Yenny Real no se cansa de escuchar cada semestre: “Profe, me acabé de inventar el mejor edificio”. Una y otra vez ha tenido que decirle a sus alumnos que en el siglo pasado a alguien ya se le había ocurrido esa misma idea. Tal vez esta anécdota refleja la importancia que la historia tiene para esta investigadora de 31 años.
No se puede decir que la vocación de Yenny por la arquitectura fue algo heredado. En su familia no hay rastros de arquitectos, dibujantes, artistas ni creadores. De hecho, su padre fue comerciante y su mamá, ama de casa. Sin embargo, fue en el Colegio de La Salle donde empezaron a verse los primeros trazos de su talento. Las matemáticas definitivamente no eran lo suyo, y la balanza empezó a inclinarse por el dibujo.
Después de su grado como bachiller, estudió arquitectura en la Universidad Javeriana. Entonces, viviendo en el centro de Bogotá, se dio cuenta de que muchas obras de la Colonia y de la República se estaban cayendo a pedazos. Supo que esas casas y edificios se podían recuperar, para que no se convirtieran en tristes estructuras abandonadas.
Con esta inquietud en mente y una vez terminado el pregrado empezó la Maestría en Restauración de Monumentos Arquitectónicos, en la misma universidad. Fue entonces cuando vio la oportunidad de trabajar el tema del patrimonio y de aplicar la experiencia y conocimientos adquiridos como practicante en el Instituto Javeriano de Vivienda y Urbanismo, Injaviu.
La metodología de investigación, que afinó cuando trabajaba en el Injaviu, le sirvió como base para hacer los bocetos de lo que se convertiría en su tesis de magíster. Día y noche, como si se tratara de poner un ladrillo sobre otro, esta aplicada estudiante, como la define la profesora Olga Lucía Ceballos, fue construyendo su exploración, hasta que por fin se dieron los resultados.
La idea de la investigación fue dejar un testimonio de lo que era el eje de la Carrera 7ª entre los años 2006 y 2008, tiempo en el que esta joven hizo sus estudios de maestría. Como arquitecta, Yenny es consciente de que cada vez hay más gente, más congestión, más usos del espacio, y de que las propuestas del Metro y de Transmilenio están a la vuelta de la esquina. Pero como ciudadana, también sabe que dentro de unos años, sólo quedará un difuso recuerdo y una indeleble huella de lo que hoy conocemos de este importante tramo de la ciudad.
Posteriormente, el trabajo dio paso a la publicación de su primer libro titulado Paisaje urbano. Estudio patrimonial de la Carrera 7ª de Bogotá entre el Centro Fundacional y Chapinero. Para el estudio, dividió este eje en cuatro unidades: la primera, corresponde al Centro Internacional; luego, el sector universitario con las universidades Javeriana y Distrital a la cabeza, para ser exactos; después, el sector clásico de Chapinero, con sus edificios de cuatro o cinco pisos y casas antiguas, como las de Quinta Camacho y, por último, el centro financiero ubicado en la zona de la calle 72. Al mirar el eje de la Carrera 7ª como un todo, parece un collage de arquitectos expertos y principiantes, de patrimonio y construcciones nuevas, de vidrio y cemento, de amas de casa y ejecutivos, de estudiantes e indigentes, de buses, carros, colectivos, motos y transeúntes.
La 7ª no es estática; ningún espacio lo es. Al caminar por sus andenes, aparecen, ante los ojos de quien la observa como un todo, la diversidad de ciudadanos y vivencias, usos y cotidianidades.
Cuando se habla de patrimonio, muchos piensan en un elemento aislado: un edificio, una plaza, una fachada. Pero la Carrera 7ª, en su conjunto, es una historia llena de retazos. Como eje vial contiene la esencia de Bogotá entre un paso y otro, entre casa y casa, entre cuadra y cuadra. Es escenario fundamental de la vida urbana.
Y fue precisamente esta visión de conjunto del paisaje urbano contemporáneo de la 7ª, uno de los principales aportes del trabajo de esta joven investigadora.
La profesora Yenny Real muestra en su pesquisa algo que todos vemos, pero que pocos observamos. Se adentra en los componentes, las características y las variables del lugar, los valora y los interpreta. Despieza, minuciosamente este territorio. Lo espacial, lo funcional y lo contextual cobran vida.
Esta amante del patrimonio, desde hace años cambió el casco y las botas amarillas por el libro y el pizarrón y le apostó a dejar a los bogotanos una memoria que refleja, a escala, la identidad de nuestra capital.
Hoy, cuando se le pregunta sobre sus planes futuros, no sabe aún si el reconocimiento y estabilidad laboral que brinda un doctorado pesa más que el esfuerzo y sacrificios que implican hacerlo. Sobre lo que sí tiene certeza es que cualquier camino que tome estará delimitado por la historia y el patrimonio e influenciado por los trabajos de Frank Lloyd Wright, Antoni Gaudí y Le Corbusier, sus arquitectos de cabecera.
1 comentario
Y pensar que conocí a Jenny cuando era estudiante (muy aplicada por cierto), y luego haciendo sus primeros pinitos en el Injaviu. Realmente una excelente persona y ahora una inmejorable profesional!