmente convertirse en acciones de cuidado para nuestra casa común y las formas de vida que la habitan”.