Todo empezó con un beso. Un gesto de afecto que unió a dos personas y las fundió en un espacio sin tiempo ni gravedad, pero de repente llegó un grito que irrumpió con violencia, amenazante, hiriente, que denunció con espanto, asco y fobia una abominación que debía ser detenida de inmediato.
Aunque era imposible borrar la huella tan intensa de un momento, lo correcto era cubrirla con vergüenza, miedo y culpa y sacarlos de aquel baño en medio de miradas de estupor, burlas e insultos para hacerles entender que dos hombres no se deben besar, ni tomarse de la mano delante de la gente, ni mostrar de forma alguna que se desean.
César Sánchez Avella, autor de la investigación Hasta que el amor les dure: debates en torno al mismo sexo en el contexto colombiano (2015), presenció esta escena en su fiesta de graduación. Para él, experiencias como estas marcan la vida de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género no normativas, y aunque ha habido esfuerzos pedagógicos y jurídicos para evitar que sigan ocurriendo, esta realidad aún no cambia del todo.
En este contexto los medios de comunicación han sido actores esenciales. En su investigación, Sánchez Avella estudió las representaciones que pueden tener las personas LGBT en los medios de comunicación colombianos, para lo cual analizó cerca de 300 notas periodísticas (del 2007 al 2010) de tres medios: El Tiempo, El Espectador y El Espacio.
“El impacto social y el poder que tienen los medios de comunicación es enorme, pues lo que circula allí es percibido por muchas personas como un reflejo de la realidad” asegura Sánchez Avella, doctor en Estudios de Género y Cultura de la Universidad de Sídney (Australia) y profesor del Departamento de Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana. “Cuando esa información se ve impregnada por estereotipos, desinformación o tergiversación de ciertos datos, contribuye a que se reproduzcan o refuercen prejuicios y lecturas sesgadas que se acentúan aún más cuando se trata de poblaciones que han sido históricamente marginadas y discriminadas”.
Comunidad LGBTI en Colombia, incluidos en el papel y excluidos en la realidad
Los avances en términos de derechos para las personas LGBT han sido significativos y en Colombia, durante los últimos años, el reconocimiento de la igualdad, el libre desarrollo de la personalidad, el matrimonio, la pensión en caso de la muerte de la pareja y la promulgación de la ley antidiscriminación, entre otros, han sido mecanismos vinculantes que han permitido, por ejemplo, lograr desde la modificación del componente de “sexo” en el documento de identidad y el registro civil de nacimiento, hasta el acceso a tratamientos hormonales y cirugías de afirmación de género para las personas trans.
Estos y otros logros se obtuvieron luego de una constante búsqueda de reconocimiento por parte de la comunidad LGBT, activistas, organizaciones y movimientos sociales a través de tutelas y diferentes acciones legales que conllevaron a la protección de sus derechos.
Sin embargo, “el hecho de que existan estas afirmaciones legales de derechos que son favorables para las parejas del mismo sexo, no ha sido óbice para que desaparezcan los efectos de homofobia, los actos de violencia y discriminación hacia las personas por motivo de su orientación sexual”, señala Sánchez Avella. La Encuesta Latinoamericana sobre Diversidad Sexual, acoso, violencia y discriminación en el ámbito laboral 2020, registra que en Colombia persiste la discriminación hacia las personas LGBT, la violencia por prejuicio y hay barreras de acceso a los derechos de salud, educación, trabajo y la participación política y cívica.
En 2020 se redujo en 4 % la tasa de homicidios de esta población, pasando de 106 en 2019, a 75. En esta disminución tuvieron que ver los nueve meses de cuarentena y restricciones a la movilidad implementadas para la mitigación del contagio por la COVID-19. Sin embargo, para la ONG Colombia Diversa, dedicada a trabajar por el reconocimiento y ejercicio de los derechos humanos de esta comunidad en Colombia, la pandemia no frenó la violencia contra las personas LGBT.
Según la entidad, en su balance preliminar de la violencia contra personas LGBT en 2020, durante todo el año se denunciaron: “75 homicidios, 14 amenazas y 20 casos de violencia policial contra esta población en diferentes zonas del país y, sin ser cifras definitivas, la información preliminar mostró que la violencia contra las personas LGBT persistió en niveles alarmantes a lo largo de 2020”, reza el informe.
