¿Qué tienen que ver la música clásica y las aves? Laura Pacheco, egresada de la carrera de Estudios Musicales de la Pontificia Universidad Javeriana, compuso Canto silencioso, una obra para orquesta sinfónica basada en los cantos de los pájaros y las interacciones que tienen cuando vuelan en bandadas.
Esta creación, que ganó el Premio Filarmónico de Composición de Mujeres para Mujeres 2022, otorgado por la Orquesta Filarmónica de Bogotá, articula dos de sus grandes pasiones: las aves y música.
La música es una vocación desde su infancia. Desde sus primeros años participó en procesos de canto, danza y teatro, al mismo tiempo que fue creciendo su interés por las aves. Cuenta que cuando iba a la finca de su abuela, se maravillaba al escuchar una ‘sinfonía de cantos’ producida por cientos de pájaros que volaban sobre ella.
Inspirada por Olivier Messiaen, un compositor y ornitólogo francés, escribió esta pieza musical, por medio de la cual busca llamar la atención sobre la acción humana que cada vez deja menos y peor espacio a las aves. Pesquisa Javeriana habló con ella sobre su obra, que está próxima a lanzarse, y su carrera académica en el mundo de la composición musical.
¿Qué podrá encontrar la audiencia en Canto silencioso?
Nosotros, para trabajar en una composición, partimos de una idea básica, lo esencial, que se va a desarrollar en toda la pieza. Luego buscamos darle un sentido, un hilo narrativo a la composición. En el caso de mi obra, hay una narración en la que se presentan tres paisajes. El primero, más relacionado a los cantos de los pájaros a partir de la identificación de las melodías, que son muy cíclicas.
En el segundo momento intento que el oyente visualice y profundice en la sensación de ver las bandadas, estos grupos de numerosos pájaros que vuelan juntos. La tercera parte es la interacción entre los pequeños cantos de cada ave, con lo masivo del grupo. Esta pieza evoca esa magnificencia de las aves, que me resulta inexplicablemente armoniosa.
Recientemente, como parte de los cambios inducidos por el hombre en la naturaleza, se ha producido un descenso acelerado en las poblaciones de aves, alterando los paisajes naturales sonoros y su diversidad e intensidad acústica.
Canto Silencioso invita a reflexionar sobre el impacto que el acelerado cambio climático está ocasionando en los distintos ecosistemas donde habitan las aves y cómo la riqueza de sus paisajes sonoros se va deteriorando progresivamente, silenciando y extinguiendo la biodiversidad que alguna vez existió en estos lugares.
¿Qué significa desde lo personal y desde lo profesional haber ganado este premio?
En primer lugar, fue muy gratificante. Durante toda la carrera no estuve exenta de un proceso de altibajos. Recibir esa retribución del esfuerzo fue algo que, sin duda, me motivó muchísimo. No solo en un sentido de sentirme bien con mi trabajo, sino también saber que puedo aprender mucho más.
Sé que aún puedo trabajar con mi música para dar visibilidad a ciertas cosas que me interesan, que me llaman la atención y la música es un medio muy valioso para hacerlo. Fue también un impulso a seguir creciendo como compositora y como músico.
¿Por qué decide enfocarse en la composición?
Inicialmente tenía la intención de componer canciones y estar en el mundo comercial. Pero conocí a mi maestro, que fue quien me acompañó, durante años y estuvo detrás de mi proceso. Él se llama Guillermo Gaviria, y me mostró que, a través de solo posibilidades sonoras, se podía expresar, crear todo un sentido en una pieza. Fue una forma muy reflexiva para encontrar a través solo del sonido, una especie de identidad como compositora.
Empecé a sentir que a través de lo instrumental no había tantos límites. También que esto le da un poco la libertad a quienes escuchan mi música de reflejar lo que ellos mismos sienten. Yo propongo que son aves, que son cantos, pero no está limitado solo a eso. Mi idea como compositora es dejar también una puerta abierta para que quienes escuchen las obras, puedan también generar una conexión y generar una historia propia a través de lo que esa música les está transmitiendo.
¿Cómo es la participación de la mujer en estos espacios de composición?
En cuanto a la composición, he sentido que el estigma de que el hombre es el exitoso, no ha cambiado mucho. A pesar de que hay muchas compositoras, son muy pocas las que hoy en día son conocidas. Es difícil encontrar, por ejemplo, programas de música en la academia, en los que haya una mujer. En la dirección e interpretación es diferente, ahí hay más espacios.
Premios como los de la Orquesta Filarmónica de Bogotá en los que se valora específicamente el trabajo de las mujeres, son oportunidades sumamente valiosas para visibilizar a quienes trabajamos en la composición o en la dirección de este tipo de música. Hay que seguir trabajando muchísimo en eso.
¿Para dónde va su carrera?
Me interesa muchísimo el ballet. Hay un compositor que se llama Igor Stravinsky, que fue muy conocido por sus tres ballets y en algún momento hubiera querido ser él y componer esas obras emblemáticas.
Estuve unos seis años en el ballet, desde la danza, pero por cosas de la vida no seguí ese camino. Creo que a través de la música podría llegar a ese sueño de tener un acercamiento desde otra perspectiva. Definitivamente uno de mis sueños más profundos es poder componer para ballet.
Seguir explorando sonoridades, no ponerle límites a la composición, sino utilizar todas esas herramientas que nos han dejado los grandes maestros y tratar de ir también adaptando un lenguaje propio para un espacio más interdisciplinar, con la danza, con la actuación que es el ballet.