Las noches suelen ser estresantes en la unidades de cuidados intensivos. Se escucha todo el tiempo el mismo sonido: un beep continuo que molesta, tensiona, que no deja dormir pero es esencial. Sin él, literalmente, el paciente no viviría.
Ese beep proviene de los monitores que revelan el estado de salud de cada uno de los pacientes. Están presentes en cada habitación de la unidad, junto a las camas. Suelen ser espacios pequeños, asépticos, blanquísimos, donde las visitas de familiares se restringen a unos cuantos minutos al día; en su lugar los pacientes tienen un contacto directo con enfermeros y médicos para hablar de un tema específico, el mismo cada vez: su enfermedad.
Es un ambiente estresante y desolador. Y lo es aún más cuando los pacientes son niños.
“Nos propusimos que no se estresaran tanto durante su estancia en la unidad”, explica Herly Alvarado, enfermera y profesora de la Pontificia Universidad Javeriana, quien lideró, junto a la doctora Rosalba Pardo, pediatra intensivista, y Claudia Ariza, doctora en Enfermería, una investigación sobre la experiencia de los menores en la UCI.
Desde finales de 2014 las investigadoras se centraron en los pacientes de cuidados intensivos de la Clínica Infantil de Colsubsidio. Tras contar con la autorización de los padres, indagaron por la experiencia de hospitalización de 16 niños entre los 7 y los 17 años de edad. Escuchándolos aprendieron a identificar el origen de sus temores, sus miedos, qué los irrita o los diferentes factores causantes del estrés.
“Le tienen miedo a las cosas desconocidas. Nos empezamos a dar cuenta de que muchos niños necesitaban, más que el medicamento, estar acompañados o que les explicaran realmente qué procedimientos les íbamos a hacer”, revela.
La situación es impactante a todas luces. Cuando un niño llega a las instalaciones de cuidados intensivo se debe a que su estado de salud es tremendamente delicado. Por lo general se les practican procedimientos invasivos dolorosos, tales como instalación de catéteres en la vena yugular o intubación endotraqueal.
Así es una jornada en la UCI de la Clínica Infantil de Colsubsidio.
Todo esto, visto desde la perspectiva de un niño, genera miedos profundos. De hecho, las investigadoras identificaron que estos tienden a cambiar con la edad: entre los 7 y los 9 años no quieren estar solos, a los 12 les aterra no saber qué les van a hacer; para los mayores, el pánico lo genera la posibilidad de morir.
También es persistente el miedo a la soledad. “Lo que da más duro es el rompimiento del vínculo familiar, porque el baño se lo hacen las enfermeras o en ocasiones el niño tiene que comer solo”, comenta la profesora Alvarado.
Una de las fases de la investigación consistió en darles a los pacientes una hoja de papel para que dibujaran sus temores. Los resultados impactan: niños pequeñísimos acostados en camas enormes, rodeados de jeringas, colores rojos (en alusión a la sangre) y los monitores omnipresentes. También suelen dibujar a las enfermeras, las encargadas de acompañarlos durante su estadía; en ocasiones, las pintan como ángeles.
Por medio de esta serie de dibujos, los niños expresaron su vivencia en la UCI. Se pueden apreciar sus temores por las inyecciones, la soledad que soportaron o el lento paso del tiempo.
Tras casi dos años de trabajo, las investigadoras compilaron una serie de sugerencias pensadas en aliviar un poco el estrés generado por la rutina de la UCI. Desde consejos sencillos como decorar mejor los espacios de atención (con cenefas o dibujos de caricaturas) o mantener una adecuada temperatura del agua al momento del baño, hasta medidas esenciales para el paciente, como no demorar las visitas de los familiares, disponer un espacio para que la familia se reencuentre y pase tiempo a solas, o tener un diálogo sencillo y franco sobre los procedimientos que les van a realizar.
Estas recomendaciones, que han sido acogidas positivamente por las directivas de Colsubsidio (varias, de hecho, ya se han implementado), son el eje principal del artículo científico que las investigadoras esperan publicar en 2017, uno de los primeros enfocados en la experiencia de hospitalización de los niños en la UCI (la literatura científica suele centrarse en el adulto para tratar estos temas).
“Hace la diferencia que tú, como profesional, seas amable, cordial y humano”, resume Alvarado al hablar sobre la experiencia que dejó esta investigación para su vida profesional y académica: “El temor no acaba cuando el niño sale de la unidad, a veces, ya en la habitación de hospital o en su casa, tienen pesadillas con lo que vivieron en cuidados intensivos. Puede generarles insomnio. Y entre menos estrés o miedo sientan durante su paso, menos repercusiones negativas tendrán a futuro”.
TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Experiencia vivida por el niño hospitalizado en la unidad de cuidado intensivo con relación al cuidado recibido.
INVESTIGADORA: Herly Alvarado.
COINVESTIGADORAS: Rosalba Pardo y Claudia Ariza.
PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2016-2017.
Facultad de Enfermería.
Pontificia Universidad Javeriana.