La actividad industrial mundial produce grandes cantidades de dióxido de carbono (CO₂), contribuyendo al cambio climático, que es uno de los principales causantes de la acidificación oceánica. A esto se suman otras prácticas humanas perjudiciales, como el vertido de desechos urbanos y el de residuos de fertilizantes, agroquímicos y otros productos a través de los ríos, lo que no solo contamina el ambiente, sino que también dificulta la calcificación de los organismos marinos —proceso mediante el cual forman sus esqueletos y conchas— y afecta el sostenimiento de las comunidades costeras al disminuir la población de peces y mariscos.
La acidificación oceánica impacta especialmente a organismos calcificantes de los ecosistemas marinos como corales, moluscos y crustáceos, al interferir con su capacidad para formar y mantener sus estructuras de carbonato de calcio, que funcionan como una coraza, y esto los hace más vulnerables a depredadores y enfermedades. Además, el cambio en la química del agua cambia el comportamiento de algunos sentidos como el olfato y la vista de distintas especies, lo que puede alterar la cadena alimentaria y en su conjunto amenazar la biodiversidad del Pacífico colombiano.

Alberto Acosta, doctor en ecología, profesor y director del Laboratorio de Ecosistemas Marinos Estratégicos de la Pontificia Universidad Javeriana, ha estudiado durante tres años los efectos de la acidificación en el Parque Nacional Natural Gorgona, ubicado en el océano Pacífico colombiano. Él, junto con un equipo de docentes, estudiantes e investigadores aliados de universidades internacionales (de Francia, Chile, México y EE. UU.), ha documentado el acelerado aumento de la acidificación en la región y su impacto en los ecosistemas marinos. La conclusión prominente de su trabajo es alarmante: las aguas en este punto del océano colombiano ya tienen la acidez que estaba prevista para 2100, lo cual ha ocurrido 76 años antes.
La medición que determina la acidez o la alcalinidad de una sustancia es la escala del pH, que significa potencial de hidrógeno o cantidad de hidrógeno libre; va del 0 al 14, y un valor menor de 7 se considera ácido y uno mayor a 7 es básico. El agua potable, por ejemplo, tiene un pH de 7 (neutral).
Para los océanos, una tasa de acidificación adecuada tendría que estar en 8.1 en la escala de pH. Según Acosta, se preveía que para finales de siglo la acidez marina promedio de los océanos alcanzara un pH de 7.6, lo que indicaría aguas corrosivas. Sin embargo, este valor ya ha sido alcanzado en aguas de la isla Gorgona, lo que acelera la exposición de los organismos marinos a aguas más ácidas, y esto, por ende, minimizan su supervivencia.
“El CO₂ genera dos grandes problemas a nivel mundial: el primero es el calentamiento global, que lo estamos viviendo, y prueba de ello es que el año pasado fue el más caliente que ha tenido el planeta Tierra; el segundo, es que ese CO₂ lo capturan los océanos y se acidifican”, asegura Acosta.
El Pacífico, formado aproximadamente hace más de 200 millones de años y con una extensión de 156 millones de kilómetros cuadrados (equivalente al 30,3% de la superficie terrestre), es el océano más grande y antiguo del planeta. Este y los otros océanos del planeta son responsables de producir entre el 50 y el 70% del oxígeno mundial, lo que resalta la importancia crítica de un balance ecosistémico para la sostenibilidad de la Tierra.
En su libro Presente y futuro del medio ambiente en Colombia, el exministro Manuel Rodríguez menciona que la cantidad de oxígeno en los océanos disminuyó alrededor del 2% entre 1968 y 2018, lo que ha reducido su capacidad para proveer oxígeno; esto, sumado al exceso de temperatura, ha alterado los patrones de circulación que transportan agua oxigenada a sus profundidades. Él también resalta que “la acidificación ha sido detonada por el hecho de que los océanos hoy absorben más del 25% de todas las emisiones de CO₂ que liberamos a la atmósfera cada año”; de ahí que las aguas marinas sean nuestro principal reservorio de CO₂, lo que evita que nuestro planeta sea aún más caliente.
El impacto de la acidificación oceánica en el sector pesquero
El sector pesquero en Colombia juega un papel clave en la economía nacional y la seguridad alimentaria de millones de familias en el mundo. Según un informe reciente de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP), este sector en Colombia creció un 37,8% en el cuarto trimestre de 2023, con un aumento del 17% en el PIB de pesca y acuicultura. Más de 113.000 pescadores formalizados y 36.000 acuicultores han experimentado un notable crecimiento gracias a políticas de fomento y formalización.

Sin embargo, con la acidificación del océano este panorama se ve amenazado no solo por la merma de las poblaciones actuales de peces y mariscos, sino también por la afectación sobre la biodiversidad marina y los ecosistemas acuáticos, lo que podría tener consecuencias devastadoras para la producción pesquera y acuícola, limitando la disponibilidad de especies clave como el camarón, atún, pargo y dorado, fundamentales para las exportaciones colombianas y la seguridad alimentaria. En este contexto, Karen Mejía, directora de la AUNAP, destaca la importancia de fortalecer las capacidades y formalizar las actividades del sector, subrayando que el desarrollo sostenible es clave para enfrentar los retos climáticos actuales.
Esto es, sin duda, un reto mayúsculo teniendo en cuenta otro dato resaltado por Rodríguez en su libro: “más del 85% de las poblaciones de peces marinos están totalmente explotadas o sobreexplotadas, y más de una de cada cinco pesquerías ha colapsado”.
¿Cómo frenar la expansión de la acidificación marina?
Aunque este fenómeno continuará siendo un desafío, existen formas de mitigar sus efectos. Reducir las emisiones de CO₂ es fundamental, ya que este gas contribuye directamente al proceso. Además, proteger y restaurar ecosistemas marinos como los manglares y las praderas de fanerógamas (plantas marinas), que actúan como sumideros de carbono, también puede ayudar a esta causa, como señala la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA).
“Entre 2030 y 2050 algunos países tienen presupuestada una reducción de su huella de carbono de entre el 10% y el 50%. Sin embargo, esperar hasta esas décadas sería un error, ya que para entonces la acidificación del océano será aún mayor y los retos serán más evidentes. Según el panel IPCC, los océanos del mundo pasarán de un pH 8.1 a 7.99, en superficie. Sin embargo, nuestro Pacifico podría registrar valores cercanos o inferiores a 7.5”, argumenta Acosta.
La acidificación marina en el océano Pacífico colombiano representa una amenaza creciente para la biodiversidad marina y la salud de sus ecosistemas. Para moderar y disminuir sus efectos es urgente implementar políticas de reducción de emisiones y promover prácticas sostenibles que protejan a nuestras especies. La preservación de estos ecosistemas es crucial no solo para la vida marina, sino también para las comunidades costeras y el bienestar global.
Título de la investigación: Monitoreo de acidificación marina en el Pacífico colombiano Investigador principal: Acosta Moreno, Luis Alberto Coinvestigadores: Celis, Crispín. Preciado, Rafael. Simón Gutiérrez. Andrea Murcia. Facultad de Ciencias – Departamento de Biología – Ecosistemas marinos estratégicos. Fecha de inicio de investigación: 03/05/20 Fecha de cierre: 28/06/23