Los medios como bandera para escribir y cambiar la historia
Durante los últimos años las representaciones de las personas LGBT han aumentado en los medios de comunicación. Pero, como señala el profesor Sánchez Avella, “aunque algunos han tratado de implementar un lenguaje ‘políticamente correcto’, los discursos del pasado que vulneran y discriminan siguen emergiendo en ellos y vale la pena repasarlos para no volver a caer en ellos”.
Para el profesor, hay que tener en cuenta que si bien los medios han transmitido realidades de la comunidad LGBT y han estimulado el debate público, es claro que la forma como lo hacen puede influir para bien o para mal en las percepciones sociales.
Basta con recordar algunas representaciones identificadas por Sánchez Avella en su investigación.
Se encuentra, por ejemplo, la inequidad en la visibilidad de los sujetos gay y lesbiana, en la que los medios, desde el lenguaje, han privilegiado a la población ‘gay’. “En las representaciones de los vínculos entre parejas del mismo sexo predominan categorías como ‘pareja gay’ y ‘pareja homosexual’, que tienen cargas particulares de exclusión y estigmatización, ya que perpetúa la invisibilización de la identidad lésbica”, explica el investigador.
Asimismo, el profesor identifica el error en el que caen algunos medios al referirse al derecho que tienen las parejas del mismo sexo a conformar una familia, mas no a adoptar. Al respecto, el investigador dice que “es un error presentar el ‘derecho a la adopción’ como una pretensión más de estas parejas, sugiriendo con ello que es un privilegio más, cuando en realidad se trata de la posibilidad de conformar una familia”.
A esto se suman, entre otras representaciones, las dirigidas hacia las lesbianas, en donde, según el profesor javeriano, se señalan como la mala, la criminal, la peligrosa, la marginal, una amenaza para la sociedad.
Por otro lado, también se reduce a la lesbiana como objeto sexual, erotizada, hipersexualizada y fetichizada. “Esta lesbiana perversa tiene clase, es racializada —es mestiza, morena—, y aun cuando se le diferencie de la ‘verdadera’ mujer —heterosexual—, sigue cargando los estigmas propios de las mujeres biológicas”, ejemplifica Sánchez Avella en su investigación.
¿Cómo está la representación en la actualidad?
Los estereotipos aún persisten y hay publicaciones que pueden caer en esos imprecisos y estigmatizantes lugares comunes al hablar sobre personas gais o lesbianas. Por ejemplo, al cierre del año pasado (2020), la organización Colombia Diversa puntualizó algunos errores en el cubrimiento periodístico que reproducen violencia contra las personas LGBT.
La ONG identificó el reiterativo desacierto de despertar dudas sobre la identidad de género de las personas trans o referirse a ellas por un género con el que no se identifican. También, hacer énfasis en la orientación sexual o identidad de género de las personas LGBT cuando son victimarias, pero no cuando son víctimas. La organización indica que no es necesario nombrar la orientación sexual o la identidad de género de las víctimas en todas las ocasiones, a menos de que sea relevante para el caso, entre otras prácticas que desde el lenguaje continúan estigmatizando.
En términos generales, el investigador javeriano dice que cada vez hay más representaciones de las personas LGBT y en ese sentido, una mayor divulgación de sus realidades, lo que favorece a esta población.
“Cuando existe una mayor diversidad en las representaciones, ya no estamos hablando simplemente de la lesbiana sexualizada o la pareja gay, sino que estamos viendo otros sujetos que nos permiten reconocer que por encima de la orientación sexual están personas que, como otras, tienen diferentes aficiones, profesiones, creencias y una orientación sexual, sin que esto último sea lo que los o las defina en su totalidad”.
En este marco, y según el profesor javeriano, la labor de los medios debe estar encaminada a ampliar el espectro de posibilidades humanas sin hacer uso del lenguaje estigmatizante para que los públicos puedan reconocerlos.
“Con el tiempo los medios de comunicación han tomado conciencia de la importancia y responsabilidad de hacer coberturas profundas y complejas. Pero no hay que bajar la guardia porque aún identificamos el retorno a estereotipos, que a su vez responden a una falta de información o una profunda ignorancia de quienes informan”, finaliza Sánchez Avella.