Ante las cifras sobre desempleo, horas de trabajo no remunerado y otros indicadores del panorama económico del país, las brechas de género son cada vez más evidentes. Pese a la importancia de las mujeres para el mercado laboral, los avances hasta ahora, aunque destacables en muchos casos, han sido lentos, irregulares, insuficientes y diferenciados.
Esta es la principal conclusión de un estudio divulgado en noviembre por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) a través de la publicación Mujeres y hombres: brechas de género en Colombia.
Para profundizar en este análisis, Pesquisa Javeriana dialogó con Paula Herrera Idárraga, profesora del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente lidera los informes sobre brechas de género en el Mercado Laboral en Colombia durante la Pandemia, junto al proyecto Género y Economía y el Dane.
¿De dónde surgen las brechas de género?
Paula Herrera Idárraga: Depende de la óptica desde donde uno las analice, pero yo diría que las brechas de género surgen por una cuestión de roles que son una construcción social, es decir, la sociedad es quien decide cuál es el rol del hombre y de la mujer dentro de la misma. En esta lógica, a las mujeres desde hace mucho tiempo se les ha dado el rol de quienes cuidan y quienes hacen labores domésticas dentro del hogar, mientras que al hombre se le ha dado un rol de proveedor -quien lo sustenta.
¿Qué está haciendo La Guajira, por ejemplo, para tener una de las cinco tasas globales de participación femenina más altas en el país?
PHI: Hay que tener en cuenta que la participación laboral tiene un comportamiento de ‘U’ con respecto al desarrollo económico. Puede ser muy alta en el despegue de la economía porque las mujeres están vinculadas como trabajadoras familiares o en procesos productivos como los agrícolas, siendo parte de la mano de obra.
En la medida en que las economías empiezan a desarrollarse, la participación laboral de las mujeres cae porque hay más desarrollo, más ingresos y las actividades ya no se llevan a cabo en estructura familiar, sino en estructuras de mercado, en las cuales las mujeres empiezan a perder ese estatus que antes tenían cuando el desarrollo era incipiente.
Finalmente, cuando el desarrollo es aún mayor, la participación laboral femenina se incrementa porque aumentan los niveles educativos de las mujeres, sus oportunidades y su remuneración.
También podríamos pensar que la participación laboral femenina no solo depende del desarrollo territorial, sino también de otras variables como los aspectos culturales que pueden ser distintos entre regiones igualmente desarrolladas, por ejemplo, Antioquia, que está por debajo del promedio nacional en esta tasa. Allí puede que los factores culturales primen más que los económicos.
¿Se podría decir que la maternidad se convierte en un obstáculo para el desarrollo laboral de las mujeres?
PHI: Sí. La razón de ello tiene que ver con los roles de género porque las mujeres terminan siendo las responsables y quienes más tiempo dedican a los cuidados de los menores, los hijos y de los mayores.
Incluso, como lo ha analizado la economista Claudia Goldin, una vez nacen los hijos las mujeres se ausentan del mercado laboral, eso genera un espacio en su trayectoria en donde no acumulan experiencia y tienen depreciación de su capital humano. Cuando vuelven a vincularse, la única forma como lo logran es con salarios menores que los de sus pares hombres, que no tuvieron esa ausencia durante la crianza de los hijos.
Además de promover la educación de las mujeres, ¿qué otros aspectos se deberían fortalecer para eliminar las brechas de género?
PHI: Es importante pensar en políticas públicas y mecanismos que les permitan a las familias disminuir esas cargas de cuidado de los menores, es decir, pensar en guarderías y colegios de jornada única más larga, en lo ideal subvencionadas o gratuitas por parte del Estado, que coincidan con los horarios laborales de los padres. Ante esto, también se podrían pensar tipos de trabajos más flexibles para poder conciliar la vida familiar con la laboral.
Por ejemplo, en el caso particular colombiano se está hablando de una licencia de paternidad similar a la de las mujeres para que las empresas perciban igualmente costoso contratar a una mujer que a un hombre.
La discriminación positiva consiste en poner cuotas para la contratación de mujeres.
¿Por qué hoy aún persisten los sesgos en las profesiones que las mujeres eligen?
PHI: Esto es como el problema de cuál fue primero: el huevo o la gallina. Si una mujer percibe que aunque estudia mucho y trata de ir hacia profesiones que son masculinizadas y romper los ‘techos de cristal’, no consigue ocupar los mismos cargos que los hombres y ganar los mismos salarios, en muchos casos la señal que se envía a otras mujeres es que a pesar de los esfuerzos no va a lograr lo mismo que un hombre.
En la medida en que las mujeres no vean referentes femeninos en cargos de poder, esto será una señal que les seguirá demostrando que es difícil llegar allí.
¿Para romper las brechas, las mujeres se estarían recargando de trabajo tanto remunerado como no remunerado?
PHI: Sí, las mujeres lo están haciendo. Yo creo que se les está pidiendo demasiado. Aquí es cuando hablamos de la súpermujer que puede hacer todo. Lo cierto es que si una de ellas quiere tener familia, trabajo, hijos y ser una gran profesional, en muchos casos tendrá unas jornadas muy largas o la ayuda de otras mujeres, lo que se conoce en la literatura como las ‘cadenas de cuidado’. Esto significa que las súpermujeres muchas veces realmente lo logran a ‘costillas’ de otras que están dejando sus hogares y aquí es donde viene otro concepto del que casi no se habla: los ‘pisos pegajosos’.
¿Cómo ve las brechas de género después de la pandemia?
PHI: Aumentando. Los datos ya lo indican. Incluso nosotros venimos alertando sobre estas brechas desde que se publicaron los dos primeros informes sobre Brechas de género en el mercado laboral colombiano – impactos COVID-19, desarrollados en conjunto con el Dane. Por ejemplo, en octubre la tasa de desempleo de las mujeres aumentó 7,6 puntos porcentuales con respecto a 2019, mientras que los hombres 2,9.
Durante la pandemia todos estos indicadores los estamos tratando como una crisis, pero resulta que las mujeres en octubre de 2019 ya enfrentaban una tasa de desempleo del 12,5% y nadie estaba hablando de eso, entonces eso es lo que nos muestra que las mujeres siempre hemos estado en aprietos en temas de desempleo.
Lea la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) Octubre 2020.
¿Cuál es el desafío para hombres y mujeres?
PHI: Cualquier cambio en donde para uno de los grupos suponga sacrificios y cambio de mentalidad, va a existir incomodidad. Creo que se debe tener un cambio de conciencia desde temprana edad, es decir, estamos frente a una sociedad muy machista y cuando hablamos de machismos no solo es por el lado de los hombres, sino también por el lado de las mujeres.
Cuando uno mira el porcentaje tan grueso de hombres y mujeres que están de acuerdo con afirmaciones sobre cuáles son los roles de género del tipo “el deber de un hombre es ganar dinero y el de la mujer es cuidar del hogar y la familia”, vemos una realidad en donde tenemos un gran reto por delante y es deconstruir esas formas como la sociedad ha decidido que los hombres y las mujeres deben comportarse y asumir ciertas responsabilidades al interior del hogar.
2 comentarios
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